ADN y karma
En el artículo, se habla de las acciones y mecanismos del Karma en el reino mineral y en los reinos biológicos, de la aparición del ADN y de su relación con la evolución de las especies. Una parte importante del texto hace referencia a las diferentes oleadas de vida antropológica que han tenido lugar en la Tierra y de qué manera se ha podido guardar la información referente al individuo y a la especie en los campos magnéticos del planeta y en el mismo ADN.
Las elementales y no diferenciadas formas de vida que tímidamente van apareciendo en la primera dimensión, se plasman y se concretan en una forma clara en la segunda dimensión. Estas formas manifestadas que tienen ya estructuras atómicas y moleculares quieren y desean evolucionar. Buscan cambiar a arquitecturas más complejas y ansían disponer de un mecanismo vital más elaborado que les permita cumplir sus anhelos de supervivencia y evolución.
Las expresiones más primitivas de la vida se dan en el reino mineral. En los cambios de sus formas geométricas, es donde constatamos ya la presencia de la evolución dentro de este lento y silencioso reino. Las formas atómicas o moleculares que son más pesadas, más sólidas, más rígidas, con menor libertad de ejes geométricos y con menor capacidad de movimiento, tienen más restricciones, están sujetas a más leyes y tienen por tanto menos libertad.
Las formas materiales con una cristalización que dispone de más ejes geométricos de libertad y que tienen una estructura menos rígida y densa, sugieren también un nivel evolutivo mayor y una presencia menor de restricciones karmáticas.
La evolución de las estructuras y su Karma, se observa en este nivel de manifestación, en la densidad de la materia, en la disposición cristalina de sus átomos y en su color. A partir del reino mineral, y gracias a él, a sus constituyentes ya organizados y unidos desde un punto de vista físico, arquitectónico y funcional, aparece en la naturaleza una prodigiosa molécula que realiza los procedimientos más básicos de todo lo creado y que permite que se produzca un salto cualitativo del reino mineral a los reinos biológicos. Esta molécula es el ADN.
Gracias a esta súper-molécula, los átomos y las moléculas, empiezan a combinarse, a organizarse y a crear estructuras más funcionales. Estamos en el inicio de la biología.
El primer reino biológico que aparece es conocido tradicionalmente como reino mónera, que agrupa a las Arqueobacterias y las bacterias. Este, es el reino de los organismos microscópicos formados por una sola célula sin un núcleo claramente definido. Su estructura interna, está poco concretada, como lógicamente corresponde al primer nivel o primera dimensión de la escala biológica. Estas formas biológicas que progresivamente van apareciendo gracias al soporte estructural del reino molecular, sienten al igual que sus predecesores atómicos, las ansias evolutivas, que las impulsan a adaptarse perfectamente al medio y a buscar mejores soportes vitales.
Desean vivir y para ello necesitan energía, sistemas de alimentación, de mantenimiento, de reproducción y de memoria. Toda esta necesidad, este deseo, hace que aparezca, como decíamos antes, desde las primeras organizaciones de vida biológica, un sistema que permita realizar todas estas necesidades. Se precisa de una compleja máquina multifunciones. Este sistema, que es la llave de paso del reino mineral al reino biológico, es el ADN que es la llave y la clave de la vida evolucionante.
Esta estructura, que es la base de la vida, aparece necesariamente desde las primeras manifestaciones de la vida biológica. Los primeros microorganismos que aparecieron en el planeta, hace muchos millones de años, dispusieron ya de este colosal sistema de archivo y supervivencia. Los datos que se han ido registrando desde entonces en todas las formas de vida, se sobrescriben en este libro molecular, que tiene la capacidad de ser escrito, reescrito y cambiado.
La filogénesis nos dice que todas las ramas de la vida nacen de un mismo tronco, en cuya raíz están las más sencillas formas primitivas de vida, con caparazón, aún sin una diferenciación clara de los órganos, pero ya con un ADN primitivo.
El ADN permite vivir a estas primeras formas y les da la capacidad de reproducirse y evitar así la desaparición de la especie. Es el primer paso en la búsqueda de la evolución y de la inmortalidad. El sencillo ADN de las elementales formas de vida y los posteriores ADN, ya más elaborados, se han ido transmitiendo de generación en generación, de individuo en individuo, y de especie en especie. Por esta razón evolutiva, compartimos muchísimas informaciones del ADN con algas, hongos y con todos los animales que han seguido una rama de diferenciación que ha finalizado en los mamíferos, los primates y los homínidos.
Las ramas principales de la vida
Dentro del esquema evolutivo de los mamíferos, en un momento, tenemos la aparición de los primeros prosimios, que seguirán evolucionando hasta llegar a todas las formas de los simios antropomorfos y posteriormente a la eclosión de los homínidos.
A veces, nos cuesta creer y aceptar de donde venimos, porque pensamos que somos únicos, nuevos, originales, irrepetibles y que hemos aportado casi todo a la vida y a la evolución. Pero la verdad es que estamos hechos sobre muchos modelos biológicos antiguos, que se han ido mejorando y adaptando para conseguir sus necesidades frente a las condiciones generales del planeta.
La única innovación y mejora de la especie que hemos aportado es el córtex cerebral, la zona externa del cerebro donde se localizan las funciones intelectuales superiores. En el córtex reside el razonamiento elaborado y la ubicación de las nuevas zonas cerebrales especializadas que se han ido creando, como los centros de lectura, escritura, habla y espiritualidad cósmica. Todo lo demás, incluidas las otras zonas del cerebro, forman parte de la herencia ancestral común y sus rastros, se encuentran en las otras especies animales inferiores.
Cierta y lamentablemente tal vez, tenemos muy poco de único y especial. Apenas un centímetro de corteza cerebral. Quizá no somos tan diferentes de “l’avi Pau”.
Pierolapithecus Catalaunicus (13.000.000 de años)
Con todo esto, constatamos que hay una parte muy importante de nuestro código genético que corresponde a las informaciones grabadas en nuestro ADN por las criaturas primitivas, los animales y los primeros homínidos. Observamos que nuestro código genético actual, mantiene muchas características arcaicas porque en su momento, se mostraron válidas para la supervivencia. No obstante, algunas de estas conductas se integraron hace 3.500 millones de años, y algunas de ellas más recientemente, desde hace unos 3 millones de años, el tiempo estimado de nuestra última y actual civilización.
En nuestro código genético actual, se encuentran todas las funciones biológicas y también las formas de conducta que se han ido adquiriendo a través de nuestra compleja red evolutiva a lo largo de millones de años. Justamente por ello, se encuentran allí, todas las conductas instintivas, de lucha, supervivencia, guerra y agresividad, que se han aprendido y que han hecho que nuestra especie sobreviviera.
Y aunque algunas de estas conductas, todavía son necesarias para la vida actual, muchas de ellas, suponen más un lastre evolutivo que una función beneficiosa. Nuestra genética ancestral y nuestro egoísmo presente hacen que el planeta, se encuentre en la situación actual. Sabemos que ambos factores constituyen los pilares del enlentecimiento evolutivo de la Tierra. No digo nada nuevo, todos somos conscientes, pero lo que quizá no conocemos es como poder borrar o mitigar la grabación obsoleta del código genético y como desestructurar a los elementos egoicos perniciosos que forman parte de nuestro psiquismo. Esto, es otra cosa.
Cuando se habla de código genético y de borrar errores del ADN, aparece la palabra manipulación genética, y en seguida viene a la mente la imagen de un científico que a través de procesos enzimáticos o de cualquier otra índole, realiza manipulaciones en un laboratorio sobre la molécula del ADN.
Pero pienso que toda la grabación genética que hemos hecho desde que éramos organismos unicelulares, se ha realizado sin este artificio tecnológico. Para realizar cambios en el ADN, nosotros y todos los animales, hemos precisado del aprendizaje de tareas y la incorporación de nuevas formas de conducta y de relación.
No descarto en absoluto que se puedan hacer a través de la manipulación microscópica enzimática o de alguna otra técnica, cambios en la naturaleza y el funcionamiento del ADN, aplicables en enfermedades muy concretas, en alteraciones muy puntuales, pero pienso que quizás, a nivel de especie humana, los cambios, se tendrán que dar utilizando otro mecanismo, más al alcance de todo el mundo, y con la participación del colectivo de la especie, sin la intervención directa de las grandes empresas de terapia genética.
Es muy distinto modificar un gen mutado en un solo individuo que cambiar los aspectos del ADN relacionados con las conductas animales e instintivas que abarcan a la totalidad de la especie humana.
Creo que tanto el cambio genético mundial como el de la eliminación de las conductas egoicas, debe pasar por la corrección de procesos conductuales que se han de realizar en el laboratorio de la mente.
ANTROPOLOGIA
Bueno, la verdad es que todo esto de la evolución y del ADN parece un relato muy bonito, más o menos estructurado y medianamente comprensible, pero creo que la realidad es un poco más compleja.
Debo recordar con placer a Sheldrake, un bioquímico británico, cuyos trabajos me impresionaron mucho, y que, en 1981, publicó un libro llamado “Una nueva ciencia de la vida, la hipótesis de la causación formativa,” en el que el autor explicaba como las especies o los organismos pueden aprender a través de un proceso de resonancia. El autor, mantenía que, si un mono de una parte del mundo aprendía un hábito, otros monos de otras partes del mundo, manifestaban una tendencia a aprender el mismo hábito con celeridad. El trabajo caló en todo el mundo y dejó abierta la posibilidad de que los datos adquiridos por la interrelación con la vida, con el aprendizaje o con el mismo proceso intelectual, fueran depositados en unos campos de conocimiento para ser almacenados y utilizados por otros individuos que pudieran acceder a ellos.
El libro fue publicado en la versión castellana en 1990. Pero nosotros, accedimos a este mismo dato a través de la enseñanza del Rombo, en 1983 donde se hablaba básicamente de este fenómeno, pero de una manera muy resumida y utilizando otras palabras, mucho más llanas y asequibles.
En la enseñanza del Rombo, se revelaron unos datos muy sorprendentes de la antropología humana, que voy a intentar resumir de la manera más escueta posible. Estos conocimientos, permitieron realizar atrevidas hipótesis sobre los mecanismos por los cuales, se guardaba y se transmitía la información desde un archivo de conocimiento magnético a un archivo de soporte estructural. Recordemos el texto:
“Antes de 150 millones de años aparecieron formas de vida con configuración antropomórfica, con conciencia humana. Después de un período de prueba, la especie se extinguió, pero su psiquismo quedó grabado en la capa magnética del planeta.”
Aparición de la primera y segunda oleada humana
El texto, merece muchos comentarios. El primero es que los datos relativos al tiempo de aparición de la especie humana no concuerdan para nada con el conocimiento actual de este tema. Para la antropología actual, la aparición de la conciencia humana y las formas antropomórficas es muy posterior. Ese dato, es difícil de cuadrar, pero, lo más interesante, millones de años arriba o abajo, es que apareció la posibilidad de tener un registro de la actividad humana y de su psiquismo en el campo magnético terrestre.
Otro dato que merece nuestra consideración es el relativo a la desaparición de la primera especie y la aparición de la segunda especie humana. Aquí, viene la primera tragedia y sorpresa. Nosotros entendemos que, si muere la especie, muere el ADN y desaparece totalmente la información biológica. El primer ser humano, era una especie en peligro de extinción y al parecer, se extinguió de verdad. No se anduvo con chiquitas. Ni avisó, ni hubo ninguna asociación protectora de animales, que cuidara de él. Se fue sin más, casi sin despedirse. Nadie notó su marcha.
Hoy en día, en cambio, estamos muy preocupados por la desaparición de las especies, porque todas tienen una función, y si desaparecen, no retornan nunca y parece ser que su pérdida es irreparable.
Dentro del Rombo, sabemos que nuestra propia estructura morfológica, está relacionada con la presencia en el planeta de cada una de las especies, y su desaparición, y pérdida de influencia, puede afectarnos de alguna manera no conocida con claridad. El hombre de hoy en día siente inconscientemente la importancia que tiene el salvaguardar todas las especies animales para mantener el equilibrio y el orden del mundo.
Pero en el caso del primer humano, parece ser que no hubo nadie que velara por él y como no lo hizo demasiado bien, se ve que se extinguió sin más. Pero aquí, pasó algo muy extraño, porque si bien desapareció la información de las primeras formas de vida antropomórficas con conciencia humana y se extinguió su ADN biológico, el psiquismo, en cambio permaneció en algún sitio.
Ahora bien, aquí aparecen algunas preguntas lógicas, ya que si damos por posible que la información psíquica permanezca después de la extinción de la especie, también podría ser que la información de la forma tridimensional de la estructura corporal y la información bioquímica del ADN, hicieran algo parecido y no se perdieran del todo. La pregunta es razonablemente lógica. Si se puede grabar una información vital, también se podría grabar otra que fuera parecida y estuviera en un mismo rango.
Pero, no vayamos tan deprisa. Intentaremos explicarnos por partes. Empecemos por la conocida herencia psíquica. Vayamos a lo que sabemos. Este primer psiquismo humano, quedó depositado en los campos magnéticos del planeta. Entonces, esta especie de muerte morfopsíquica de los primeros hombres, no fue realmente tal, ya que más tarde, sucedió un fenómeno sorprendente.
“Al cabo de un tiempo, hace ya 150.000.000 de años, apareció otro hombre también con configuración antropomórfica, y con conciencia humana e individual, pero éste, ya era mejor, porque había recogido el psiquismo del primero. Este nuevo hombre, recogió el psiquismo depositado y en 500.000 años forjó unos grupos técnicos con un saber y una técnica totales. Su cuerpo media 5-6 metros y su vida duraba miles de años.”
No sabemos exactamente como realizó la absorción de la herencia mental, pero tenemos una referencia y puede que, en su día, fuera también el mecanismo utilizado. Según sabemos, para percibir nosotros, este tipo de conocimiento espiritual, grabado en el campo magnético terrestre, precisamos de una zona cerebral localizada en la parte superior del lóbulo parietal, llamada el centro cerebral de espiritualidad cósmica.
Esta estructura se localiza en la parte superior del lóbulo parietal izquierdo y nosotros la conocemos familiarmente como “L’anteneta de percepció”. Este centro se activa desde sus dos conexiones con el exterior: La primera es el plexo coronario (En el centro de la articulación occipito-parietal) y la segunda es a través de las fosas nasales, y sigue el circuito de nariz, hipófisis y epífisis.
Sabemos que la herencia psíquica, quedó fuertemente registrada y se puede percibir en las zonas magnéticas del planeta donde el campo magnético emana con más intensidad. En estas zonas, la herencia psíquica, puede ser transferida e integrada al ser humano mediante la utilización de estos dos circuitos.
No sabemos si en su día, la segunda oleada humana que apareció, necesito de la activación de este centro o de alguna otra área cerebral para captar la herencia magnética que le habían dejado sus antecesores. En cualquier caso, fuera a través de este centro o de otro, se precisó de un receptor que pudiera captar, descifrar y traducir una información guardada magnéticamente en el campo de la radiación terrestre e incorporarla a la estructura psico neuronal. Conociendo este sorprendente dato, es fácil plantearse si además de esta herencia mental, se pudo heredar algo más que hubiese quedado registrado en algún campo de conocimiento.
UNA HERENCIA MÁS RICA
Teniendo en cuenta que psiquismo, forma y movimiento, van unidos y están vinculados a la tercera dimensión, y que el psiquismo está guardado en un archivo magnético, es lógico pensar que tanto la forma como el movimiento de las estructuras tridimensionales, también se pudieran guardar en este mismo archivo. Seguramente, en otro nivel, en otra estantería, pero dentro del archivo correspondiente a la tercera dimensión.
Por otro lado, también podemos pensar que para que se vuelva a producir una especie antropomórfica y con unas características bioquímicas similares al hombre anterior, ha de existir algún archivo genético virtual que sirva de modelo a partir del cual, se pueda realizar una transferencia a un soporte físico. No puede ser que después de una especie se extinga, aparezca por azar, otra especie igual o muy parecida. Ha de existir una causa por la que la segunda generación, la segunda oleada morfológica, se asemeje mucho y esté inspirada en la primera, ya no tan sólo morfo-psíquicamente, sino también desde un punto de vista, atómico, molecular y genético.
Es por eso por lo que creo que, este segundo hombre, el de la segunda oleada de vida, se alimentó de varias fuentes de conocimiento. En primer lugar, se enriqueció de los datos relativos a la forma estructural, a su desplazamiento tridimensional y a los procesos mentales, datos que pertenecen todos ellos a los archivos de la tercera dimensión. También heredó el psiquismo superior proyectivo, que pertenece a la tercera y cuarta dimensión. Y como no, creo que bebió del archivo de las fuentes del ADN, que está en el mundo de las moléculas y de los átomos, y que pertenece a la segunda dimensión.
Esta herencia genética, de la que hemos hablado poco, fue tan importante como la psíquica, o la morfológica, porque sin ella, se habrían perdido millones de años de evolución animal con sus aportaciones bioquímicas y estructurales.
La herencia genética es posible gracias a la presencia de un germen o prototipo genético virtual guardado en un campo de conocimiento soportado por una base magnética, que se va sobrescribiendo y mejorando en la medida que van apareciendo más individuos con carga genética similar. Este campo de información, a base de repeticiones y de regrabaciones se va fortaleciendo y definiendo con más claridad y nitidez.
La información magnética ancestral del primer hombre, incidió en el ADN de la especie animal prehumana, que originó el primer humano e hizo que volviera a originar de nuevo, una especie similar, basada en los datos genéticos guardados magnéticamente y que sirvieron de “modelo de cristalización” para que se creara otra réplica, el que fue el segundo hombre.
Para poder digerir todo esto, hemos de entender que debe existir un mecanismo de transferencia bilateral de información entre el ADN archivado magnéticamente y el ADN físico. El lugar adecuado donde guardar la información de un campo magnético molecular como el del ADN, necesita un soporte resonante y el campo magnético de la tierra, es un buen receptáculo, es idóneo. Teniendo en cuenta que existe un conocido archivo ancestral en el que se guardan todos los inventos que ha realizado el hombre para la mejora y evolución de su especie, es lógico que el ADN del primer humano, fuera una mejora del ADN del animal anterior y que tuviera que ser guardado en algún lugar porque su descubrimiento y su fabricación, eran una mejoría notable para la especie humana. Ese lugar es el archivo akásico, que es el archivo donde se depositan las ideas ciertas que han hallado resonancia en la Ideación Divina.
Transferencia de información genética
En Ideación Divina, se encuentra la posibilidad de crear formas de vida con conciencia humana, así que el descubrimiento de la mejora biológica hecho por el hombre pasó el filtro de Ideación Divina y quedó grabado en el archivo akásico ya que es un invento válido, hecho por el hombre, útil y aprovechable para su vida en el planeta.
Resumiendo: Si aceptamos la hipótesis de que el psiquismo se puede guardar en campos magnéticos, debemos ampliar un poco el horizonte y ver que también existe la posibilidad de guardar las formas de las estructuras tridimensionales con sus posibilidades de desplazamiento y como no, la información genética del ADN. Con todo esto, estaríamos pensando que existen unos campos de información donde se almacenan datos genéticos, psíquicos, morfológicos y cinéticos que han sido descubrimientos del ser humano y que suponen una mejora para su vida en el planeta.
Estos conceptos, van en esta línea de los que propuso Sheldrake en sus trabajos. En sus publicaciones, hablaba de unos campos de información donde estaba grabada la experiencia evolutiva de un animal o de una especie. Llamó a estos archivos, campos morfogenéticos, que a pesar del nombre de “campos”, no eran energéticos en si mismos, como el campo eléctrico, magnético o gravitatorio, sino que se trataba de campos de información. Estos campos de información que propuso Sheldrake, precisan bajo nuestro criterio, un soporte magnético donde puedan ser escritos. Pensamos que el soporte magnético necesario, lo proporciona (quizá entre otros soportes resonantes) el campo magnético terrestre. Toda la información de estos campos de conocimiento, ha pasado por el filtro validador de la Ideación Divina y ha sido registrada en el complejo archivo akásico, que es la biblioteca de datos veraces y útiles que son aprovechables para la evolución humana. En este archivo, en las diferentes dimensiones de esta super biblioteca, se guardan los planos del ADN, de la morfología, del psiquismo y del conocimiento técnico y espiritual del ser humano. De este colosal archivo, con las informaciones grabadas por la experiencia vital del primer hombre, se sacaron los planos para configurar la segunda oleada humana.
He citado a Sheldrake y quisiera recordar sucintamente lo que él dice acerca de estos campos de conocimiento, ya que son conceptos que se adaptan muy bien al Rombo y que siguen su línea de enseñanza.
Este campo, al que el llama morfogernético, es un campo de información y para actuar, necesita de la materia que ha de proporcionar el soporte y la energía que ha de colocar a la materia de una manera determinada.
Este campo desempeña un papel importante en el desarrollo de la forma ya que es el responsable de la organización y estructura de átomos, moléculas, agregados materiales, funciones motoras, y del desarrollo, la reproducción, la supervivencia y la conducta.
Igual que los campos electromagnéticos o gravitacionales, estos campos de información, no se pueden ver, pero si que se pueden observar sus efectos, que son equiparables a causas espaciales y geométricas que se hacen patentes en la ordenación estructural de todos los sistemas materiales. Todos estos campos, se ordenan jerárquicamente. A un nivel superior, la unidad más compleja, coordina la disposición de los diferentes campos que constituyen la globalidad.
La primera forma material creada, depende tal vez del azar, de una creatividad inherente a la materia, o de un origen creativo trascendente, pero esta primera forma, ya genera el primer campo, el primer germen que, por transferencia de información al ADN, ayudará a crear la segunda forma, la cual creará un campo más complejo que el anterior, y al que estará asociado por una similitud resonante de la forma.
El germen primordial, forma la parte central del futuro sistema, y alrededor de el, existe un campo virtual que tiene las posibilidades de desarrollo del germen, al igual que alrededor de la estructura del hidrógeno, están las estructuras virtuales de los átomos más complejos y que se formarán posteriormente. Es decir que los campos morfogenéticos dependen del estado potencial de un sistema en proceso de desarrollo y ya están presentes de una forma virtual antes de que se adquiera la forma definitiva final. Desde este punto de vista, los campos son estructuras de probabilidad ya que no están definidos con precisión, son cambiantes y albergan la posibilidad de creación de estructuras cada vez más complejas.
Imaginemos un campo mórfico colectivo, que incide fuertemente sobre el campo individual, pero si una persona empieza a cambiar y a crear un nuevo arquetipo, y se empiezan a producir numerosas repeticiones de ese nuevo arquetipo, se puede llegar a un punto crítico en que el nuevo valor arquetípico de campo prevalezca sobre el antiguo y a partir de ese momento, se produzca un nuevo campo más complejo e influyente que el primitivo.
Con todo este esquema, es fácil entender que las formas materiales, se repiten a causa de la influencia de formas similares anteriores, que actúan a través del espacio y del tiempo. La forma que fue adaptada por el primer sistema tiene una influencia sobre las formas adoptadas por sistemas similares posteriores. Esto, está relacionado con el proceso de resonancia de las formas. Por esta causa, la primera forma de un sistema y su consiguiente frecuencia de vibración se hace presente ante cualquier sistema posterior que tenga una forma similar. La resonancia de la forma se produce desde el pasado y puede aparecer de nuevo cuando aparece un patrón similar. Es decir que un sistema que aparece, esta influenciado por todos los sistemas anteriores con forma y patrón de vibración similar. Por otro lado, el sistema más frecuente, y tal vez el de más reciente creación temporal, es el que ejerce más influencia sobre la creación de los nuevos campos.
LA SEGUNDA Y TERCERA OLEADA HUMANA
Por la enseñanza del Rombo y por la valiosa aportación de los trabajos de Sheldrake, sabemos que los campos morfogenéticos de una especie no son fijos, sino que cambian y se hacen más complejos en la medida en que la especie evoluciona. En el caso de la primera especie humana, su forma y psiquismo se basó en las formas antropomórficas más sencillas de existencia prehumana. La primera forma humana y posteriormente las demás, fueron en definitiva la repuesta a un deseo, a una necesidad, de solucionar un problema existencial profundo, ruidoso, persistente, básico. Un ansia por encontrar respuestas a las preguntas básicas. ¿Qué soy yo? ¿Qué es la vida? ¿Cómo se ha creado todo esto? ¿Quién lo ha hecho?
Esta incesante pregunta, produjo modificaciones en toda la estructura psíquico-física del ser evolutivo, afectando a todas las dimensiones, y siendo palpable en la segunda dimensión (ADN), en la tercera dimensión (estructura física, movilidad y psiquismo) y en la cuarta dimensión (proyección mental, emocional…).Todo este complejo mecanismo evolutivo, que se inicia con una pregunta fundamental, está guiado y conducido por los prototipos genéticos, o los gérmenes genéticos, que son las informaciones guardadas en estos campos y que crean constantemente las nuevas formas de existencia con posible conciencia humana.
El ADN, el inicio de la vida biológica, es una estructura receptiva, un archivo de informaciones, una máquina inteligente y creativa cuya finalidad es crear estructuras evolutivas y promover la evolución de los seres, desde los niveles primeros de la vida biológica hasta las estructuras más perfectas y capaces de albergar las manifestaciones concienciales más elevadas, que permitan la libertad absoluta y la vida plena cósmica.
Esta molécula está en la base de la vida, desde las primeras formas de la biología, hasta las últimas, y ha sido la herramienta, la máquina que ha hecho posible que nuestros deseos se hicieran realidad, se plasmaran y cambiaran el mundo. Pero el ADN, no ha trabajado solo, ya que para que todo se pusiera en marcha, se ha precisado de los Rayos Regentes con su fuerza creadora, que obedecen ciegamente al deseo humano y que sienten la necesidad de manifestarse. Además, lógicamente, se ha necesitado la acción reparadora de los Rayos Vigilantes-Ejecutores, quienes han permitido el desarrollo de una línea evolutiva correcta o la extinción de una línea de creación equivocada que habría puesto en peligro la solidez de las macroestructuras cósmicas.
Ha hecho falta también que, en los planes de Ideación Divina, existiera la posibilidad de crear vida con conciencia humana y se ha requerido además de un archivo akásico donde se pudieran guardar todos los datos que pudieran ser utilizados para este fin. Al final de todo, resulta que la evolución es un proceso multifactorial, con muchas variables, mecanismos de control y planes creadores que escapan a nuestro entendimiento. Es lógico. Todo esto parte de la Voluntad Creadora, cuyo fin, propósito y características, van más allá de nuestra comprensión humana.
Al final de toda esta complicada y compleja amalgama evolutiva, nuestro segundo hombre, de naturaleza curiosa, con ganas de aprender, e inquieto, evolucionó gracias a su deseo y al psiquismo heredado de su progenitor. Así, paso a paso, pero muy rápidamente, avanzó hasta llegar a unas cotas tecnológicas no concebidas aún por nuestra civilización.
Desarrolló la medicina, la aeronáutica, las ciencias, y todo el conocimiento hasta un punto muy elevado, pero esa civilización, pereció por un fenómeno natural. Un cuerpo celeste pasó cerca de la Tierra y por el efecto gravitatorio, el eje geográfico se inclinó 90º, provocando un cataclismo planetario. Esto provocó una extinción masiva de las especies. El fenómeno, tuvo lugar hace unos 150.000.000 de años, al final del periodo Jurásico
Las distintas extinciones planetarias
Los pocos supervivientes de esta gran civilización, tuvieron que esconderse por largos períodos de tiempo en un mundo desolado y destruido hasta que las condiciones del planeta se normalizaron y pudieron salir de sus escondrijos. En todo este tiempo, la vida primaria animal volvió a aparecer y con este resurgir, aparecieron las nuevas formas antropomórficas humanas, dotadas de conciencia individual. Era la tercera oleada de vida humana. Los seres humanos que aparecieron eran distintos a los anteriores, es lógico, porque habían cambiado todas las condiciones ambientales. La temperatura, el aire, el agua, la luz, los minerales, y la misma cadena trófica alimentaria. Todo era diferente y el medio ambiente, condicionó en parte la estructura corporal de la nueva especie.
La tercera oleada humana
Por ello, cuando los antiguos pobladores, al cabo de mucho tiempo, pudieron volver a la superficie del planeta, se encontraron con una nueva vida animal y una nueva y primitiva civilización humana, con la que convivieron durante muchos años.
Estos hombres primitivos, tomaron a los humanos de la anterior civilización como semi-Dioses. Y los antiguos pobladores, adoptaron y se familiarizaron con estos nuevos hombres. Escogieron a sus pueblos y les civilizaron. Convivieron mucho tiempo hasta que conflictos entre los mismos pueblos causaron su desaparición. Ambas oleadas humanas confraternizaron y de la unión de los dos tipos de seres humanos, nacieron los gigantes, criaturas inadaptadas y entre dos mundos, que tenían un cuerpo muy desarrollado pero un intelecto muy reducido. Esta especie inadaptada, se extinguió.
Pero el hecho de la descendencia resulta muy curioso, porque para que ello pueda suceder, y dos especies puedan fusionarse y perpetuarse, han de tener el mismo número de cromosomas. El fenómeno es lógico porque el código genético de los antiguos habitantes y el de los nuevos, era similar ya que estaba basado en los mismos planos de los prototipos genéticos y tenían el mismo número de cromosomas. Y si somos valientes y hablamos ya de cromosomas, debemos abrirlos y ver que hay allá dentro. Allí, veremos que se esconde la molécula más necesaria de la vida: El ADN.
EL ADN
La diferencia total entre las secuencias del ADN humano y la del chimpancé es de un 1%, pero la diferencia física de las dos especies es muy notoria, lo que lleva a pensar que hay un gran contraste entre la evolución de los organismos y los cambios que se observan en las moléculas del ADN. Parece como si, aparentemente, en gran parte, ambos procesos fueran independientes. Este dato, no puede pasar por alto a ningún observador mínimamente objetivo. Intentaremos adentrarnos muy por encima en el mundo del ADN, para ver si somos capaces de llegar a alguna conclusión respecto a este fenómeno y veremos también de una manera muy clara que, de esta peculiar estructura, sabemos mucho y muy poco a la vez.
La visión más popular de esta molécula dice que es un lugar donde se ordena la síntesis de los aminoácidos que se utilizan posteriormente para la formación de las proteínas. Como que las proteínas, intervienen en la construcción del organismo, en la formación de toda su estructura, en su funcionalidad y en incontables reacciones químicas, pensamos que el ADN es el soporte de toda la bioquímica y de la vida.
El ADN parece ser un ejemplo claro de grabación de informaciones en un soporte magnético molecular. Se cree que, en su estructura, bajo la forma de un código críptico, se guardan los programas de formación, crecimiento y conducta de un organismo y de su especie.
Este código genético, al que la visión más mecanicista le ha otorgado una simple función equiparable a la de una fábrica de aminoácidos, es con toda probabilidad mucho más que todo esto. Creemos que el ADN, tiene de alguna manera memoria, inteligencia, planes y mecanismos precisos y selectivos de control de su propia actividad productiva.
Vemos que el ADN ejecuta operaciones, pero lo que no sabemos es de donde salen las órdenes y las indicaciones para ejecutar el plan. El ADN, de alguna desconocida manera, responde a estímulos exteriores y crea aminoácidos controladamente.
Esta molécula, me recuerda al teclado de una máquina de escribir. Tecleo tres teclas en tres lugares y sale una letra: Pan. Tecleo en tres sitios más y sale otra palabra: Luz. En otras tres teclas y aparece otra palabra: Sed.
El ADN, (El teclado) ha hecho Pan, Luz y Sed. Ha fabricado tres cosas o tres aminoácidos distintos. Hasta aquí, todo muy claro. Pero la pregunta es: ¿Por qué los ha fabricado? ¿Quién ha tocado el teclado y con que finalidad?
Para responder a esta difícil cuestión, hemos de ir a conceptos muy básicos. Creo que sería interesante que, en este punto, miráramos el dibujo del Rombo en busca de un poco de claridad, de alguna información. De hecho, cuando no se ni cómo ni por donde resolver un problema, pongo el Rombo delante, lo observo y espero a ver líneas de solución.
Si lo miramos, vemos que, en la segunda dimensión, se encuentran las estructuras atómicas y moleculares como el ADN. También constatamos que el segundo Rayo, que rige la 6ª dimensión, se desplaza hasta la segunda dimensión, donde vivifica al ADN.
Este segundo Rayo, es el que aporta la forma pura de los diferentes arquetipos y es el que da la necesidad de buscar nuevas formas y psiquismo a la criatura evolutiva.
Si trasladamos el Rombo al esquema corporal de los plexos, veremos que el plexo frontal es la puerta de entrada del 2º Rayo y que además está muy relacionado con el lóbulo frontal. El lóbulo frontal es una estructura cerebral que está supervisando el deseo, la motivación, la conducta, el juicio, y la capacidad de relación social y sexual.
Por todo esto, entendemos perfectamente que es una zona que llama poderosamente a la energía del 2º Rayo, el cual entra por el plexo frontal, aportando al cerebro, la energía necesaria para la finalidad deseada.
Resonando con esta misma 6ª Dimensión, tenemos otra estructura cerebral muy interesante, que es la formada por el eje hormonal Hipotálamo-Hipófisis. Debemos recordar que el Hipotálamo, está relacionado con la energía de los Maestros de Sabiduría, los cuales desempeñan un papel fundamental en la evolución. Y al mismo tiempo, podemos pensar que una parte de la información presente en los campos morfogenéticos, la que hace referencia a la búsqueda de formas y psiquismo que favorezcan la evolución, se encuentre en resonancia con esta misma dimensión, por lo que se puede localizar aquí a esta información específica del campo.
Por todo ello y resumiendo, hemos de ver que existen como mínimo tres factores que inciden en esta 6ª Dimensión: El área frontal (Deseo y 2º Rayo), el Hipotálamo (Maestro Sabiduría) y el Centro Cerebral de Espiritualidad Cósmica (Captación de campos morfogenéticos).
Todas estructuras nerviosas, están muy relacionadas con el 2º Rayo y consiguientemente con el control y la activación del ADN.
Triple estímulo magnético del ADN.
El psiquismo ancestral de la especie está grabado en el campo magnético terrestre, y se percibe gracias al CCEC, el cual interactúa con el campo bio-magnético del área frontal, y del Hipotálamo, produciéndose una interacción de campos electromagnéticos que estimula al ADN, haciendo que este, fabrique aminoácidos con una finalidad, y una dirección determinada.
Resumiendo: La creación de los arquetipos y la necesidad evolutiva, incide sobre el ADN, quien espera el movimiento originado desde el mundo de la información para crear formas que recojan esa idea y que sean aptas para la evolución.
El ADN, es quien fabrica todos los aminoácidos, pero los datos relativos a la necesidad bioquímica, la organización de las células, los tejidos, órganos y organismo, se obtiene como mínimo desde una triple fuente de información.
La biología mecanicista supone que la conducta innata está genéticamente programada en el ADN, y la aprendida, se origina por cambios fisicoquímicos del Sistema Nervioso y que estos cambios, no modifican el ADN, por lo que se considera imposible que la conducta aprendida por un animal sea heredada por su descendencia (excluyendo la herencia cultural que incluyen los patrones de conducta básica observada en los progenitores).
Según la hipótesis de los campos, no existen diferencias de clase entre la conducta innata y la aprendida, en tanto que ambas, dependen de campos resonantes, por lo que se admite la posibilidad de que lo aprendido se pueda transmitir de un animal a otro a través de un mecanismo de transferencia de información.
Esto es posible porque el conocimiento adquirido, queda grabado y puesto a disposición de aquella criatura que tenga la capacidad hormonal necesaria para descifrar un código escrito magnéticamente y sea capaz de traducirlo al lenguaje bioquímico y conceptual.
De hecho, esto es lo que hace constantemente el ADN. Recoge un lenguaje magnético del campo de conocimiento y lo transforma en un lenguaje bioquímico. Transforma campos magnéticos en aminoácidos. Por esto, podemos pensar que el código genético sería similar a una radio que es capaz, gracias a su estructura interna, de captar ciertas ondas electromagnéticas y transformarlas en sonido. Si se estropea alguna pieza de la radio, no se captará bien la señal y no se percibirá correctamente la información que viaja por las ondas.
Cualquier avería en algún elemento constituyente de la radio, hará que la señal o las señales, no se perciban adecuadamente, se bloqueen, se interfieran y no se puedan interpretar. Si se lesiona o bloquea alguna pieza del ADN, no se percibirán bien los campos morfogenéticos, haciendo que se produzcan incorrectas lecturas de los planos y se originen variantes de la forma clásica del individuo o de la especie.
Las lesiones o errores presentes en el ADN hacen que no se puedan captar los patrones correctos de funcionamiento físico, emocional, mental o espiritual.
Esta magnífica molécula es capaz de dirigir la vida y también de dirigir cualquier error. Hace lo que puede, capta aquello para lo que está capacitada y hace lo que puede hacer.
Es bastante más compleja que una máquina de hacer aminoácidos. Entre otras cosas, es una estructura que tiene la capacidad de captar y de asimilar los arquetipos para buscar las formas y el psiquismo necesarios para la evolución. Es capaz de recoger esa información magnética y mantenerla activa. Es en definitiva una estructura totalmente ligada a la evolución de la persona y de la especie. Representa, condensa y permite la evolución.
También es el sitio donde se puede bloquear la capacidad de captación de los arquetipos puros y de las fórmulas matemáticas y geométricas evolutivas para detener por alguna causa, una línea evolutiva errónea. A esto, lo llamamos entre otras cosas, Karma.
EL KARMA
El Karma es el conjunto de mecanismos correctores que utilizan los Rayos Vigilantes-Ejecutores para promover la evolución y corregir las formas evolutivas erróneas. Sabemos que estos Rayos actúan en la 2ª, 3ª, 4ª,5ª y 6ª dimensión, así que hemos de pensar que en todas estas dimensiones existe Karma. En la 1ª y 7ª dimensión, donde apenas hay manifestación espacio-temporal y no existe por tanto, diferenciación individual, no existe acción y por lo tanto, no es necesaria la reacción correctiva.
Los 5 Rayos del Karma (8º, 9º, 10º, 11º, 12º)
Estos Vigilantes-Ejecutores, se desplazan acompañando a sus hermanos Regentes a través del universo, recorriendo los mismos lugares, rigiendo y encontrándose bien de la misma manera que hacen sus hermanos Regentes.
Vemos en el esquema, que los Rayos del Karma actúan siguiendo los mismos principios de correspondencia de los Rayos Regentes con los que van ligados y a los que acompañan como perfectas y acompasadas parejas de baile por todas las dimensiones.
Estos Rayos, se desplazan con los Rayos Regentes y controlan desde su salida hasta su llegada cada una de las acciones de sus ciegos hermanos, favoreciendo o anulando los resultados de su creación.
Sabemos que el trayecto evolutivo de las criaturas evolucionantes pre-cósmicas, recorre la segunda y tercera dimensión. La cuarta dimensión, la del hombre cósmico, se nos hace tan inimaginable, pero al mismo tiempo tan perfecta que se hace difícil pensar que pueda existir en este lugar un Karma restrictivo como el que podemos observar en la segunda y tercera dimensión. Quizá haya algún tipo de Karma también, y es lógico de pensarlo ya que allí están el 4º y el 10º Señor. Y si están, tienen, lógicamente, algún tipo de función. Y si su función, como sabemos, es guardar la puerta para permitir la entrada o no a los estadios superiores, vemos que existen aún aquí, algunos mecanismos de control.
Cuesta imaginar que incluso dentro de la cuarta dimensión, haya a su vez, distintos niveles o subdimensiones por las que haya que ascender, y cuyo ascenso, deba de ser controlado de alguna manera. Si hay en la cuarta dimensión algún tipo de Karma, ha de ejercer un control evolutivo o una ayuda evolutiva muy distinta a la faceta restrictiva y dolorosa que conocemos nosotros en la segunda o tercera dimensión.
Por todo esto, a grosso modo, en nuestro ideario conceptual, pensamos grosso modo, que el Karma, tal como lo imaginamos, se encuentra sobre todo en la segunda y tercera dimensión del Universo creado.
El universo creado
Cuando hablamos de la cuarta dimensión, no la relacionamos directamente con el Karma, a pesar de que allí, se encuentran el 4º y el 10º Rayo. Uno autoriza la entrada, y el otro es que es quien permite con algunas acciones precisas, la forma de acceder a los niveles superiores.
En cualquier caso, la idea que subyace bajo estas líneas es que como en cada subdimensión, las leyes y las manifestaciones de las criaturas evolutivas son distintas, a cada nivel, se producirá un tipo de control del acto evolutivo gracias al Karma, que será acorde con la dimensión donde se debe producir el acto remodelador. Cada nivel, cada plano tiene una estructura idónea que debe ser el soporte de la acción de estos Rayos reparadores.
Hemos visto que, en los átomos y moléculas, el control evolutivo, se observa con la elección de la estructura geométrica, y que, en el siguiente nivel de vida, en lo que entendemos como biología, el principal mecanismo de control radica en la molécula que dirige todos los procesos biológicos, el ADN.
Esta molécula tiene muchos lugares que están diseñados para ser centros de activación o inhibición de los sitios donde se producen los aminoácidos. El ADN está lleno de mecanismos de control que pueden ser accionados por estímulos químicos y físicos. Estos sitios de control son unos lugares privilegiados donde pueden trabajar los señores del Karma, inhibiendo o estimulando la actividad local de la molécula haciendo que produzca o no un aminoácido imprescindible para la fabricación de moléculas, tejidos y órganos.
Además de la acción sobre estos sitios de control, el Karma, puede actuar produciendo mutaciones genéticas, errores en la construcción arquitectónica de un cromosoma o en el mismo número de cromosomas.
Cariotipo normal y cariotipo defectuoso
En este cariotipo que sirve como ejemplo, se ha producido un error en el número de cromosomas y el número 21 que debía tener 2 ejemplares, tiene 3 y esto ocasiona el conocido síndrome de Down.
De esto, deducimos que según sean los requerimientos del Karma, se podrá actuar a un nivel distinto del ADN, para producir unos efectos u otro. Es muy distinto actuar sobre el cromosoma 7 que sobre el cromosoma 9, que sobre los aspectos generales de varios cromosomas.
En el gráfico que aparece a continuación, se representan algunas enfermedades en las que se ha localizado una alteración estructural en el ADN de un cromosoma específico.
Localizaciones cromosómicas de algunas enfermedades
Pero más allá de la segunda dimensión, nos encontramos con la tercera dimensión, donde muy posiblemente, existan otras estructuras sobre las que trabajar y que no comporten una acción directa sobre el ADN. Así, por ejemplo, el hecho de sufrir un accidente y padecer un daño físico, vivir situaciones desagradables que afecten a la esfera emocional, mental o espiritual o padecer privaciones sociales importantes para la vida, como la pobreza y el hambre, pueden producir grandes cambios en la persona o en la sociedad sin que, para ello, se haya tenido que intervenir en el nivel molecular.
En todos estos tipos de acciones, el Karma trabaja sobre estructuras físicas, mentales o sociales, con distintos asentamientos de entrada y de acción. Con esto, vemos y recordamos que cada dimensión, precisa de un mecanismo de reparación acorde al entorno donde se ha de producir la rectificación. El Karma y su acción, tiene un efecto múltiple y a veces, difícilmente localizable.
LA REENCARNACION Y EL KARMA
Sin duda, uno de los momentos en los que se observa de una manera más fuerte, persistente y radical la llegada del Karma, es el momento de la muerte. Es junto con el nacimiento, el momento en que vemos actuar con toda la magnificencia a estas impresionantes fuerzas, que doblegan la voluntad y el deseo humano, haciendo desaparecer y anulando cualquier movimiento que se oponga a su acción. Cuando el Karma, hace morir a una persona, ésta, se lleva consigo una réplica semidensa de su estructura antropomórfica en un cuerpo conocido también como cuerpo astral o cuerpo semidenso.
El cuerpo semidenso y el ADN etérico
Este cuerpo, tiene como el nuestro, sus células con las réplicas etéricas de los cromosomas, que conforman su código genético semidenso. Este cuerpo semi denso, mantiene la misma apariencia que el ser humano tenía en la Tierra, pero para encarnarse, en el momento previo a su encarnación, aún debe transformar más su estructura. Ha de disolver su parte egoica.
Sutilización del cuerpo Espíritu con peri-espíritu
Al hacerlo y al desaparecer su forma y color, se transfiere toda la información vital a la capa que envuelve al espíritu llamada peri-espíritu, donde se deposita la información aportada por el código genético en los cromosomas etéricos.
Para encarnar de nuevo, la persona, ha de esperar el momento preciso. Si unos padres fusionan sus códigos genéticos, y crean un ADN nuevo, con una nueva vibración, una frecuencia, y un color concreto, se produce en ese momento, un estímulo que puede ser captado.
Es en ese instante, al producirse esta vibración, cuando aparece la posibilidad de que una persona que ha de encarnar y tenga una frecuencia compatible, tenga la posibilidad concreta de hacerlo.
Si se dan todas estas circunstancias, para la reencarnación, se ha de producir una adaptación de los dos códigos genéticos. Por un lado, el código de los padres y por otro lado, el de la persona que va a encarnar, se han de acoplar, reajustar y hacerse compatibles. A partir de este momento, se puede iniciar la transferencia de información desde los cromosomas etéricos a los nuevos cromosomas físicos aportados por los padres. Solo de esta manera, se puede transmitir con exactitud el karma. No es un mecanismo extraño, ni nuevo, ni diferente.
Antes, comentábamos que el ADN de la persona se comportaba como una radio y que captaba la radiación del campo morfogenético. El mecanismo de ahora es básicamente el mismo. Se capta desde el ADN físico una radiación electromagnética procedente del ADN etérico, que tiene integrada en una estructura magnética, la información del individuo y de la especie. Todo se transmite por radiación, y el ADN físico, con su estructura magnética es capaz de asimilar estos datos y empezar a producir los aminoácidos en el orden y cantidad adecuada para producir un nuevo ser.
El mecanismo de transferencia exacto no lo conocemos, pero ello no impide a que guiados por la lógica, presentemos una hipótesis de transferencia del genoma, que está basada en las leyes de los desplazamientos de los Rayos y en el funcionamiento general de la figura.
Mecanismo hipotético de transferencia del genoma
El primer Rayo va hacia la primera dimensión, donde le espera el séptimo Rayo, allí, provoca un estímulo y hace que las informaciones de esa primera dimensión inicien su recorrido natural hacia la cuarta dimensión, la cual forma un puente que comunica con la cuarta dimensión el otro nivel y transfiere los datos. Esta acción se produce desde la séptima dimensión del ADN semidenso hacia la primera dimensión del ADN físico y al mismo tiempo, desde la séptima dimensión del ADN físico a la primera dimensión del ADN semidenso.
En ambos trayectos, el movimiento finaliza en la cuarta dimensión, que es el puente, el ascensor por el que corre la energía arriba y abajo, comunicando el mundo del ADN físico con el mundo del ADN semidenso.
Hemos de entender que este movimiento, lo realizan además el 2º y el 3º Rayo, por lo que el circuito es un poco más complejo, pero el mismo en esencia. Se trata esencialmente de que los Rayos superiores van hacia los Rayos inferiores.
Una vez los dos circuitos se han comunicado y a través de repeticiones y bucles, se han transferido y fusionado todas las informaciones, la estructura sutil, va desapareciendo al incorporarse progresivamente a lo denso, siguiendo la regla de que lo sutil penetra a lo denso, y todo el ADN sutil con su información de Rayos y Karma, junto con su espíritu, es incorporada al ADN físico, con su propia energía de Rayos y Karma.
A partir de este punto, el nuevo organismo, lleva las dos informaciones, la de los padres y la propia. Son tres seres y toda su cadena ancestral conviviendo en la misma estructura. No me extraña que vivir sea tan complicado. Son muchas informaciones para llevar de mochila en el viaje de la vida.
Todos esos datos, ese peso, esas limitaciones pueden dificultar y entorpecer casi irremisiblemente el caminar por la Tierra. Podemos llevar encima mucho lastre del que desconocemos el origen. Eso parece una situación insalvable, pero siempre hemos observado como en una misma familia con varios hermanos, que viven todos en iguales condiciones y con iguales posibilidades, hay uno que parece sufrir todos los males y privaciones lógicos de su entorno y otro que es capaz de salir del medio, crecer de una manera distinta y tener experiencias en la vida, que hacen difícil pensar que ese hombre, nació en el seno en el que nacieron sus hermanos. Ese hombre, de mentalidad distinta, parece no sufrir el mismo castigo ni estar obligado a pasar por las mismas experiencias.
Esto es así porque cuanto más primario es un hombre, y cuanto más cerca se encuentra de las dimensiones inferiores, más leyes de todo tipo debe obedecer y cuanto más evolucionado y libre, y por tanto, más unido está a la cuarta dimensión, menos leyes debe seguir.
Este principio se puede aplicar a todo lo referente a lo social, a lo cultural, a la vida en general y a la carga genética karmática de los padres y la propia. También este principio de libertad es aplicable al momento en que una persona que ha desencarnado debe encarnar de nuevo. El retorno a la vida, también vine marcado por las leyes del Karma. Si la persona es más evolucionada, volverá en un momento adecuado, de una manera más consciente, sabiendo que había actuado erróneamente y sintiendo la necesidad y el deseo de volver. Si es poco evolucionado, volverá de una forma inconsciente, cuando el fuerte magnetismo le atraiga.
El Karma está más o menos siempre presente en nuestras vidas. Constantemente, ha hecho y hará aparición en nuestro vivir, es inevitable, pero puede ser visto, tolerado, sobrellevado o quizás reducido según la capacidad y el grado de libertad de quien lo sufre. Este Karma, nos afecta a todos los seres humanos, en menor o mayor manera, a todas las criaturas, y en todas las circunstancias sociales. Todos los animales y humanos que habitan en el planeta están sometidos a las mismas leyes Karmáticas de evolución y retorno. Todos estamos sujetos a la vida y a la muerte, que son dos formas ciertas de continuar la creación en este planeta, cuya realidad es este continuo respirar, con su cíclico flujo y reflujo universal.
La muerte y su idea reencarnacionista como hasta ahora se conocía, parece obsoleta. Nuevas formas de pensar han de surgir. En este punto, para la comprensión del Karma y los ciclos de vida, muerte y reencarnación, hemos de considerar a la fuerza de la gravedad desde otro punto de vista y ver la fuerte vinculación que tiene con el Karma. Para comprender esta nueva visión, hemos de imaginar a las distintas formas de vida, como si fueran un objeto que orbita o se mantiene fijo en una zona cercana del planeta.
Todas las formas de vida, no se mueven ni se alejan de la acción gravitatoria del planeta Tierra. Mantienen una relación de distancia en virtud de su frecuencia y su masa.
La aplicación de una ley física a un conocimiento de tercer grado (espiritual)
Para explicar de un modo muy sencillo todo esto, vamos a imaginar la atracción que ejerce la Tierra sobre el objeto magenta (que representa a un ser humano). Siendo la constante de gravitación G un valor constante, al igual que la distancia d, tenemos que la atracción entre el planeta y el cuerpo está directamente relacionada con la masa de la persona. Si esta persona desencarnada que habita en un cuerpo semidenso tiene una gran densidad, la atracción que sentirá por la Tierra, será grande, y si la masa es pequeña porque la composición del cuerpo semidenso es muy sutil porque tiene en su estructura cantidades importantes del elemento más sutil que existe y que es el amor, su densidad y peso, resultarán muy bajos, y por ende, la atracción gravitatoria de la Tierra, será menor, como también la necesidad de reencarnar. Es por esto por lo que decimos que la atracción de la masa planetaria es una fórmula inversamente proporcional al peso específico de amor generado por la criatura. Por este motivo, el retorno cíclico es incuestionable, hasta el momento en que se produce la total pureza y sabiduría, que libera a la forma de la atracción material de la masa planetaria.
Este magnífico circuito de nacimiento, evolución, separación y retorno no es tan sólo individual, porque la vida, no es la pequeña vida individual y aislada que supone una sola criatura. La vida se presenta en el planeta en forma de olas de vida que están marcadas por la cantidad de amor que son capaces de generar las criaturas de cada ola de vida. Por eso aparecen y desaparecen civilizaciones, culturas y vida en general del planeta. No siempre estas oleadas vitales han producido el mismo coeficiente de amor y sabiduría. Así pues, no siempre la desaparición y el retorno, del individuo y la especie, se hace por el mismo motivo y en el mismo tiempo.
Nuestra vida está unida a la de todos y forma un conjunto vital, una oleada de vida inseparable, que tiene su ritmo, su fuerza, su altura y su cantidad de vida.
Antes, hablábamos cuando nos enfrentábamos a los lastres de nuestra evolución, de esas pesadas cadenas genéticas que frenan la evolución de nuestro amado y castigado planeta intermedio. Quizá la solución sea aligerar nuestro ADN, nuestra forma, y nuestro psiquismo, aportando a nuestra estructura biológica, una mayor cantidad del elemento primario número 1, el más sutil, el más liviano de todos, el amor.
De esta manera, tal vez, nuestro paso por la Tierra deje esta impregnación amorosa y ésta ayude a liberar a otros seres de las pesadas cargas genéticas que arrastramos todos desde hace millones de años. Quizás el amor, el elemento más sutil y que todo lo penetra, pueda romper y liberar estas pesadas cadenas genéticas de nuestra especie.
Nuestro amado sambista Vinicius de Moraes, al que le debo tantas horas de excelente música y sensaciones, decía con su cálida voz, que había que poner un poco de amor en nuestra vida, y que la vida, si la mirábamos y escuchábamos bien, llegaba a olas, como el mar.