A través de estos trabajos, pretendo realizar un seguimiento de las comunicaciones donde se habla del funcionamiento, estructura y evolución del hombre, desde un punto de vista ontogenético y filogenético. Hay apartados transcritos literalmente de las comunicaciones, con comentarios míos. También pretendo hacer más comprensibles los textos de las comunicaciones que hablan de estos temas, para lectores "no entrenados". Siempre desde mi propia percepción.
La evolución del planeta Tierra
(Texto escrito a partir de la comunicación de Noviembre de 1983)
El planeta Tierra tiene una antigüedad de 550 millones de años. La conciencia humana apareció hace 150 millones de años. Debemos diferenciar entre “conciencia individual”, que es la que puede tomar decisiones, y “conciencia colectiva”, cuyas decisiones están condicionadas al espíritu-grupo. Ésta es la conciencia de los animales y de los vegetales. En el inicio de la conciencia humana, el cerebro tenía la mitad de su volumen actual. Un estado instintivo. A lo largo de la evolución, fueron formándose estructuras más evolucionadas, como los centros del lenguaje. Antes de esos 150 millones de años, habían existido otras formas de vida que, después de un período de prueba, desaparecieron. Desapareció la especie, pero no el psiquismo, que quedó impregnado en la capa magnética de la Tierra. Esta capa magnética de la Tierra es como una herencia psíquica, mental y espiritual, que ha quedado grabada ya para siempre en la era magnética de la Tierra.
Estos conocimientos, cuanto más etéreos, intelectuales y espirituales son, más lejos se encuentran precisamente de la corteza de la Tierra, y cuanto más científicos, tecnológicos y de saber concreto, quedan más grabados en la capa de la Tierra. Estas zonas magnéticas cargadas de conocimientos, psiquismo y espiritualidad, no se extienden por igual en todo el planeta y su superficie, sino que existen lugares donde la confluencia de energía es tan fuerte, que sale hacia la superficie con fuerza y la persona receptiva puede detectarlo. Para recibir estos conocimientos, cualquier persona es apta. El organismo del hombre dispone de una estructura glandular capaz de segregar determinadas hormonas, que hacen potenciar su poder de captación. Sin embargo, es necesario un convencimiento y una disposición anímica, a fin de que estas estructuras orgánicas entren en funcionamiento. "El hombre erectus" es quien concretó esta vida psíquica intermitente. En un período de 500.000 años, llegó a unos grados de perfección, que el hombre actual ni siquiera puede intuir (viajes interplanetarios, la ciencia, las matemáticas, la curación de los males…). Los cataclismos provocados por el cambio de posición del eje de la Tierra hicieron desaparecer a estas civilizaciones. Los que quedaron heredaron los conocimientos que el magnetismo de la Tierra no dejó destruir. Reanudaron y continuaron la evolución, a partir fundamentalmente de un planteamiento psíquico, que le lleva a recuestionarse su existencia a partir de unas preguntas: ¿Quién soy yo? ¿De dónde vengo? ¿Dónde voy? ¿Qué hago aquí? ¿Cuál es la relación del creador conmigo? Estas preguntas conforman la primera filosofía que hace que el hombre sea hombre.
También estas preguntas, que están en la base del psiquismo del hombre, hacen que se diferencie del animal y le otorgan, sin duda, su forma antropomórfica. El hombre de hoy está en mitad de su evolución. Esta evolución debe llevarle a convertirse en el ser más perfecto del planeta Tierra, pero en su herencia hay unos residuos negativos aún por pulir, que hacen que sea una especie de bestia con conciencia. Esto es lo que explica estos instintos agresivos e inhumanos, que todavía arrastra. En su evolución, el hombre no ha pasado de la fase de “hombre erectus”. La potencialidad de su inteligencia es incalculable, así como también la potencialidad de su herencia negativa. Dentro del hombre, está el embrión del «Hombre Supremo», capaz de elevarse a las alturas más sublimes y espirituales y capaz, también, de hundirse en las simas más profundas de la bestialidad. Es necesario hacer evolucionar las estructuras cerebrales del hombre. Hay que crear unos centros sutiles, que no fundamenten solamente las capacidades intelectuales, sino que fundamenten y hagan crecer en el hombre la Espiritualidad Cósmica.
Es necesario trabajar para hacer posible esta evolución. A su vez, este trabajo debe permitirnos entender, también, por qué el hombre, proyectado hacia estos niveles de evolución cósmica, ha llegado a un nivel tal de involución, que le lleva a la autodestrucción. En todas las eras geológicas de la Tierra, el hombre ha tenido que nivelar a las fuerzas del bien y del mal, de cara a su supervivencia. Esta acción del hombre es la que crea y da forma a la historia de la humanidad. Es lo que lo constituye como el "hombre historicus". El hombre de hoy también ha construido, construye su historia y le ha llevado a la era tecnológica actual.
La ciencia y la técnica que han dado forma a la actual estructura y organización socioeconómica es algo inherente a la evolución del hombre actual, y que sólo un cataclismo podría destruir, como en otras épocas ya ha pasado. Esta técnica y esta ciencia deben ir acompañadas por una misma intensa fuerza de sed espiritual y de amor al prójimo. Es necesario avanzar con amor, espiritualidad y sabiduría. El curso de la historia del hombre está a medio camino. En ese momento, hay dos direcciones posibles: 1ª. Integrar al hombre del planeta Tierra en el Cosmos, o bien, 2ª. Dejarlo de nuevo en este planeta intermedio o, lo que sería más grave, provocar de nuevo su autodestrucción.