Psicología y planos de conciencia
Aportaciones desde la psicología a la comprensión de los planos de conciencia
Organizaré las aportaciones a partir de lo que Joan Puget describe en su 4º trabajo sobre los Planos de Conciencia. Empezaré cada capítulo con el título que utiliza Juan y, a continuación, haré las aportaciones desde la psicología.
PRIMER PLANO: INSTINTIVO-GRUPAL
La primera infancia: el “cuerpo vivido” (0 - 3 años)
Primeras manifestaciones del bebé, hasta los tres meses.
Este es un período preesquemático. La actividad es de tipo subcortical; actúan los centros nerviosos de la base del encéfalo (cuerpo estriado y sustancia reticular). El bebé tiene una inconsciencia esquemática. Aparece una impulsividad motriz: gestos explosivos, no orientados, carentes de coordinación.
Características de este movimiento: Es una actividad de masa, que compromete a toda la musculatura. La motricidad es anárquica, explosiva e inadaptada. La actividad segmentaria es bilateral y asimétrica.
El bebé llega con el bagaje de los movimientos reflejos, que desaparecen cuando son inhibidos gracias a la maduración de los centros corticales: El reflejo “cutáneo-plantar”. El reflejo de "la marcha". El reflejo de “prensión”. El reflejo de “Moro”. El reflejo de succión. Éste último se conserva hasta la edad adulta.
Los inicios de la existencia de la persona vienen marcados por la absoluta dependencia del bebé en relación con la madre. Este hecho se hace evidente durante todo el período intrauterino. Este estado de plenitud se rompe en el momento del nacimiento. Esta primera ruptura viene compensada idealmente por la relación simbiótica que se establece entre el bebé y la madre, o quien haga sus funciones. Es la etapa del "diálogo tónico", donde se establece la relación más intensa y fusionada entre dos individualidades, una en estado de emergencia. Esto sucede en el interior de un entorno "suficientemente bueno".
El proceso de maduración tiene que ver con un proceso de diferenciación e individualización. Esto produce ansiedad y en esta etapa se originan las angustias de pérdida, que describió Winnicot. La forma en que el niño haya sido acompañado en todo este tránsito, será el origen de posibles excesos pulsionales, que se pueden manifestar más adelante, a fin de poder compensar determinadas carencias afectivas y emocionales. Estos excesos pulsionales, que se manifiestan a través del movimiento, son como materia bruta, un magma, que una intervención terapéutica ayuda a elaborar y organizar.
SEGUNDO PLANO: EMOCIONAL- SOCIAL
El estadio de la impulsividad motriz (0-6 meses)
A través de la maduración de todos los sistemas de sensibilidad interoceptiva, propioceptiva y exteroceptiva, el niño va evolucionando desde las reacciones puramente fisiológicas hasta lo que podríamos llamar el psiquismo y una toma de conciencia. Lo cual le lleva a unos movimientos cada vez más diferenciados y a una mayor capacidad de acción sobre el mundo que le rodea.
Las agitaciones impulsivas, los gritos, los espasmos… se convierten en señales; como una especie de llamada que espera ser atendida por alguien. Las respuestas del adulto, que dan significación a estas manifestaciones, serán la causa de que, a partir de los 6 meses, estas demandas se vayan diferenciando más claramente, y aparezca la emoción, como consecuencia de la relación que se establece entre el bebé y el adulto. Este hecho marca el paso del estadio de la impulsividad al estadio emocional, donde el entorno humano es decisivo en la relación que se establece entre lo fisiológico y lo psicológico.
En esta etapa también se produce una progresiva maduración cortical, que se manifiesta en la adquisición de unos circuitos nerviosos cada vez más elaborados, más flexibles y, sobre todo, con una mayor capacidad de adaptación. Esta maduración nerviosa tiene una traducción clara en la conducta del niño. El tono muscular también adquiere mayor plasticidad y favorece la capacidad de adaptación al entorno.
El estadio emocional (6 meses - 1 año)
Las descargas motrices del niño, en un principio sin una intencionalidad manifiesta, se van transformando en una forma de expresión, gracias a la intervención del entorno humano, que da significado a la expresividad del niño.
Lo esencial de este período es la aparición de la emoción. La emoción surge a partir de la relación, con todo lo que ella supone: reconocimiento, vinculación… También es necesario tener en cuenta la maduración de las estructuras del cerebro medio, que son el sostenimiento biológico de las emociones de la persona.
Esta maduración permite que el niño pase de unas reacciones puramente fisiológicas a otras consideradas como formas de expresión. Se puede decir que el niño pasa de una situación en la que se le podía considerar como un “ser biológico”, a otra donde se le considera como un “ser social”.
La emoción, pues, sólo se puede instalar a partir del acondicionamiento humano, a través sobre todo de la relación tónico-emocional que el bebé establece con su madre o quien haga sus funciones. Las manifestaciones emocionales fisiológicas se transforman en unos medios de acción que actúan sobre el entorno del niño en unas reacciones expresivo-afectivas. La emoción posibilita que se vayan instalando unas relaciones de cariz psicológico, que recientemente estaban inmersas en un terreno fisiológico.
El estadio sensoriomotor (1 - 2 años)
Después del estadio emocional, donde una de sus principales características era una especie de ósmosis con el ambiente, aparece en el niño una actividad totalmente diferente: la exploración e investigación del mundo de los objetos.
Este momento viene reforzado por la maduración y el desarrollo de los receptores de la sensibilidad exteroceptiva. A partir de ahí, todos los datos sensoriales que le lleguen al niño desde el exterior tendrán una especial relevancia en su desarrollo motor.
La aparición de la marcha de pie supone un gran progreso en la evolución intelectual del niño; implica un reconocimiento del espacio y de las distancias físicas, que hará que los objetos se vuelvan asequibles. El niño se sitúa y se posiciona en relación al espacio exterior. A partir del segundo año, la apertura hacia el mundo exterior es una característica importante en la maduración del niño.
El estadio proyectivo (2 - 3 años)
Este estadio se caracteriza por la actividad proyectiva, que se realiza a través de la ideación y de la representación.
Cuando el niño o la niña es capaz de liberarse de la rutina, de los aspectos circulares de ensayo y error y pasa a la utilización intencionada del gesto, la actividad proyectiva se convierte en más autónoma. Esto le permitirá al niño pasar del acto al pensamiento.
La representación viene determinada por las relaciones entre el significado y el significante, lo que supone un cierto desdoblamiento de la realidad. El acondicionamiento del entorno social es fundamental para el desarrollo de la actividad representativa. La aparición y desarrollo del lenguaje es la muestra más clara de todo este proceso de maduración.
Con este estadio se cierra la primera gran etapa de la maduración psicológica del niño, la etapa del "cuerpo vivido". Se trata de una etapa fundamental en la constitución de la persona; fundamental, en el sentido que fundamenta. La mayoría de los autores están de acuerdo en dar una importancia capital a los tres primeros años de vida, ya que aquí es donde se estructura la personalidad, fundamentada en la experiencia del niño como un "cuerpo vivido" y un "cuerpo relacionado".
Quiero insistir un poco más en la importancia del factor humano en esta etapa del cuerpo vivido y en el proceso de diferenciación e individuación. El bebé, para adquirir la conciencia de sí mismo y poder desarrollarse, tiene necesidad del contacto social. La relación madre-hijo es un elemento determinante en el paso desde la subjetividad a la adquisición de la capacidad objetiva, el paso desde un estado de simbiosis a otro de diferenciación. En este proceso, pueden señalarse tres momentos importantes:
- Un primer momento, hasta los tres meses, caracterizado por una simbiosis del bebé con su entorno. Corresponde al estadio impulsivo descrito por Wallon, y al que antes me he referido. Todas las necesidades del bebé están ubicadas en sí mismo y reparte su vida entre los momentos en que se alimenta y en los que duerme.
- El estadio llamado preobjetal, entre los 3 y los 8 meses. Se establece un inicio de relación del bebé con el entorno. Sonríe ante el rostro humano (Spitz lo recogía como el primer organizador del psiquismo). El rostro humano sería el primer objeto por el que se interesa el bebé, después de la necesidad de alimento.
- El estadio objetal, entre los 8 y los 15 meses, cuando el niño ya es capaz de diferenciar claramente el rostro de la madre de los otros rostros extraños. Esto es posible a partir del desarrollo de la capacidad de discriminación perceptiva y de la capacidad de interiorizar y memorizar estos esquemas perceptivos.
En ese recorrido de tres años, se ha producido el proceso de diferenciación e individuación. El bebé inicial se ha convertido en un compañero de juegos, como dice el título de un libro sobre este tema: "De bebé a compañero".
TERCER PLANO: MENTAL-SOCIAL
La etapa de la discriminación perceptiva (3-7 años)
En la etapa anterior, la de la vivencia corporal, la experiencia básicamente emocional del cuerpo y del espacio permite que el niño sienta su cuerpo como un objeto global y que desde esa globalidad se relacione con el mundo que le rodea. Es una primera unidad corporal, afectiva y expresiva, a partir de la cual se estructurará y organizará la persona. Se pueden concretar en esta nueva etapa dos aspectos principales:
- El perfeccionamiento de la motricidad global.
- La evolución de la percepción del propio cuerpo.
El perfeccionamiento de la motricidad global
Lo significativo es el progreso que se realiza en el ajuste postural. La actividad postural del niño es más espontánea y armoniosa. Esto viene condicionado por una regulación tónica más equilibrada. Esta mejora del equilibrio tónico se manifiesta claramente en las actividades y gestos que el niño realiza. Se evidencia un perfeccionamiento de las capacidades funcionales.
Se da también una clara evolución madurativa en la motricidad fina. Las actividades manipulativas del niño adquieren una mayor precisión.
La maduración postural del cuerpo permite que el niño o la niña se oriente mejor en el espacio exterior. Este proceso viene condicionado también por una progresiva estabilización de la dominancia lateral.
En esta etapa, la actividad motriz espontánea del niño se manifiesta de forma lúdica y con placer. Aparece el juego simbólico, distinto a los anteriores juegos de ejercicios funcionales. En el juego simbólico, el niño representa a través del gesto, de los objetos, de su acción. Imita a personajes reales o imaginarios. A través de este juego, el niño exterioriza contenidos relacionados con su imagen corporal.
La evolución de la percepción del propio cuerpo
En la construcción progresiva del esquema corporal, existe un primer momento caracterizado por la prevalencia de la motricidad, de la acción, del movimiento. Y un último momento, caracterizado por la representación mental del cuerpo. Entre estos dos momentos, existe un período intermedio de discriminación perceptiva de las diferentes partes del cuerpo, sin que se pierda la noción de unidad corporal como una estructura global.
La percepción del cuerpo se realiza a través de la asociación de los datos visuales y de los datos quinestésicos. La utilización del lenguaje para nombrar las diferentes partes del cuerpo favorece la toma de conciencia de estas partes y favorece también el proceso hacia la representación mental, más allá de la sola percepción.
La etapa de la representación mental (7-12 años)
La capacidad de la representación mental es la consecuencia de diferentes aspectos madurativos, que coinciden en la evolución:
- La evolución de la inteligencia.
- La maduración neurológica.
- La estructuración del espacio y del tiempo.
La evolución de la inteligencia
Este período de la evolución de la inteligencia es el momento en que el niño accede a la capacidad de las operaciones concretas (Piaget, 1975). Las operaciones son acciones mentales, a partir de unas acciones físicas que el niño ha interiorizado.
Una operación es una acción “interiorizada”, que no se estructura en la realidad, sino en la mente. Y "reversible": significa que la capacidad operativa permite la transformación de un estado físico presente en un estado físico posterior, con la posibilidad de retornar al estado inicial. Todo esto a nivel mental.
La maduración neurológica
Desde un punto de vista funcional, la maduración de las estructuras corticales del cerebro tiene una clara influencia sobre los aspectos tónicos y clónicos de la motricidad, es decir, los ajustes posturales y las praxis. También permite mejorar la calidad del gesto, sobrepasando los aspectos sólo cuantitativos.
La estructuración del espacio y del tiempo
Antes de este período, la comprensión del espacio por parte del niño estaba limitada a la experiencia sensorio motriz con los objetos y con el entorno. El espacio, un concepto invisible e intangible, carecía propiamente de existencia. Para el niño, el espacio estaba incluido en la apariencia de las cosas, en la proximidad, en la separación, en la continuidad con su entorno.
De la misma forma, el tiempo era difícilmente objetivable. Al igual que el espacio, estaba unido a experiencias vitales: el ritmo, la duración… de las actividades. Se puede decir que, hasta ese momento, el punto de referencia del niño en su capacidad de orientación espaciotemporal era su cuerpo.
A partir de los 7-8 años, el niño puede escoger ya otras referencias, además de su cuerpo, en esta orientación espaciotemporal, y se puede colocar desde otras perspectivas. Tiene en cuenta las proporciones, dimensiones, distancias, donde el cuerpo se sitúa como un elemento más.
Llegado a este punto, tengo la necesidad de hacer unas cuantas reflexiones:
- He distinguido unos conceptos psicológicos relacionados con la maduración psíquica de la persona, a través de los cuales se puede realizar un claro paralelismo con la evolución descrita en los tres primeros planos de conciencia. He llegado hasta el tercer plano, donde aparece el psiquismo, la inteligencia y sus capacidades relacionadas con la cuarta dimensión.
- El Rombo es holográfico. Por tanto, hay 6 rombos de planos de conciencia del Gran Rombo, pero también en cada una de las 7 dimensiones podemos colocar otro rombo con los 6 correspondientes rombos de planos de conciencia, y así hasta el infinito. Esto nos explica que la evolución es un continuum, tanto si nos referimos a la evolución del universo, a la evolución de la especie (filogénesis) ya la evolución del hombre (ontogénesis).
- Se trata de una evolución continua, a través del Sagrado Camino del medio de la cuarta dimensión. Es a través de este camino que podemos acceder a diferentes planos de conciencia y acceder a otras dimensiones. Por ejemplo, a través de la conciencia, podemos trasladarnos a la quinta dimensión (música), a la sexta (números). En la comunicación del 6-11-92, nos dicen que podemos acceder a ellos a través de los estados concienciales.
- Para pasar de un estado de conciencia a otro, sólo se puede hacer por el camino de la cuarta dimensión, que conecta los 6 rombos de los planos de conciencia. El vehículo para viajar es el AMOR.
- Está claro que estamos hablando de los 6 planos de conciencia ubicados en la tercera dimensión, en donde se produce: la manifestación del universo visible; la creación de los reinos de la naturaleza, el psiquismo, la inteligencia, la intelectualidad.
- La simetría especular dimensional. En el universo podemos distinguir tres componentes principales: uno compuesto por la materia; el otro, por la energía y un tercero, por la fusión de ambos. Estos tres componentes se interrelacionan y compenetran de diferente manera en cada una de las 7 dimensiones.
El Rombo hace patente la posibilidad de poder estudiar por separado materia y energía, pero para una mayor comprensión del fenómeno de la creación, se deben unir las dos partes, las dos dimensiones y comprobar cómo trabajan juntas: la 7ª con la 1ª; la 6ª con la 2ª; la 5ª con la 3ª. Las dimensiones más sutiles penetran en las más bastas y ambas forman una estructura interrelacionada y perfectamente ajustada. La energía y la materia forman una unidad en cada una de sus dimensiones.
A partir de estos puntos de reflexión, quiero seguir aportando algunos contenidos psicológicos que pueden asociarse con todos estos planteamientos:
- Los juegos de los niños son la exteriorización de sus fantasías originarias. En las interacciones tempranas satisfactorias entre el bebé y la madre, o quien haga sus funciones, se da un ajuste entre ésta y las necesidades fisiológicas del bebé. Este hecho origina unas transformaciones recíprocas, a nivel sensorial, tónico y emocional en el niño y en el entorno materno, que son a su vez una fuente de placer. Un placer que tiene su fundamento fisiológico en la descarga de las hormonas cerebrales, les morfinas y les endorfinas.
Estas transformaciones recíprocas están engramadas en el sistema neurobiológico. Estos engramas forman una memoria experiencial de las huellas del placer de la acción. A esto, los neuropsicólogos llaman la “memoria implícita”.
Cuando estas interacciones tempranas no son exitosas, el bebé vive en su cuerpo un grado de tensión. Estas tensiones corporales engramadas son el fundamento fisiológico de la angustia. El origen de todos los trastornos del niño se encuentra en estas angustias originarias y arcaicas. Si el nivel de angustia no es excesivo, el niño podrá superar estas ansiedades básicas a través del juego y de las actividades simbólicas.
Para mí, esto es una muestra de cómo la materia, la realidad corporal queda investida por la parte energética, las emociones, los afectos… y aparece en el exterior como una unidad.
- Todos los actos creativos son la manifestación exterior de aspectos de la imagen corporal de la persona que crea. La imagen corporal se construye a partir de las relaciones que se establecen con su entorno. Es el resultado de nuestra historia de relación, de nuestra biografía personal. Algunos aspectos de esta imagen son conscientes y otros inconscientes.
Toda la expresividad del niño puede considerarse como actos creativos, a través de la cual muestra su subjetividad, su autenticidad. El mundo ilusorio, fantasioso se va adaptando a la realidad objetiva a través del acto creativo. En ese sentido, el juego es un acto creador.
Lo mismo podemos decir de las creaciones de los adultos (arquitectos, pintores, escultores, escritores…). Sus producciones son la exteriorización de aspectos de su imagen corporal, su subjetividad, su autenticidad.
El concepto de “sublimación” puede relacionarse con toda esta dinámica. Freud lo definía como un mecanismo de defensa. Por ejemplo, los monjes célibes sublimaban la pulsión sexual a través de sus actividades intelectuales.
Una vez más observamos la estrecha interacción entre la parte material y la parte energética.
Quiero hacer referencia ahora a unas reflexiones que hicimos en la reunión del 1 de mayo de 2017, donde tratábamos de los Planos de conciencia, y que tienen relación con lo que estoy escribiendo:
En la reunión, hablamos de casos prácticos, donde se veía que las conductas y formas de funcionar de un niño concreto, tenía que ver con anteriores planos de conciencia en su biografía personal. Unos planos de conciencia de una etapa en la que el niño no había recibido los "buenos tratos" suficientes. Esto distorsionó su rombo, en ese momento. Este rombo, el del niño en concreto, sobrepasó los tamaños dentro de los cuales el rombo es armónico (de 18 a 19,999). La intervención terapéutica, con unas estrategias de contención, bañadas con el AMOR, hicieron que su rombo se armonizara de nuevo, y el niño pudiera acceder a nuevos estados de conciencia más evolucionados.
Fue emocionante hacer esta lectura, desde el Rombo, del sentido de una intervención terapéutica desde la psicología.
Hay ciclos físicos y ciclos concienciales. En la reunión se habló de un ciclo de 12 primeros años, donde se produce la consolidación del desarrollo psicomotor. Se produce un alivio de la materia, se pasa de la vivencia corporal a la representación corporal; del acto al pensamiento; del movimiento físico al movimiento psíquico. También se hizo referencia a los 49 años, como otro ciclo al final del cual se producen cambios fisiológicos y concienciales. A mitad de este ciclo, a los 25 años, se produce también otro cambio, una eclosión en lo biológico y en lo psíquico. De hecho, los 25 años es la edad cenit del deportista.
Puede hacerse una relación entre los ciclos y los estados concienciales.
También se habló como los buenos tratos favorecen la producción de hormonas (oxitocina, vasopresina, endorfinas…). Joan recuerda que, en la ubicación de los elementos dentro del Rombo, hay 30 elementos sutiles por descubrir, en la parte superior del Rombo, y también 30 bastos en la parte inferior. Los elementos sutiles serían el AMOR más 29 hormonas. Los buenos tratos hacen que aparezcan estos elementos sutiles.