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La mitología sumeria

La mitología sumeria

Apenas pudimos trabajar esta mitología porque el trabajo de las mitologías estaba llegando ya a su fin, pero conocíamos muchas de sus historias porque estaban reflejadas en la mitología hebraica, en el libro conocido como Biblia. Las leyendas de Dios, del jardín del Edén, del árbol, de Adán y Eva, pasaron con posterioridad a la tradición hebraica y luego a la religión cristiana.

Aún podemos seguir las pistas de nuestros grandes antepasados en su deambular por las tierras del Oriente próximo, ya que estamos próximos al Mediterráneo. Nuestra visión se dirige ahora a una zona misteriosa, cargada de historias y que conocimos cuando íbamos al colegio gracias a una asignatura que se llamaba “Historia del Arte”: Hablamos de Mesopotamia, una región que recibió este nombre de manos de griegos y romanos y que comprendía una imprecisa y amplia zona, que albergaba en su interior a dos ríos, el Tigris y el Éufrates. Hoy en día, es difícil reconocer perfectamente a Mesopotamia, porque engloba a tres países, pero si hacemos un ligero repaso geográfico, la ubicaremos muy bien.

Mesopotamia, tenía dos partes muy diferenciadas. La parte alta, situada al Norte y la baja, situada al Sur. La alta Mesopotamia corresponde a lo que es hoy en día es Turquía y Siria. La baja Mesopotamia es actualmente Irak.

Mesopotamia albergaba una gran vida social en las dos zonas, En el norte estaba Asiria, y en el Sur se hallaban Akkad, Sumeria y Babilonia.

¿Qué tenía de particular Mesopotamia, esa zona ubicada entre ríos? Siguiendo algunas hipótesis, algo aconteció allí que hizo cambiar la vida, las costumbres populares y la civilización que se encontraba en aquella latitud. Según O’Brien, apareció un grupo de seres que emergieron “de la nada” e influenciaron en los habitantes de aquella zona de una forma tan profunda que aún hoy en día se mantiene su recuerdo.

Esos seres tan particulares, entraron en la historia como dioses o ángeles. La hipótesis de este autor apunta que un grupo de agricultores muy evolucionados y con una apariencia semejante, pero a la vez distinta a la de los nativos lugareños, se asentó en esta tierra, hizo un sistema muy desarrollado de regadío, empezó a cultivar y a convertir un páramo en un vergel, en un jardín maravilloso, en un lugar paradisiaco. Desde esta zona concreta, el conocimiento de estos “superhombres”, se desplazó al Este, hacia la zona de la Baja Mesopotamia y hacia el Sur, donde estaba Judea.

Según este autor, estos “nuevos hombres” tenían un jefe y vivían en un sitio concreto. Estos dos acontecimientos, totalmente comprensibles, cotidianos y humanos, fueron llevados por los nativos a un nivel religioso, místico y mitológico. El jefe o líder de esta comunidad de hombres avanzados, habría sido deificado y llamado Dios por parte de los lugareños. Un trato parecido, recibieron también sus ayudantes, que fueron llamaron ángeles.

El segundo hecho peculiar fue la hermosa y paradisíaca residencia de estos grandes seres. Este bello lugar, este jardín, era una zona donde los dioses iban por la tarde a pasear y refrescarse. Este sencillo dato originó el mito del jardín del Edén, que apareció en la tradición de los pueblos de aquella zona.

Tanto sumerios como hebreos recogieron el recuerdo y el mito de este bello jardín, y estaban extasiados por la idea de ese rincón maravilloso, donde confluían la refinada arquitectura, la agricultura y la jardinería.

Dice la leyenda que era tan bello pasear por allí, que los cuidadores del jardín e incluso el mismo jefe de la comunidad, gozaban contemplando aquella hermosa vegetación, oliendo aquellos perfumes y respirando aquel suave aire.

Este hecho concreto, se refleja en la de la Biblia:

“Tomó, pues, Yahveh-Dios al hombre y lo instalo en el jardín del Edén para que lo cultivara y guardara” (Génesis2, 15).

“Y se oyeron los pasos de Yahveh-Dios que se paseaba por el jardín a la brisa de la tarde” (Génesis 2,15).

Estas citas pertenecen a la Biblia, el libro seguido por el judaísmo, que en el Antiguo Testamento recoge en su totalidad la mitología hebrea. De hecho, una parte de la mitología judaica esta tan inspirada en la mitología sumeria que parece claro que ambas, se refieren a los mismos hechos que tuvieron lugar.

MITOLOGIA SUMERIA

Esta historia está escrita en la segunda de las once tablas de arcilla que se esculpieron en el 3000 A.C. La leyenda de Kharsag nos habla de un periodo que se remonta a unos 12.000 años antes. El relato está escrito en un estilo simple, exento de toda connotación religiosa: “Un grupo de sabios llegaron a las cercanías del monte Hermon (tierras montañosas próximas a la actual frontera del Líbano) y se establecieron en uno de los valles elevados. Denominaron Edén a toda la zona y Kharsag a su centro de población.
Tenían un aspecto muy diferente al de las tribus indígenas de la zona de las llanuras.
Con la ayuda de otro grupo, estos pobladores araron la tierra, cercaron los campos, sembraron grano como mínimo de tres variedades distintas, cultivaron los huertos y plantaron árboles. Juntaron rebaños de vacas y ovejas y los instalaron en rediles y establos que disponían de agua.”

Pero aparte de dominar la agricultura, parece ser que estos seres hacían cosas mucho más importantes y fantásticas. Eran capaces de hacer luz artificial y eran capaces también de volar. Quizás porque conocían la luz eléctrica o tal vez porque su tecnología espacial era luminosa, estos seres fueron conocidos como los Elohim (los seres resplandecientes). Estos hechos y sin duda muchos otros, asombraron tanto al pueblo primitivo, que los elevó a la categoría de dioses. Lo cierto es que el contacto con estos hombres distintos, supuso para esta primitiva etnia un paso decisivo en su evolución.

En las tablas sumerias se dice que “antes de la llegada de las serpientes-dragón resplandecientes de fuego, el hombre aún no había aprendido a confeccionarse vestidos ni moradas estables. La gente penetraba en sus habitáculos a cuatro patas, comía hierba directamente del suelo como las ovejas y bebía directamente de los riachuelos.”

El asentamiento del Edén prosperó durante cierto tiempo, pero se produjeron varios problemas. Parece ser que estos Señores (que surgieron del mar tal como apunta una versión posterior) tenían un líder, que se llamaba Anu. Le acompañaban Enki, Enlil y Nammu. Bajo su mirada el vergel floreció y se crearon muchas plantas nuevas. Pero Enki cometió una torpeza y comió el fruto de ocho plantas creadas por la diosa Uttu antes de que tuviera tiempo a darles nombre. Esto desencadenó en Uttu una ira tan grande que maldijo a Enki y este enfermó. Parece ser que este acontecimiento creó un desorden muy grande en la paz y la convivencia del jardín, pero no fue el único, ya que aparte de los experimentos biológicos y científicos que realizaron, parece ser que estos semidioses se relacionaron íntimamente con la especie humana inferior y ello fue posible porque tenían un parecido físico con los humanos, aunque eran mucho más altos. La aparente similitud física, les permitió tener relaciones íntimas. Eso, fue otro error que vino a enturbiar aún más la paz del paraíso. Los ángeles artesanos de nivel social, conocidos como vigilantes, tuvieron descendencia con los humanos. Nació de ello una especie gigante, monstruosa y agresiva. Estos mutantes causaron estragos en toda la llanura, hasta el punto de que los Señores del Edén, decidieron eliminarlos. Parece ser que esta civilización sufrió algún otro percance y que unos cuantos, de sus jefes, se establecieron de nuevo en otra zona, en el valle de Mesopotamia, para fundar las primeras ciudades-estado sumerias. Estas ciudades-estado eran la mansión de los dioses.

Creen los historiadores que Sumeria, fue la cuna, el principio de la civilización. El periodo Sumerio, después de una etapa de auge, decayó y empezó entonces el período Babilónico. Entonces, el dios de sus principales ciudades se convirtió en el dios supremo de todas las tierras conquistadas.

Con esto concluye el miniestudio de la Mitología Sumeria. La idea original, era haberlo hecho mucho más extenso, tal como se hizo con la mitología Grecorromana y la Celta, pero después de haber dedicado mucho tiempo al estudio de las mitologías, supimos que ya había llegado el momento de dejar este tema y pasar a otros, con lo que el estudio mitológico, que, en principio, tenía que ser extenso, se quedó en un simple esbozo. La Mitología sumeria, nos recordó muchísimo a las otras mitologías conocidas, con la presencia de estos semidioses que aparecían y que ayudaban al ser humano primitivo para poder evolucionar y dar un nuevo impulso a su civilización. Además, el estudio de la Mitología sumeria nos llevó a ver el origen de la mitología judaica y a reconocer el origen de una gran parte de la mitología que se recoge en el Antiguo Testamento y que, de una manera sorprendente, a través de los siglos, ha pasado a ser dogma de fe en la religión cristiana. Los hechos derivaron de historia a leyenda popular y posteriormente a creencia religiosa.

Aunque el estudio de esta mitología fue muy corto, sirvió para cerrar un ciclo, una época dedicada a estudiar a aquellos semidioses que poblaron la Tierra y que dejaron su impronta en América, Europa, África y Oriente. Vimos con asombro, la enorme semblanza de todas las mitologías del mundo y nos dimos cuenta de que, en todas ellas, se hablaba de igual manera de aquellos “nuevos hombres”, semidioses o dioses que llegaron desde el aire, el agua o el cielo para impartir su conocimiento y ayudar al hombre primitivo.

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