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Captores y emisores de Rayos

Captores y emisores de Rayos

El ser humano capta la radiación cósmica a través de sus distintos receptores, y al mismo tiempo, la puede emitir y dirigir hacia el exterior con una finalidad determinada. En este número, hablaremos de esta capacidad de captar y emitir radiaciones electromagnéticas o energías de rayo.

LA TRANSFORMACIÓN DE LA ENERGÍA

La energía de los Rayos es una fuerza envuelta en un proceso de transformación continua. Cuando sale de las distintas manifestaciones del Absoluto, la energía de los Rayos es apolar, pero cuando entra en el universo manifestado, adquiere polaridad. Los Rayos Regentes la adquieren al chocar con las estructuras masivas que se encuentran en el cosmos como protones, núcleos de Helio o electrones, y los Rayos Vigilantes-Ejecutores lo hacen al topar con la luz.

A partir de este primer contacto con el universo material, los rayos ósmicos primarios avanzan por el espacio y cuando llegan a la atmósfera de la Tierra sufren una transformación muy grande y entregan su inmensa energía a los átomos de la atmósfera, creando una lluvia de nuevas partículas y cediendo toda su energía a estas nuevas estructuras que, a su vez se van desintegrando y originando progresivamente otras partículas menores, para al final, entregar la mayor parte de su energía en forma de positrones, electrones y luz.

Figura. Cascada energética producida por un rayo cósmico primario

Figura. Cascada energética producida por un rayo cósmico primario

Si llegan positrones, éstos contactan con el ser humano, interactúan con los electrones del organismo o del ambiente, se fusionan con ellos y producen luz que, a su vez puede hacer dos cosas:

  • Ceder parcialmente su energía a los electrones próximos, con lo cual, la luz disminuye su frecuencia vibratoria (efecto Compton)
  • Ceder totalmente su energía a los electrones, produciendo un flujo electrónico que va a parar a las estructuras vecinas. (efecto fotoeléctrico)

Si lo que llegan son electrones sucede lo siguiente:

  • Se incorporan directamente a los circuitos eléctricos del sistema nervioso, yendo a parar por afinidad cinética y energética a una estructura nerviosa u otra.

Si lo que lega es luz:

  • Puede provocar un flujo electrónico por el efecto fotoeléctrico,
  • Tiene la posibilidad de producir una radiación de menor frecuencia que puede estimular las estructuras colindantes por el efecto Compton.

Al final de todo este proceso de cesión de energía, tenemos que primeramente gracias a la presencia en el cosmos de luz y de estructuras subatómicas, en segundo lugar, merced a la atmósfera del planeta y en tercer lugar debido a la misma estructura del cuerpo humano, se produce una traducción de la energía apolar de los Rayos Cósmicos emanados del Absoluto a una energía biocompatible. Esto quiere decir que al final de toda esta cascada, los Rayos Cósmicos se han convertido en luz o en electricidad, que se incorpora a los circuitos neuronales, musculares, celulares o atómicos permitiendo que se den todo tipo de procesos vitales.

Sabemos que el ser humano, es una criatura evolutiva ascendente pre-cósmica, y para que pueda seguir en su ascenso evolutivo, necesita de la utilización correcta de la energía de los Rayos, usada ya sea de una manera consciente o inconsciente.

La electricidad (la forma biocompatible de la radiación cósmica) es la energía que utiliza el cuerpo para funcionar, moverse, pensar, actuar y evolucionar. Desde este punto de vista, si tenemos en cuenta que el hombre es electricidad en movimiento y que ésta procede de los Rayos, podemos deducir que el ser humano es una condensación biológica de radiación cósmica. Los humanos recogen toda la energía metabolizada de los Rayos y se convierten ellos mismos en radiación, en Rayos cósmicos vivientes y pulsantes. Y como tales, disponen de la misma potencialidad creadora de la fuerza de los Rayos.

Cuando los electrones corren en un circuito eléctrico y pasan por un conductor enrollado, encuentran resistencia para pasar. Chocan con los átomos y las partículas se agitan.  El movimiento de partículas hace que algunos electrones salten de sus órbitas a otras más externas. Esto significa que, en el salto, adquieren más energía, pero les dura poco, pues pronto regresan a sus órbitas originales. En el regreso a sus orbitales originales, los electrones se deshacen de esa energía extra que habían adquirido y esa liberación de energía son fotones de luz. Es decir que la energía eléctrica se convierte en energía térmica y ésta ocasiona luz, que es radiación electromagnética visible. Un fenómeno similar ocurre en el ser humano, y es lo que permite que éste, pueda ser visto (por emisión de radiación electromagnética en el espectro visible), o que pueda ser detectado por las variaciones de calor que produce en el entorno (detección de radiación infrarroja). De esta manera, todo el flujo de electrones que tiene lugar en el cuerpo humano hace que aparezcan diversos tipos de radiación electromagnética, que interactúan con el campo electromagnético exterior y pueden ser vistos y detectados, tal como sucede en los electrocardiogramas, los encefalogramas y otras pruebas médicas en las que se estudia la electricidad o el magnetismo de las estructuras corpóreas.

La actividad eléctrica del organismo genera campos electromagnéticos muy diferentes, y aunque cualquier parte del cuerpo genera campos, las dos estructuras con más actividad eléctrica del cuerpo (corazón y cerebro) son capaces de generar campos electromagnéticos de alta intensidad que pueden salir proyectados fuera del cuerpo y ser dirigidos de una manera consciente o inconsciente hacia un punto concreto y con una finalidad determinada.

En el humano coexisten todas las fuerzas de la naturaleza, pero la única que puede emerger del cuerpo, la que tiene un alcance infinito y que se desplaza la velocidad de la luz, es la fuerza electromagnética. Desde su cerebro, corazón, dedos, ojos, y cualquier otra zona, esta fuerza puede emerger del cuerpo y dirigirse de una forma concreta, como si se tratara de un foco de luz, a un objeto, una persona, un país, un planeta o una galaxia. A esta energía radiante y que sigue un patrón vibratorio electromagnético, en realidad la podríamos llamar energía de Rayo porque al igual que el Rayo, va direccionada y tiene una fuerza propia que le permite desplazarse y llegar a otro lugar a la velocidad de la luz.

El hombre es un ser bioeléctrico, está hecho de miles de Rayos, y ha nacido, se ha formado y mantenido continuamente por el estímulo de los Rayos. Y esta energía de Rayo que recibe en forma de electricidad y de vibraciones electromagnéticas, la puede emitir y direccionar, porque el hombre es una antena captora y emisora de radiación. En él, según las características intrínsecas de su propia antena receptora, de su sistema nervioso y glandular, pueden entrar radiaciones de todo tipo y también de él, pueden salir las mismas radiaciones u otras, ya que el hombre es capaz de asimilarlas, metabolizarlas, convertirlas en energías biodisponibles y devolverlas ya transformadas al exterior.

La radiación que llega al ser humano desde el cosmos en forma de energía eléctrica o de luz, se funde con él y es de la misma naturaleza física de la que es emitida posteriormente. Estas radiaciones emitidas pueden ir dirigidas a otros seres humanos que las pueden captar porque ellos a su vez, son también antenas, captoras y emisoras.

El hombre es pues captor y emisor de Rayos. Y no tan sólo el hombre, ya que todas las formas de vida que hay en la Tierra, dependen del estímulo de la radiación proveniente de los Rayos cósmicos para poder vivir y evolucionar. El tejido intercambiante y fluctuante de la radiación cósmica se crea, se desplaza, se hace y se deshace continuamente. Es movible, cambiante y danza en un proceso continuo de desplazamiento y transformación infinito. La energía procedente de los Rayos crea un mar de vida en el planeta que circula de humanos a humanos y a todas las formas de vida del planeta en un circuito lleno de interacciones y caminos de ida y vuelta.

La energía de Rayo que emite el humano está relacionada con la dimensión en la que se halla. Ya comentamos que una persona que se halle en la 5ª dimensión puede realizar transformaciones y transmutaciones materiales, una que se encuentre en la 6ª dimensión, puede realizar transmutaciones atómicas y viajar por el tiempo, y una que esté en resonancia con la 7ª dimensión, puede crear materia. Es decir que como que las características y funciones del Rayo están relacionadas con la dimensión desde donde éstos emergen, podemos pensar que cuanto más alta sea la situación dimensional desde donde se actúa, el poder creador de las acciones del humano será de mayor impacto y trascendencia.

Esta potencialidad creadora del hombre, lo dota de una fuerza y un poder que desconoce. Lo único que ha de hacer el humano para poder dirigir con equilibrio sus pasos por la vida, es ser conocedor de lo que realmente es y aprender a encauzar armónicamente y con una finalidad correcta a esta energía creadora que de él, por ley emana.

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