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La 7ª dimensión

La 7ª dimensión

Este artículo trata sobre la 7ª dimensión, ese lugar donde tanto el espacio como el tiempo tienen unas características muy particulares, en el que coexisten el Todo y la Nada, el principio y el final.

EL ESPACIO-TIEMPO EN LA 7ª DIMENSIÓN

Dentro de la percepción cotidiana del tiempo, se observa que cuando una situación es desagradable, molesta, angustiosa o densa, el tiempo parece pasar muy despacio, y en cambio, cuando la situación es agradable, placentera o sutil, el tiempo transcurre con mucha rapidez. Este fenómeno de la distinta percepción del tiempo está directamente relacionado con la manera en cómo se percibe el momento, y ello depende de la frecuencia dimensional en la que se vive un determinado acontecimiento.

Sabemos que desde la 1ª hasta la 7ª dimensión, se produce un incremento de la pulsación vibratoria al ascender por cada una de las dimensiones. En la 1ªD, todo pulsa muy poco (no existe movimiento) y el tiempo (si existe tal como lo entendemos) es tan lento que no llegamos a percibirlo. Pero en la 2ªD la pulsación de la vibración se hace mayor y el tiempo empieza a ser percibido como si tuviera un transcurrir muy lento. A partir de esta dimensión, con el ascenso de la pulsación vibratoria de cada dimensión, la percepción relativa del tiempo disminuye y cada vez, éste parece fluir más deprisa, percibiéndose menos su paso. En la 6ªD la percepción del tiempo cambia notablemente y desde aquí, se puede acceder ya a todas las líneas de tiempo que existen simultáneamente. Pero al llegar a la 7ªD, en esta dimensión de tan alta frecuencia, el Tiempo está tan expandido como lo está la Nada, así que éste, ya no se puede percibir.

De esta manera, vemos que, aunque exista un Tiempo, en los dos extremos del Rombo, el Tiempo no se percibe. Pero el no Tiempo de la 1ªD (aquel que no se percibe porque es muy lento) es muy distinto del no Tiempo de la 7ªD, (que no se percibe porque está tan expandido que resulta imposible percibirlo).

EL TODO Y LA NADA. EL FINAL DEL ASCENSO

La expresión que mejor define a la 7ª D es que ésta representa “el Todo y la Nada”. La primera vez que empezamos a manejar dentro del Rombo estos dos conceptos fue al hablar de los instantes previos al Big Bang, donde se hallaban dentro de aquel “Todo comprimido y aquella Nada expandida”, todas las vibraciones primigenias manifestando sin manifestar que luego, con la aparición del Rayo Creador, empezarían a juntarse, para formar un punto ígneo dentro del cual, por fricción y calentamiento, saldría todo el Universo manifestado.

Desde ese momento cuando oímos que algo es al mismo tiempo “el Todo y la Nada”, pensamos en el instante de la Creación. Pero algo sustancial diferencia a la 7ªD de lo que conocemos como el estado previo a la Creación, ya que, en el instante anterior a la Creación, las dos polaridades iniciales Yin-Yang estaban inmersas en un movimiento frenético en el que las unas iban hacia las otras.

En cambio, en la 7ª D, ya no se produce ese movimiento vertiginoso de atracción polar. Más bien, debemos imaginar que, en esta dimensión, no hay ya ningún tipo de desplazamiento. Todo movimiento ya ha cesado.

Podemos imaginar que la vida material empieza en la 1ª D, donde están esas Masas de Existencia Pura que se encuentran en un estado de primera manifestación, en un estado de sopa homogénea e indiferenciada, casi sin manifestar formando lo que podríamos llamar un “vacío cuántico” que en realidad está lleno de formas y estructuras muy energetizadas , que aún no han sido concretizadas, nombradas y plenamente manifestadas en el mundo visible, pero que con sus saltos dimensionales y sus apariciones virtuales, son el motor que activa todos los procesos atómicos y moleculares que se dan ya en la 2ªD. Es curioso observar que lo que ocurre en la dimensión inferior, es el estímulo, el motor de lo que se originará en la dimensión superior. Este fenómeno de estimulación dimensional desde la dimensión inferior sucede en todas las transiciones dimensionales.

En la 2ªD, es donde aparece la individualización de la materia, la concreción de todas las partículas conocidas. Allí, a través de múltiples procesos de creación y retrospección, de aciertos y errores, de cientos de fusiones y la creación de automatismos funcionales, se llega al mundo tridimensional, ya dentro de la manifestación macroscópica, donde se observa la presencia de psiquismo elaborado desde cuyas manifestaciones más superiores se emanan creaciones sutiles hechas de materia fluida como la inteligencia, la voluntad, el raciocinio y el amor, que ya pertenecen ya a la 4ªD, donde las estructuras materiales y todos los cuerpos densos llegan a un punto tal de libertad y sutilidad que empiezan a vibrar y a descomponerse en cada uno de sus puntos y a proyectarse a través del espacio.

En esta cuarta dimensión se mueven todas las sensaciones emocionales, intelectuales y espirituales a las que hay que saber manejar correctamente para poderse mover en esta 4ªD dimensión con armonía y felicidad.

En el siguiente paso evolutivo, trascendiendo y perfeccionando este estado, se llega a la 5ª D, donde se hallan el sonido y el color. Es en esta dimensión donde se pueden hacer transmutaciones en las personas, así como en las estructuras celulares. En esta dimensión se pueden realizar lo que se conoce como milagros, como curar células, organismos o interactuar en la materia, materializándola o disolviéndola.

Al llegar a la 6ºD, la materia como tal desaparece o queda reducida a una expresión mínima, ya que lo que existe en esta dimensión es luz. Y al vivir en las leyes de la luz, empieza a desaparecer el Espacio-Tiempo tal como lo conocemos, ya que, desde aquí, se puede acceder instantáneamente a todas las líneas de tiempo pasadas, presentes y futuras. Por este fenómeno, se puede estar instantáneamente en todos los rincones del espacio porque estando dentro de la luz y viajando con ella, el tiempo necesario para el traslado a cualquier punto del espacio es cero, por lo que el espacio infinito se puede recorrer instantáneamente, en un tiempo igual a cero.

Un observador situado en la Tierra puede pensar desde su punto de observación que la velocidad de la luz es muy lenta ya que, para atravesar nuestra galaxia de punta a punta, se necesitarían 260.000 años de su reloj terrestre, pero a causa de la dilatación relativista del tiempo, para el viajero que viaja dentro de la luz, el tiempo que tarda en atravesar toda la galaxia es cero. Lo mismo sucede si lo trasladamos a escalas astronómicas superiores. Así, para ir desde un punto infinitamente alejado de nosotros a otro punto del universo también infinitamente lejos y situado en el sentido contrario, el tiempo que se requiere para trasladarse es cero. A la velocidad de la luz, el desplazamiento hacia cualquier lugar del infinito es cero. La distancia infinita se vuelve cero y el tiempo desaparece. Es por esto por lo que se dice que, desde esta sexta dimensión, se puede actuar sobre el tiempo y el espacio, haciendo que éste avance o retroceda.

Además de este fenómeno, sabemos que en la sexta dimensión coexisten al unísono todas las distintas líneas de tiempo, siendo posible desplazarse al pasado, al presente y al futuro.

Más allá de esta 6ªD desaparece toda esta múltiple manifestación de todas las diferentes líneas del Espacio-Tiempo que se pueden recorrer y se llega a la 7ªD, donde toda la materia por más hiper sutil que esta fuera en otras dimensiones, se desvanece por completo y el Tiempo, se deja de percibir.

Ese Todo que estaba comprimido en la 1ª dimensión, se ha ido transformando, sutilizando y liberando dimensión tras dimensión, escalón tras escalón, hasta finalmente desaparecer y convertirse en la Nada de la 7ªD. La actividad frenética pre atómica que existía en la 1ª D se ha ido suavizando y sutilizando en la medida en que iba aumentando la pulsación dimensional hasta llegar al lago sin perturbaciones ni movimientos oscilatorios de creación - retrospección de la 7ªD. En esta dimensión se halla la fuente creadora, el motor que impulsa a la creación, por lo que, de poder entrar en la 7ªD, se puede formar y detener la creación de elementos primarios, de universos y de vida.

7ªD PRINCIPIO Y FINAL

La manifestación primitiva y material que partió de la 1ªD ha ido evolucionando y pasando por las distintas etapas y niveles de organización y complejidad que llamamos dimensiones. En la 1ªD hablamos de la materia que, aunque no se puede ver, se “puede observar” de alguna manera a través de sus efectos, pero en la 7ªD, esa materia ya no la podemos observar porque hemos pasado del mundo de lo visible al de lo invisible.

La 7ª D es un punto de llegada, pero es también un punto de partida, porque esta dimensión es una existencia que pulsa hacia la 1ªD para que la vida se pueda manifestar. Es un final de ciclo y el inicio del ciclo siguiente. Por eso, cuando hablamos de la 7ªD, en realidad estamos hablando de los dos extremos del Rombo, puesto que lo que habita y emerge de la 7ªD, va a parar y se encuentra viviendo en la 1ªD.

Para que exista la 1ªD, se necesita todo lo que emana de la 7ªD. La materia primordial, puede recibir, sentir e integrar la energía sutil que emana de la 7ªD.

Esta 7ªD, en sí misma, no contiene materia, pero tiene la energía que crea la materia en la 1ªD. Desde el lugar más elevado de esta 7ªD dimensión, emanan Rayos de Energía Cósmica, vida, conciencia, dimensiones, fuerzas creadoras de la naturaleza y todo el flujo íntimo de la materia sutil de lo que todo está hecho.

Esta fuerza creadora de múltiples manifestaciones que emana desde la 7ªD es lo que da vida, estructura, conciencia y sentido evolutivo dimensional a todas las estructuras materiales que aparecen en la 1ªD. Todo lo que surge en esta dimensión material, tiene escritos en su interior todos los planes evolutivos, gracias a los cuales, los átomos, las moléculas y las criaturas evolutivas se transforman, se transmutan progresivamente hasta que llega el momento en que se convierten, ya en su etapa final, en la omnipresente Nada que es el Todo.

Al llegar a esta parte final del camino que es la 7ªD, se manifiesta en su totalidad la fuerza de la Creación que va a buscar de nuevo a la materia primigenia para que ésta, empiece de nuevo la rueda evolutiva. La 7ªD es el aparente final y al mismo tiempo, el motor y el inicio del principio. Ella es el Principio y el Final de la Creación.

EL VACÍO Y LA EXPERIENCIA MÍSTICA

Estas siete etapas de la Creación recuerdan a las fases Bíblicas de la creación del mundo que aparecen en el Génesis, en el que se dice que “En el séptimo día, descansó”.

El séptimo día, sería el momento en que se creó el vacío. Porque en ese estado, en esa séptima dimensión, es donde Nada existe, Nada se mueve y Todo Es. En ese vacío no hay Tiempo. No existen los diferentes tiempos (ni pasado, ni presente ni futuro).

No se piensa, sólo se está allí, se existe. Se está suspendido en el vacío que lo contiene Todo. En este punto ya no existe la contracción ni la retroacción como en las diferentes dimensiones y que han sido el motor evolutivo que han hecho posible pode pasar de una dimensión a la otra superior. En este punto dimensional de la 7ªD, ya no hay movimientos, sino quietud. El vacío es atemporal y lo contiene todo. Es un presente eterno. Es Ser y Estar.

Desde un punto de vista de la experiencia mística humana, llegar al vacío es sentirse en el vacío y entrar en el Ser. El Ser, el Ser Divino no se mueve, está quieto y no participa en el drama cósmico. Ahí está el Todo porque el Ser es Todo, pero al mismo tiempo, es Nada desde el punto de vista de la materia.

Un ser iluminado dice que lo ha trascendido todo porque en el Ser, nada se mueve. En esta situación no hay lentitud ni rapidez en el paso del Tiempo. No se tiene la sensación de que el Tiempo pasa o no pasa. Se vive en el Tiempo.

Aunque hay muchos matices, se puede decir que una persona que ha entrado realmente en el Ser, en el sentir del Ser, es un iluminado porque lo ha trascendido todo, porque en el Ser, nada se mueve, no se mueven las emociones, no se mueve la mente, no se mueve nada. En este estado de conciencia pura, hay una inmensa paz, una belleza tan inmensa e indescriptible que resulta difícil querer regresar a la ambivalencia y al movimiento de la vida cotidiana. Una persona, puede acceder a ese lugar en muchos momentos de su vida, pero no puede mantenerse en ese estado continuamente. Se trata de una iluminación intermitente. El ser que quiere perpetuar ese estado y estar siempre ahí, no puede vivir en la Tierra, se tiene que retirar. Mantener ese estado continuamente, implicaría alejarse y retirarse del mundo, pero con esa forma de vivir, con esa actitud, tal vez la persona al salir del cuerpo al acabar su vida terrenal quizás podría pensar: “Me perdí en mí mismo, en mis sensaciones, experiencias y me olvidé del resto de la humanidad”.

Por eso, quizá lo bueno de toda esta experiencia mística, es poder viajar hacia ese lugar divino, regresar y entregar la vivencia al mundo, porque el viajero que va a esta dimensión se conecta con el conocimiento de todos los tiempos, de todos los espacios y de todos los universos y toda esta riqueza, se puede aportar al mundo, para el mayor bien de todos los seres.

La finalidad de la experiencia mística, aunque se viva dentro del bullicio humano o en la soledad del retiro, es llegar al silencio, al vacío, y poder entrar en el Ser.

Esta búsqueda, se ha revestido de infinitos ropajes y técnicas en todo el mundo, pero estaría bien recordar a los dos métodos quizá más puros y sencillos de acercarse a este vacío a los que hemos tenido acceso en nuestra cultura.

Quizá en Oriente el Zazen es la técnica de meditación más sencilla que existe y consiste básicamente en estar sentado en una determinada postura, respirar con normalidad, permitir que los pensamientos fluyan, que pasen como nubes, pero la mente no debe detenerse en ellos, sino dejar que aparezcan, se vayan y den paso al silencio, para poder ir a un lugar más allá del pensamiento.

Y en Occidente la técnica tradicional meditativa es la meditación contemplativa, bien descrita en un libro que se llama “La nube del no saber” publicado en el siglo XIV y cuyo autor es anónimo. El autor habla de que la mente en la meditación contemplativa se ha de colocar en un nivel silencioso, entre la nube del olvido (formada por las llamadas del yo, del ego con todas sus experiencias, sensoriales, emociones, vivencias y pensamientos) y la nube del olvido (donde están todos los atributos humanos que se dan a Dios: el Dios bueno, el eterno, el Ser infinito…)

La meditación contemplativa

La meditación contemplativa

La técnica en si misma consiste en no identificarse con todos los recuerdos del yo que suben desde la nube del olvido y no hacer caso tampoco de lo que parece emerger de la nube del no saber, donde pueden estar todas las ideas, proyecciones y representaciones mentales humanas del concepto de Dios.

La mente ha de quedarse en el nivel silencioso, sin hacer caso ni seguir el discurso de las informaciones que surgen desde arriba o desde abajo.

Para mantener este estado de calma y silencio, la mente (que tiene tendencia a escapar por cualquier camino), ha de buscar una palabra que le ayude como si fuera una guía para resituarse de nuevo en este punto central de silencio en cuanto nota que se aleja de él. La palabra que puede utilizar para volver al punto de quietud puede ser Silencio, Dios, Amor, El Ser, Es, Nada, Existencia, al igual que conceptos que emergen de la Enseñanza del Rombo como 7ª dimensión, o tan sólo la palabra 7ª.

Sirve cualquier palabra (de preferencia corta) que tenga un sentido particular y que sitúe al meditador de nuevo en ese nivel silencioso de la mente. Esta palabra no es un mantra que tenga que ser repetido constantemente, sino más bien una palabra de rescate que ayude a encontrar de nuevo y sin brusquedades la vibración del silencio que se había perdido.

Esta práctica de meditación contemplativa cultiva el silencio, la atención silenciada, y lleva a la mente a un estado de silencio, de paz y de vacío.

La idea principal de estas dos técnicas meditativas que, por otro lado, son extremadamente sencillas y parecidas, es la misma: A la Nada, al Ser, al Vacío no se puede llegar a través de los procesos sensoriales ni con la utilización de las facultades mentales superiores. Al Vacío, a la Iluminación se llega a través del silencio de la mente.

Con esto no queremos decir que esta técnica sea el único camino, la única vía que se necesita para llegar al vacío, a la Nada, a la séptima dimensión, ya que es muy cierto que pulir y armonizar todos los aspectos del yo, del ego, conduce a un estado de bienestar y de ascenso evolutivo que ayuda a vivir con más plenitud la vida. De la misma manera, aproximarse con claves ciertas a la comprensión intelectual y espiritual de la Divinidad, facilita enormemente la comprensión de la misma vida, de sus movimientos, de sus cambios y del trayecto del mismo universo, pero la meditación contemplativa, practicada con asiduidad, suaviza a la mente y la lleva a un estado de paz, de tranquilidad y de silencio que permiten el contacto íntimo con el Ser interior.

Dentro del Rombo, se contemplan estos tres caminos de perfeccionamiento de los que hemos hablado. Por un lado, se habla de la necesidad de trabajar y pulir todos los aspectos del yo, del ego. Se recuerda la importancia de amar, de ayudar al prójimo, de hacer buenas obras, de ser honestos, de buscar la sabiduría, de trabajar adecuadamente, de aplicar el discernimiento, de buscar siempre la verdad y de realizar ejercicios de introspección.

Por otro lado, y contando con la limitación de la capacidad mental para entender los aspectos derivados del estudio de la Divinidad, se intenta hasta donde es posible, comprender todas las cuestiones metafísicas que surgen de este conocimiento superior.

Y como no podía ser de otra manera, también se invita a los estudiantes del Rombo a practicar la meditación y a hacer dentro de cada uno el vacío absoluto. No se ha descrito dentro de la enseñanza que método es el mejor, pero si estudiamos las distintas técnicas de meditación contemplativa que existen, veremos que todas buscan de una manera muy simple el aquietamiento de la mente y la entrada en ese espacio inmenso que es el vacío, la Nada. Todas se parecen y es cada uno quien ha de encontrar la técnica meditativa que resuena mejor en su interior. Desde luego, puede diseñar también una técnica meditativa nueva. Al final, todas se parecen mucho y tan sólo las separan algunos aspectos culturales y costumbristas. Sólo se trata de encontrarla y practicarla. Es así de sencillo. Para llegar al vacío no hay que ir a ningún sitio. Solamente se ha de estar. 

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