Los 5 elementos
La filosofía ha llevado al ser humano a pensar que la Naturaleza estaba hecha de algunos elementos primordiales que constituían el soporte de lo creado. En la Enseñanza del Rombo se nos ha hablado de estos macroelementos primigenios que actuando como si fueran fuerzas vivas, creaban, alimentaban y transmutaban todo lo que había en el planeta. En este artículo hablaremos del Aire, del Agua, de la Tierra, del Fuego y de la Madera.
Introducción
El sabio se ha interesado siempre en poder comprender de que estaban hechas las cosas que formaban el mundo que le rodeaba. Para ello, se ha valido de la curiosidad, que es una herramienta muy poderosa y que impulsa indefectiblemente a querer conocer (desgranando si es preciso) todo aquello que constituye la realidad fenoménica. Esta facultad, inherente a la conciencia, otorga la necesidad y la fuerza interior de querer conocer todo aquello que forma lo manifestado.
La primera investigación y el primer referente cultural del que disponemos en cuanto al estudio de los elementos de la Naturaleza arranca de la cultura griega, concretamente de la teoría de Empédocles, que sostenía que existían cuatro elementos primordiales y que formaban todo lo conocido. Los elementos primordiales eran cuatro: Fuego, Aire, Tierra y Agua. Más tarde, Aristóteles creyó que existía un quinto elemento intangible, al que le llamó éter.
En otras partes del mundo, (como India y Japón), el concepto clásico de los elementos fue el mismo que el griego y, por lo tanto, incluían también a este quinto elemento invisible, el éter, cuyo misterioso y sutil concepto llegó incluso hasta nuestros días. En la Edad Media, la quintaesencia era un elemento al que se le consideraba junto con los cuatro elementos clásicos de la naturaleza. El éter, o la quintaesencia, era una sustancia extremadamente ligera que se creía que ocupaba todos los espacios vacíos como si fuera un fluido. Este concepto, fue usado por los físicos teóricos del siglo XIX como base para la propagación de las ondas de luz, ya que parecía inconcebible que una onda se propagara en el vacío sin ningún tipo de soporte material, pero por falta de evidencias científicas, y ante la imposibilidad técnica de detectar este quinto elemento, su presencia fue desestimada hace unos 100 años. Sin embargo, hoy en día, la posible idea del éter o quintaesencia parece haber tenido un ligero renacer con la introducción del concepto moderno de la materia y la energía oscura. Esta materia oscura puede llenar todo el universo y puede ser el conductor, la matriz y el soporte de cualquier radiación. Del mismo modo, la energía oscura, esta energía impulsora de la creación, puede ser la causante de la aceleración y de la expansión de todo el universo y puede que guarde algún tipo de relación parenteral con la materia oscura, pues ambas parecen proceder de un área de la manifestación primigenia del Absoluto que la Física actual aún ha sido incapaz de conocer o intuir. Puede ser que algún día, la Física comprenda bien estos dos extraños componentes del universo y el misterioso quinto elemento medieval pueda ser reconocido y tenido en consideración. Tal vez, aquel día, comprendamos lo que era aquel misterioso y “desaparecido” elemento.
Composición del Universo
Pero para retomar el hilo del artículo, deberíamos volver por unos instantes a nuestros ancestros culturales y recordar que, en la antigüedad, y en otras partes del mundo, la teoría de los elementos primordiales era algo diferente a la concepción griega. Por ejemplo, en la cultura China, se hablaba de la teoría de los cinco elementos, pero estos eran diferentes, ya que lo constituían el Fuego, la Tierra, el Agua, la Madera y el Metal. En base a esta teoría Oriental de los cinco elementos, se estructuraron en China disciplinas tan diversas como la filosofía, la medicina, la música, las artes marciales, la estrategia militar y el Feng-Shui.
Los cinco elementos en la cultura China
En Occidente, la cultura griega que hacía referencia a los cuatro elementos hizo que, desde un punto de vista científico, se abordara profundamente este concepto y se empezaran a estudiar y a intentar desgranar estos cuatro elementos gracias a la alquimia, la química y la física. Gracias al estudio profundo de la materia, los cuatro elementos se empezaron a abrir, lo que permitió conocer muy posteriormente a los distintos estados en los que se presenta la materia (sólido, liquido, gaseoso y plasma) y a poder enumerar cuales eran los componentes estructurales que la formaban: los llamados átomos, un concepto que, por cierto, es de origen griego también.
Los cuatro elementos
Este primer intento de ordenación de los elementos primarios fue el inicio de la tabla periódica de los elementos y la base de otras disciplinas que se derivaron de todo ello, como la Química, la Física, la Biología, la Medicina, la Cosmología, o la Geología.
Desde el elemento 1 al 114 (La isla de la estabilidad)
El poder observar y detallar de que estaban formados los elementos, nos ha llevado a todos los conocimientos actuales de nuestra civilización. Toda nuestra cultura y nuestra civilización, en definitiva, se ha desarrollado a partir de este legado ancestral y de su posterior desarrollo científico. Ahora, desde el Rombo, y con otro lenguaje, rendiremos un homenaje a estos elementos primigenios, a estos macroelementos explicando desde un punto de vista diferente lo que también son. Los datos que aparecerán forman parte de lo que podríamos llamar enseñanzas de tercer grado o de nivel espiritual, y que han sido proporcionadas en cuenta gotas a lo largo de todos estos años. Estas revelaciones, aportarán informaciones que, aunque ya son conocidas por todos, no dejarán de sorprendernos por su sencillez y su profundidad.
LOS MACROELEMENTOS EN EL ROMBO
A lo largo de todos estos años, el tema de los elementos se ha ido asomando con absoluta discreción en la Enseñanza del Rombo. Los macroelementos han ido apareciendo poco a poco, uno tras otro, de puntillas y de una forma casi desapercibida en el contexto de la totalidad de la información. Se nos han aparecido como dibujados con suaves pinceladas, en retratos sutiles, y han pasado por delante nuestro casi como sin querer pasar. Para entenderlos, los hemos tenido que estudiar una y otra vez. Y para nuestra sorpresa, los elementos que se han considerado han sido cinco y no cuatro. Estos han sido el Aire, el Agua, la Tierra, la Madera y el Fuego.
Su estudio ha supuesto abordar este tema desde una perspectiva global, filosófica y científica a la vez, ya que el hablar de los elementos desde una óptica espiritual, supone volver a situarse dentro de la perspectiva de una mente superior, de una mente capaz de observar lo que sucede en el planeta desde un punto de vista muy amplio y general. Estudiar a los cinco elementos supone observar a los movimientos e interacciones de los grandes motores evolutivos del planeta desde un punto de vista que nos recuerda al pensamiento de los primeros filósofos acerca de los elementos, basado en la observación sencilla y directa de los fenómenos que tenían lugar en nuestra Tierra.
En este pequeño escrito, hablaremos de las Enseñanzas dadas por el Rombo sobre la teoría de los cinco elementos, de sus generalidades y de sus espectaculares funciones. Sus conceptos, aunque intuidos o conocidos, ya por todos, nos sorprenderán gratamente. Los iremos viendo uno a uno…
EL AIRE
“Toda el área de gravitación del Planeta actúa de apoyo y hogar del aire, no dejando que ningún elemento se escape, salga de su influencia, ni material, ni mental, ni etérea. Todas las leyes físicas y biológicas de la vida y todos los seres vivos necesitan para manifestarse, de la atmósfera o aire que rodea la Tierra. El aire es, en el contexto planetario, el medio y el apoyo para la vida del planeta.
Al aire, lo podríamos catalogar dentro de la categoría de ser vivo, capaz por sí mismo de transmitir, soportar y guardar la información de los genes etéreos de la humanidad del planeta Tierra, ya que actúa como reservorio para que no se pierda todo en la Nada. El aire y la atmósfera son el vehículo y depósito de las claves genéticas que rigen en este planeta y hacen de líquido amniótico portador de toda la información que necesita el jefe y guía planetario para llevar a feliz término la evolución histórica del hombre. Del ser humano, depende de que las entidades creadoras y curadores de este hermoso jardín, puedan encontrar en este aire, la buena materia para llevar adelante su tarea, y necesitan un aire puro y libre de malas influencias”
EL AGUA
“El agua es un elemento vital, vivo y necesario. El agua actúa como vehículo sagrado, portador de vida, savia vivificadora, torrente amantísimo. Ella sola es capaz de bajar a los más profundos abismos, surgir desde los picos más altos y llevar por ella misma, vida, alimento y pureza. El agua es un líquido precioso, portador de vida, y compenetra todos los espacios habitables del planeta.
El agua está presente en toda la vida del Planeta, y adopta por su amor, todas las formas posibles para que pueda ser aprovechada, manipulada, querida, destruida.
Pero también cuando es maltratada y dañada, puede llevar elementos de muerte, exterminio de especies y de volverse insalubre y no aprovechable para la criatura que necesita de ella. Pero, por mucho que la hayamos maltratada, siempre queda una esperanza de purificación, una esperanza amorosa, esperanza de que el hombre, por fin, vuelva a tener su preciada y pura agua.
La mayor parte de la naturaleza del hombre es agua. Tengamos en cuenta esto. Tengámosla como espejo y guía para el aprovechamiento personal y para ver reflejado el hermano siempre con el agua, fuente de vida, vida de vida, sin la cual nada fuera posible. Estudiemos el agua en todas sus formas y naturalezas, tratando de comprender sus canalizaciones y sus circuitos para poder aplicar nuestra enseñanza. El agua es sangre preciosa, y el agua física manifestación del agua etérea, modificable, transformable y degradable.
El agua vehículo precioso, es purificable, transformable y se vuelve adaptable para la continuidad de la vida de todo ser del planeta. Para que esta agua pueda ser transformable, purificable y volver a ser adaptable y aprovechable, necesitamos del aire. El aire como complemento físico, amorosamente absorbe, las moléculas de agua para poder ser transportadas de pueblo en pueblo y de continente en continente. Vemos pues que el aire es elemento unificador y el agua es elemento purificador”.
LA TIERRA
“La madre tierra, la que es fecundada, es la que abre sus entrañas para alimentar a sus hijos. La que se deja dañar, destrozar, pinchar, infiltrar de sustancias nocivas. Todo se lo deja hacer la Madre Tierra por sus hijos, buenos y no tan buenos.
Todo lo que constituye la biosfera de la tierra, tiene este periplo, hasta los más íntimos y recónditos pensamientos. Todo sigue hacia el descanso de la Madre Tierra. Cuanto más pura la conservamos, cuanto más hermosos sean los pensamientos que emitimos, más fructificará y más dará de sí la Madre Tierra.
No sólo se enriquece la tierra de elementos orgánicos o se ensucia de desechos venenosas o se purifica con otras sustancias, para abonar y dar más fruto. La tierra, esta preciosa tierra, se queda, todo el sustrato, lo hace suyo, lo fermenta, lo transforma y le da vida.
Queramos a la tierra y mirémosla con ojos comprensivos y compasivos. Compasivos para todas las marranadas que la criatura evolutiva o el hombre le hace. Comprensivos, porque ella es la Madre y como tal, admite y justifica a todos sus hijos. La Tierra es el punto en que la idea y el amor se concretaron para hacer surgir la vida”.
LA MADERA
“La estructura del árbol como ser vivo, nos da claramente la idea y la estructura de lo que es el aprovechamiento de los elementos primarios de la madre Tierra para formar un verdadero mapa logarítmico de lo que es el paso del tiempo dentro del orden de las leyes biológicas, físicas y químicas.
Mentalmente haceros la estructura de un árbol con la forma, fortaleza y frondosidad que vosotros desearíais para su árbol. Sus raíces fuertes, potentes, que acaban con unas ramificaciones finas como cabellos, para absorber de la amada tierra los elementos necesarios para vivir. Su tronco fuerte, potente, con la corteza necesaria para protegerlo de las agresiones y de las criaturas del medio. Las ramas, buscando siempre la expansión para fructificar mejor y poder disfrutar de las hojas verdes que hacen su transformación en el ciclo del oxígeno y el carbono.
Este tronco, fuerte, poderoso, de este viejo árbol ha tenido días, años, más años, para formar su estructura, El árbol es generoso. Si sirve para dar fruto. deja generosamente que el hombre coseche para su placer y alimento esta fruta generosa.
Si es por el placer de su sombra, extiende amorosamente las ramas para dar cobijo al que está debajo. ¡Más, ay! no siempre un árbol es para estas funciones. Generosamente el árbol se deja cortar, trocear, pulir, ... su madera sirve para quemar, para hacer papel, para hacer espléndidas construcciones de arquitectura, para esculpir hermosas figuras, para hacer horcas para ajusticiar seres humanos, para hacer la cuna del niño, para hacer la silla del abuelo.
La madera es la materia más noble y amorosa que produce nuestra biosfera. Es el testimonio vivo del tiempo que se requiere para hacer una estructura bioquímica perfecta.
La madera, como elemento precioso que es, si lo sabéis curar, preservar y potenciar sus cualidades, puede durar siglos y siglos, en los cuales lleva el mensaje íntegro. El orden genético del árbol es similar en importancia al del hombre. Respetad la madera, ya sea con un trozo grande, un trocito pequeño, dando forma de una hermosa figura o con el utensilio más modesto que pueda tener en sus manos. La madera forma parte del hombre, de la misma manera que la cultura del hombre, ha sido la cultura de la madera”.
EL FUEGO
“El fuego es un elemento primordial para la vida. El fuego tiene la facultad y la función de transmutar. Para que algo se transmute realmente, tiene que pasar por la total aniquilación y tiene que ser reducido a cenizas para que pueda ser depurado, transmutado y pueda renacer de nuevo.
El fuego es dador de vida, y se presenta también como destructor, pero el fuego regenera. Cuando hay un incendio, aunque tarde años en rebrotar ese bosque, lo que nace, nace también más fuerte. Destruye sí, y aquello que ha quemado el fuego, queda totalmente destruido, pero entonces está totalmente limpio y preparado para poder recomenzar a vivir de nuevo desde el fondo de la tierra, la que sigue teniendo vida. El fuego, no pasa más allá de la superficie. La tierra es regeneradora, y se regenera por sí misma. Lo que nace de la tierra, puede morir, pero la tierra dará en un lugar donde nunca se ha pensado, vida otra vez. El fuego es el mayor regenerador, purificador y transmutador que existe”.