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El alma

El alma

Este número está dedicado a la sutil envoltura del espíritu: el alma. En ella se guardan todas las experiencias por las que el humano pasa vida tras vida, encarnación tras encarnación

La palabra alma proviene del latín anima y designa el principio por el cual los seres que la poseen están dotados de vida, movimiento y capacidad de evolución. El concepto de alma encuentra su sentido más completo cuando está unido al de reencarnación, ya que el alma es perenne y no desaparece tras la muerte del cuerpo físico. Ella contiene el registro de todas las experiencias que ha vivido el ser humano en las diferentes vidas del pasado y en la actual.

El espíritu es la chispa de vida Divina que se halla presente en cada forma de manifestación. Él es uno, eterno, inmutable y a diferencia del alma, no participa del drama cósmico evolutivo. Si el espíritu es el fuego, la llama imperecedera de la vida que se halla en el centro de cualquier forma de existencia, el alma es su primer envoltorio, su humo, la individualización de esa energía primordial y la manera en que una manifestación de vida se diferencia de la otra.

Gracias al alma, el ser viviente, puede iniciar su proceso de autodescubrimiento que le llevará a recordar de una manera consciente lo que es y redescubrir al mismo tiempo al espíritu de donde todo procede.

NACIMIENTO DEL ALMA

Todas las almas proceden de chispas divinas que desean “almificarse” y para ello, entran en la gran Alma Madre, que es como un Universo de las almas que está ubicada en el punto más alto de la Creación, en la Fuente, en el Absoluto. Desde allí, se crean por un proceso de sucesivos pasos de estratificación y especialización los diferentes tipos de familias de almas. Estos desprendimientos de esta Gran Alma Madre crean almas ya diferenciadas y pueden bajar a la Tierra para encarnar, evolucionar o realizar una misión de ayuda para el despertar del ser humano.

La conexión entre el Alma Madre y el alma humana no se pierde nunca, y una parte del alma se encuentra en el sitio desde donde se proyectó la venida y el descenso al planeta. Desde ahí, sale un hilo de oro que se conecta con el ser divino, el alma del individuo y su mente superior. Esto hace que cuando el humano tiene una inspiración que parece partir de un punto elevado, como por ejemplo desde la mente superior, no sea exactamente desde allí desde donde procede, sino que lo hace desde el punto de origen del alma, de ese núcleo primigenio. Desde ese lugar, la información llega a la mente superior y desde este punto, desciende hasta la mente concreta y allí se materializa.

LAS FAMILIAS DE LAS ALMAS

Aunque hay miles de familias de almas, Mari Lise Labonté, comenta que los humanos se agrupan básicamente en doce distintas familias de almas. Cada una de ellas, está especializada en un determinado tipo de trabajo a realizar. Ella habla de la familia de los maestros (inician el movimiento), la  familia de los sanadores ( transmiten el fluido de la sanación), la de los guerreros sanadores (protegen el fluido de la sanación), la de los chamanes (ayudan a que el planeta y todos sus elementos sanen), la de los sanadores enseñantes ( la sanación en todas sus formas), la de los guerreros (defienden y protegen el universo de las almas), la de las hadas alquimistas (espiritualizan la materia), la de los comunicadores (comunican y transmiten el amor), la de los enseñantes (transmiten el conocimiento), la de los barqueros (ayudan a atravesar los diversos tránsitos de la vida), la de los iniciadores de conciencia (promueven fuertes movimientos de conciencia), la de los pilares  (enraízan los planos celestes en la Tierra) y la de los mecánicos ( se encargan de la reparación de los circuitos del tejido planetario). Al mismo tiempo, dentro de cada familia de almas, un alma en cuestión puede pertenecer a distintos niveles de esa familia, ya que se puede ubicar en el centro (núcleo), en la parte intermedia o en la periferia.

Desde el centro de la familia de las almas, se inicia un movimiento que lleva la energía del interior al exterior. Y en la periferia se encuentran las almas que rozan continuamente el mundo de las chispas divinas y que atraen la energía desde el exterior y lo llevan al interior. De esta manera, en cada familia de almas se produce un pulso, un movimiento respiratorio y de comunicación entre el interior y el exterior.

Entre las diferentes almas, se pueden dar distintos tipos de relaciones. Vamos a repasar las más conocidas.

Almas hermanas.
Estas son las almas que pueden pertenecer a misma familia o a otra, pero que en el más allá formalizaron un contrato por el que se comprometían a cumplir una acción, una misión común.

Almas hermanas primordiales.
Son almas que habitan en el núcleo y que tienen una hermana primordial.

Almas gemelas.
Este tipo de almas, pertenecen a la misma familia, ocupan la misma posición o posiciones muy cercanas y están unidas por lazos de complementariedad.

Almas dobles.
Son almas de la misma familia y posición que deciden convertirse en el polo opuesto la una de la otra.

LA REENCARNACIÓN

Tanto en el caso de las almas nuevas como en el de las almas viejas que han pasado por muchos ciclos de reencarnaciones y que bajan al planeta para realizar un servicio, durante su vida en la Tierra pueden hacer alguna acción que origine una carga que obligue a estas almas a reparar, equilibrar o limpiar lo que erróneamente han hecho. De esa manera, podría suceder que un alma que ha descendido sólo para realizar una ayuda al humano, después de vivir en el planeta y desencarnar, decida encarnar de nuevo para drenar y limpiar su núcleo de todo lo que le ha acontecido en la Tierra durante su existencia.

Un desencarnado no tiene porqué encarnar enseguida. Si ha hecho una vida en conciencia, ha limpiado, arreglado y desbloqueado todo aquello que su alma estaba necesitando para brillar en toda su sabiduría, esplendor y evolución, no tiene porqué encarnar, ya que el entrar o no en la rueda de encarnaciones dependerá mucho del último camino que haya hecho.

Y si el humano desea volver porque ha de limpiar aspectos de su vida y está ya preparado, ansía encontrar un cuerpo para de algún modo experimentar todo aquello que ha proyectado y compensar deudas que hayan quedado, para hacer regalos, sentir el amor, el placer, la risa, la danza, la música, o poder cantar y disfrutar.

El acto de la reencarnación está unido al grado de libertad que posee el individuo.  Cuanto más libre es un ser y más en conciencia vive, con más claridad sabe si ha de encarnar o no y en que momento ha de hacerlo. Si por el contrario no es éste el caso, y la persona vive en la ignorancia y en el desconocimiento de la evolución, sencillamente siente el impulso inevitable de encarnar. Entonces, ha de obedecer a todas las leyes que rigen la evolución y se ve impelido a encarnar en el momento en que las leyes divinas lo determinan. En la reencarnación sucede lo mismo que en la vida: cuanto más evolucionada es una persona, más libre es y menos leyes karmáticas ha de obedecer.

LOS OBJETIVOS DEL ALMA

Cuando un alma baja a la Tierra, aunque el humano no sea consciente de ello, lleva consigo objetivos y tareas que cumplir. El hombre raramente guarda imágenes de sus anteriores vidas (aunque estos recuerdos inconscientes puedan aparecer como pulsaciones o conductas particulares) así que según cree, empieza a vivir por primera vez y a escribir una vida nueva, como si su andadura evolutiva como humano empezara desde cero y por primera vez en esta vida recién estrenada.

El alma que encarna lleva consigo ideas y proyectos que desea cumplir. Estos planes se elaboraron conjuntamente con su guía-maestro antes del momento de la encarnación. Con el guía se planificaron los objetivos y propósitos de la futura vida y entre ambos se realizó un pacto vital. En ocasiones pueden coincidir ambos pareceres, pero en otras, el guía puede proponer caminos y posibilidades, pero si el alma quiere modificarlos porque piensa que es capaz de asumir objetivos más intensos, elevados o importantes, puede (usando su libertad personal) desoír las recomendaciones y buscar objetivos más amplios, más elevados o diferentes.  Por esto, puede suceder que algunas almas demasiado audaces que buscaron objetivos de gran calado o trascendencia se vean llevadas a situaciones difíciles que la personalidad experimenta y que afronta de la manera que mejor sabe. Y también, se puede dar el caso de que haya almas que, en el momento de la negociación con el guía, hayan llegado a un acuerdo con él y digan: bien, haré un pacto. “Bajaré con estos objetivos, pero si mi personalidad no puede sostener la situación y no la aguanta, me iré”.

En cualquier caso, durante la encarnación, la comunicación clara y fluida entre el alma y la personalidad (el ego) se puede producir, y en esos momentos, el alma puede hablar y comunicarle a la persona que, en este momento particular, en este cuerpo y en estas circunstancias, los objetivos que se decidieron en su día resultan inalcanzables, por lo que éstos se pueden replantear y de esta manera abarcar sólo lo que sea factible. No hay pues pactos ni decretos que aunque lo parezcan, sean inamovibles y eternos. Todos los objetivos que se programaron en un principio, si resultan inalcanzables, se pueden modificar. Todo depende de la voluntad del humano y de su libre albedrío.

El mismo diálogo que se dio en el momento previo al descenso del alma, puede tener lugar cuando el alma está ya encarnada. Se puede establecer entonces una nueva conversación entre la persona y su guía. De este comunicación, puede aparecer el recuerdo del proyecto del alma y el guía propondrá y aconsejará las acciones necesarias para tomar adecuadamente un nuevo camino. El ser humano, al final es quien decide y marca el camino de su vida y de sus acciones.  Puede escuchar, dialogar y seguir los consejos del guía, o desatenderlos y actuar según su criterio personal, relegando al guía a un lugar muy alejado, llegando a prescindir de él y de sus indicaciones.  En esta situación, el guía totalmente desoído, queda apartado, relegado, inmovilizado y sin capacidad de interactuar y ayudar a la persona.

LA EVOLUCIÓN DEL ALMA

Durante su vida, el humano se va encontrando con las condiciones, las personas y las situaciones que le son propicias para llevar a cabo los planes diseñados por el alma. Todo aquello que es importante para la evolución del alma, llegará una y otra vez. Puede que a la primera vez no se sepa ver, que no se entienda el significado de la experiencia y es posible que se pueda esquivar en cierta forma, pero aquello que es importante para la evolución, llegará traído por la misma vida. De ese modo, las circunstancias y sucesos que se dan repetidamente son manifestaciones que aparecen para que el alma cumpla su propósito y se pueda ir desbloqueando y limpiando.

Se encarna para dar, sentir, experimentar, regalar y también para reparar acciones erróneas que se han cometido. Por ello, en muchas ocasiones, el alma contacta con otras almas (a través de la familia, amigos o parejas) con las que ha tenido antiguas vivencias porque entre ellas han quedado acciones pendientes, reparaciones por solventar o regalos y agradecimientos que ofrecer. También puede ser que se quiera experimentar por voluntad propia del alma aquello que se ha infligido en otros momentos a otros seres. En este caso, el alma se da cuenta de que para ella era una carga aquello que había lanzado sobre los otros seres y se ofrece para sentir en si misma aquel daño que realizó. En todos los casos, en cada encarnación el alma intenta sanarse, limpiar capas y poder regresar a un estado de pureza.

Cuando en el momento de la muerte, el alma sale del cuerpo, se halla aun totalmente identificada con la personalidad y sigue vinculada a ella. Pero cuando el alma tras muchas encarnaciones de trabajo   y de limpieza ha hecho un camino de conciencia, es capaz por fin de reconocer su propia naturaleza, se libera, está en la luz y deja de identificarse con el ego y la personalidad. El alma en sí misma, en su más pura esencia, no viene a evolucionar a la Tierra, pues ella ya lo está desde el momento en que fue creada y recibió el soplo divino del espíritu para poder bajar a experimentar. Lo que ocurre es que a medida que va interactuando con los planos materiales, vive experiencias y va poniendo cargas y capas. Entonces, la misión de la encarnación es ir quitando capas y llegar al núcleo de lo que se es realmente. Cuando se ha llegado a este punto de comprensión, ya no hay necesidad de encarnar más, pues el alma ha vuelto a su naturaleza y pureza original. No se trata (como se piensa en ocasiones) de hacer méritos para evolucionar. Solamente se precisa limpiar y recordar. El alma busca cumplir sus objetivos y deshacerse de todos los obstáculos que impiden conseguirlos. Para ello ha de limpiar sentimientos y conductas grabadas en las anteriores vidas o en la existencia actual. Ha de deshacerse de sus iras, venganzas, miedos, temores, resentimientos y frustraciones que se hallan escritos en las capas profundas de su subconsciente o consciente. Para poder liberarse de estas emociones y sentimientos es importante reconocer, acoger y amar a todos estos trastornos y tratarlos como si fueran un recién nacido o un niño pequeño. Con este trabajo psíquico de limpieza, el cuerpo físico no se verá obligado a hacer tanto esfuerzo en transmutar esas huellas. Lo que no se pueda solucionar a través de un trabajo psíquico, puede purificarse a través de la sintomatología física.

En el interior del humano, en su centro, en el corazón del corazón está la luz que vehicula al alma. Ella habla a través del silencio, de los sentidos, de las percepciones, y es por eso por lo que es importante aquietar los aspectos de la personalidad, de la mente y de las palabras internas o externas.  Cuando el alma se va liberando progresivamente de todas estas cargas, empieza a encontrarse mejor y a poder cumplir su propósito. Si las circunstancias que se dan no son éstas sino más bien las contrarias, el alma puede sentirse triste, fatigada desorientada o incluso enfada. Cuando por fin, la persona se identifica con quien realmente es, y ya ha hecho un trabajo que le ha permitido entrar en un camino en el cual ya todo está equilibrado, siente que ya no hace falta volver y puede regresar de este modo al mundo invisible ya libre de cargas.

LAS PERSONALIDADES DEL ALMA

Las personalidades son impregnaciones de aspectos del ego que han quedado fuertemente grabados en el alma y que se manifiestan de nuevo cuando se encarna en otro cuerpo y se inicia una nueva vida. Estas manifestaciones del ego correspondientes a una personalidad de una vida anterior pueden aparecer en determinadas ocasiones, en situaciones muy concretas que lo hacen detonar y emerger bruscamente desde el inconsciente. Estas personalidades activas que pueden ser una o más de una, alteran el comportamiento normal de la persona y la hacen reaccionar de una manera que no corresponde a su personalidad habitual. Interfieren en su manera de actuar, de relacionarse, de enfrentarse a determinadas situaciones y lo llevan a vivir de una manera disarmónica sucesos que no deberían despertar respuestas tan desproporcionadas y desagradables. Estas personalidades incrustadas son impedimentos importantes para la evolución personal y perjudican a la sociabilidad y a la vida íntima o profesional.

La personalidad de otra vida no puede marcharse del alma si no se ha sanado correctamente. El trabajo del humano que carga con una personalidad es liberar y curar a esa personalidad a través de fórmulas, decretos, terapia psicológica o ejercicios de limpieza interior que incidan en ese aspecto mental y lo desarraiguen de la estructura psíquica, deshaciéndolo o retornándolo a la dimensión desde donde llegó.

Cuando después de la muerte, el alma sale del cuerpo y hace todo el camino de desidentificación de la existencia, no puede expulsar por si sola a esa personalidad. A ese programa psíquico, a ese chip, que tiene identificación e inteligencia propia, mientras la persona está viva se le puede invitar a salir utilizando diversos métodos ya que el alma por sí misma, no lo puede hacer.

La personalidad que queda en el alma lo acostumbra a hacer por miedo, por venganza o por rabia.  Se trata de un ego puro que vive, que un día vivió esa experiencia y que se ha quedada fijada en el inconsciente.  La personalidad vive en una dimensión espaciotemporal distinta a la que experimenta el humano y en ese lugar mantiene su existencia. Esta personalidad o personalidades de otras existencias no permiten que el ser que ha venido a vivir su nueva experiencia pueda conducir a voluntad y correctamente su vida.

Puede suceder que existan personalidades de otras vidas que estén dormidas pero que se puedan hacer activas por algún hecho que sucede en esta vida. En ese momento, en el transcurso de una vida, quizá tras un determinado acontecimiento, una persona puede sentir de una manera más o menos intensa la intromisión de una fuerza punzante y el dominio de una personalidad que se activa y toma las riendas de la vida.

A veces, puede aparecer una personalidad que después de un tratamiento, puede ser curada y después de ella, puede expresarse otra que estaba también dormida y que detona por otro hecho. En ocasiones muy extremas, si coexisten al mismo tiempo varias personalidades despiertas, pueden hacer aparecer un brote psicótico de personalidad múltiple, que no es realmente una distorsión mental, sino que se trata de energías, esencias energéticas que están disfrazando y confundiendo a la verdadera personalidad del ser que ha venido a vivir la experiencia.

Este trastorno de personalidad conocido como trastorno de la personalidad múltiple, o actualmente como trastorno de identidad disociativo, se caracteriza por alternar diferentes identidades. Es posible que la persona sienta vivamente la presencia de dos o más personas que viven en su cabeza, y que piense que en cierta manera está poseída por esas distintas identidades. A veces las personas con trastorno de identidad disociativo también tienen amnesia disociativa, que es una pérdida de memoria más grave que lo que conocemos como “olvidos”. En este tipo de amnesia, no se pueden recordar ciertas informaciones sobre hechos y personas. A veces, este estado puede implicar también el hecho de viajar hacia otro lugar (una fuga disociativa) en un estado de confusión que aleja a la persona de su entorno conocido.

En este punto, la persona puede experimentar trastornos que le pueden hacer creer que está loca y que necesita ser ingresada o tratada. Este trastorno de la personalidad puede ser solucionado si con la terapia adecuada, se hacen desaparecer estas personalidades.

ALMA Y PERSONALIDAD

A veces, por llamarlo de alguna manera, el colorido del alma es diferente al de la personalidad que ha adquirido el alma en la nueva existencia. Es como si el humano, en su nueva personalidad, por los motivos que fuere (geográficos, familiares, sociales, educacionales) no pudiese recordar la melodía o el color del alma. Entonces, aprende a vivir de otra manera y se ajusta a esa nueva vibración. Este hecho no constituye un problema en sí mismo, lo único que sucede es que la vibración íntima de la persona no se corresponde en nada con el trabajo que realiza para su subsistencia. Esto puede hacer que alguien que tiene alma de filósofo, trabaje en un taller de reparaciones o en cualquier otro tipo de trabajo en el que lo más importante es la destreza física. Con el aprendizaje correcto, la persona, realizará su cometido perfectamente, pero el alma de filósofo, le saldrá en cada momento de su vida, en cada acción que realice, aunque no sea consciente de ello.

ELEMENTOS CONSTITUYENTES DEL ALMA

La estructura del alma es muy compleja. No tiene una sola cara, una única manifestación, sino que es un poliedro dotado de muchas facetas, con muchos componentes cambiantes, con múltiples interacciones entre todas sus caras y con el exterior. Para empezar, hemos de recordar que una parte del alma está fuera del cuerpo, pues está formando un hilo dorado de conexión entre el alma y el Alma Madre, ese lugar situado en la Fuente, desde donde todas proceden. Además, en el interior del alma se hallan depositados los acontecimientos, experiencias y vivencias de decenas o centenas de personalidades vividas. Es pues un archivo de vidas, de experiencias, de anhelos, y de recuerdos apagados o vivos, que palpitan desde el pasado o el presente.

El alma es también la sede donde viajan todos los compañeros de viaje que se han ido incorporando al ser humano por la misma necesidad evolutiva. Allí están los diferentes guías que han acompañado al humano y su guía-maestro. También forma parte del alma el Maestro de Sabiduría, creado desde la estructura más fluida y pura del humano. Este ser acompaña también al humano vida tras vida y su evolución está vinculada estrechamente a la actividad, las necesidades y los anhelos del hombre. Y participando en el mantenimiento de la estructura física del ser humano, forma parte también del alma el elemental, ese ser que le acompaña encarnación tras encarnación y cuya misión es velar por el buen funcionamiento del cuerpo físico.

Todos estos colaboradores viven en una dimensión distinta a la nuestra. Por sus funciones, hemos de pensar que el elemental, aunque trabaje en otra dimensión, no lo ha de hacer desde una dimensión elevada, ya que su trabajo está muy relacionado con el cuerpo físico. Una situación muy distinta es la que concierne al Guía y al Maestro de sabiduría. Ambos son entidades muy libres, sutiles y que se mueven, trabajan e interactúan en dimensiones elevadas. Desde esos lugares, los Guías tienen experiencias con otros guías y entidades.  Lo mismo les sucede a los Maestros de Sabiduría, que, al estar en comunión con otros Maestros, intercambian conocimiento y enriquecen de esta manera el contenido y la ayuda que pueden proporcionar a su humano. Además, estos Maestros pueden estar experimentando desde distintos puntos a la vez, y pueden estar aquí y allí al mismo tiempo, con lo que pueden llegar al alma (al unísono) informaciones que parten de distintas fuentes localizadas en dimensiones distintas.  Y lo mismo puede acontecer con los guías vinculados al estudio, a los ángeles que desempeñan tareas de protección y de ayuda y a otras entidades celestiales que están muy vinculadas con la evolución de un alma o de un grupo de almas.

Por este hecho, podemos comprender que las partes que conforman el caleidoscopio álmico pueden evolucionar y experimentar vivencias fuera del cuerpo al mismo tiempo, desde dimensiones diferentes. Al llegar todas estas informaciones al alma, pueden ser captadas, percibidas o integradas por el humano, quien, a pesar de estar aparentemente sentado en una reunión puede estar al mismo tiempo en otro lugar terrenal o dimensional, viviendo, aprendiendo y experimentando. En la medida que el ser humano evoluciona, las partes más sutiles de su alma pueden envolver más su vida y éste puede empezar a percibirlas.  Esta percepción puede mejorar si en su trabajo de limpieza interior, el humano se libra de culpas, miedos o densidades. Es entonces cuando puede llegar a contactar con estas partes a través de la meditación, del silencio, de estados alterados de conciencia, o en los sueños. Para ello, el humano ha de aquietar su personalidad y entrar en conexión con su divinidad, con su alma-espíritu.

Esto sucede porque el alma del humano, en el día a día, se identifica totalmente con el yo, con el cuerpo y no percibe a sus otros constituyentes ni a sus experiencias vitales. Pero cuanto más sube la frecuencia vibratoria del humano, más se aproxima a las frecuencias de estas entidades sutiles y con más facilidad conecta con ellas y recibe su mensaje.

Algo similar sucede con los Señores del Karma, pues el humano que está en contacto con el Maestro de Sabiduría puede acceder con más facilidad al centro de Ideación Divina, que es el lugar donde acuden los Señores del Karma y el mismo Maestro para buscar la solución de los problemas con los que se encuentra el humano en su proceso evolutivo. En un punto determinado, la acción exterior de los Señores del Karma ya no es tan necesaria, pues el mismo humano es ya conocedor de las acciones correctas o incorrectas, y la intervención de estos Sagrados Señores no resulta tan necesaria, pues el mismo humano conoce y entiende los mecanismos que rigen el principio de acción-reacción.

Todas las acciones del alma que hacen referencia a la capacidad de estar recibiendo simultáneamente información de varios sitios a la vez en distintas dimensiones están promovidas por el deseo evolutivo de la criatura encarnada quien de una manera consciente o inconsciente transmite a todas estas entidades el deseo de ir evolucionando, aprendiendo, limpiando capas y cargas mentales.

El alma siempre está despierta, activa, colaborando, trabajando con sus capacidades y sus dones. Ella, si lo necesita, también puede reposar, tomarse etapas de descanso, pero siempre ayuda y colabora con otras almas. Pero el alma vive también emociones y se puede disgustar, entristecer o quedarse sin fuerzas si el humano no acoge su plan divino, su programa a causa de miedos, malas decisiones, heridas o resentimientos. En cambio, cuando el alma se puede expresar y el ser humano acoge, desarrolla su plan, ama lo que hay y lo manifiesta, el alma se encuentra bien.

LA BIFURCACIÓN DEL ALMA

El alma puede estar encarnada en una vida paralela porque el alma quiere vivir rápidamente dos o tres experiencias al mismo tiempo. Puede estar encarnada al mismo tiempo en distintos cuerpos y en el mismo planeta. Una parte del alma puede estar encarnada aquí y la otra, en otro país del mundo. O incluso puede estar encarnada en este plano dimensional y al mismo tiempo en un plano distinto, con otro tipo de densidad. Lo que el alma experimenta en planos paralelos va a ayudar a lo que se está experimentando aquí. Lo que sucede es que el asentamiento de la llegada de la información no sucederá en el terreno de la conciencia. Pero todas esas experiencias pasarían de alguna manera, a través del inconsciente o de los sueños al campamento central del alma que estaría situado en el cuerpo. En este caso, cuando un cuerpo de los que habita el alma perece, el alma va hacia el otro cuerpo y se incorpora, y es cuando puede ocurrir que, en la vida de una persona, todo cambie de repente, sin ninguna justificación aparente, o se entre en una depresión o en un desequilibrio mental porque entran recuerdos y vivencias tan extrañas que no se pueden gestionar adecuadamente.

EL RELEVO DEL ALMA

Puede suceder que dos almas no encarnadas decidan en el más allá compartir una encarnación. Una de las almas opta por vivir los primeros años de la vida hasta un hecho concreto o una edad determinada y la otra toma el relevo a partir de una determinada experiencia vital. Cuando sucede el cambio, coincide con que la persona sufre un accidente o una enfermedad muy grave, que van acompañadas de un estado de coma, momento en el que se hace el cambio de alma. Al despertar del coma, la persona no reconoce a sus amigos, familia y se siente perdida y fuera de lugar.

EL ANCLAJE DEL ALMA EN EL CUERPO: EL CORDON DE PLATA

El timo es una glándula endocrina localizada entre el corazón y el esternón. Forma parte del sistema inmunológico y es el encargado de fabricar linfocitos T pero tiene además muchas otras funciones. Su localización dentro del Rombo corresponde a la 4ª dimensión, circunstancia que lo sitúa en el punto medio de la figura, entre la parte izquierda o material y la parte derecha o energética.  Esto quiere decir que es una especie de bisagra o puente que existe entre la materia y la energía. Por este motivo, está relacionado con el paso de la materia a energía y viceversa. Es una zona de evolución, de transformación y de transmutación. En el timo está la fuerza y la energía que permiten avanzar o frenar la evolución, en función de las memorias que se hayan sanado. En él, se encuentra el hilo conductor del alma, de la evolución del alma. El timo está muy vinculado al corazón y al chacra cardíaco, pero también al laríngeo, ya que las palabras vibran en función de la historia del alma que reside en el timo.

Desde el timo parte el cordón de plata, que es el cordón umbilical del alma. Se ancla en la profundidad del timo y tiene una cierta anchura. Este anclaje es necesario para que el alma pueda habitar en el plano terrestre. Es un hilo de plata delicado, flexible, donde se registran las memorias más importantes vividas en otras vidas. Allí están los recuerdos que influyen en ella; los relacionados con el dolor del abandono, la traición y el dolor profundo que lesionan la autoestima.

LA HERIDA FUNDAMENTAL DEL ALMA

La herida fundamental del alma es la suma de todas las experiencias no sanadas vividas en las diferentes encarnaciones.  Esta gran herida vehiculizada por el corazón nos separa de   la incondicionalidad. Muchas de las heridas que se han producido en las diferentes vidas se   reducen a una sola, que es un dolor muy profundo y suele estar relacionado por lo general con una gran injusticia, una gran traición o un abandono. Es un dolor que sólo uno mismo conoce, que golpea el pecho, y se convierte en un gran pesar que dobla al humano de la misma manera como lo hace un peso. Al mismo tiempo, este dolor personal, forma parte de la herida colectiva que vive el planeta.  Es decir, no solo la transporta el hombre, sino que está registrada en las vibraciones del planeta.

Si el ser humano queda encallado por el dolor, por la herida fundamental, el símbolo de la rueda evolutiva que lo acompaña se desdibuja. Esta figura geométrica, este símbolo, está situado en el área central de los corazones (corazón físico, corazón espiritual, corazón kármico). Es la expresión simbólica de la rueda de la vida que gira y permite entrar en distintos estados evolutivos de conciencia si los corazones están libres de cargas. Este símbolo universal ha sido representado de diferente manera en cada cultura, pero lo podemos entender como la luz dorada que une horizontalidad y verticalidad.

Desde su centro dorado parten rayos de color

Desde su centro dorado parten rayos de color.

Esta rueda es geometría sagrada. Representa la evolución del alma encarnada y reúne la vibración de los distintos corazones del corazón, es decir del gran corazón, del sagrado corazón que se transmite también por las manos, los dedos, la mirada, la sonrisa y la misma vida.

La herida fundamental sana aprendiendo a quererla. Se puede amar a la herida propia y la ajena.  Se ama a la herida de los demás cuando se observa que el otro la manifiesta bajo la forma de un dolor. De esa manera, queriendo su herida, se aprende a querer la propia. Este acto de reconocimiento, de empatía, de amor, implica desear ayudar al otro, no juzgarlo y querer a su herida desde una comprensión humilde.

A menudo la herida del otro se proyecta como un disparo hacia uno mismo. Normalmente, al ser humano le cuesta aceptarla y huye de ella, se la quiere sacar de encima y de una forma inconsciente la proyecta al exterior manifestándola a través de reacciones emocionales desproporcionadas. De esta manera, el dolor propio se proyecta hacia afuera, hacia los demás. Si alguien traiciona a un humano, esa traición le produce una herida que lanza continuamente hacia los demás. Si esa herida otro humano la hace suya, la alimenta y le da vida, se puede instalar en él, pero originalmente no era suya, sino del otro.  Y de esta manera, en este proceso de recepción y asimilación, como si se tratara de pelotas, los humanos se van pasando continuamente sus heridas.

Este mecanismo recuerda algo a la proyección de la sombra, ya que el humano tiene tendencia a proyectar su sombra, pero no es exactamente lo mismo porque la sombra son los aspectos internos de la persona y ahora nos estamos refiriendo al dolor profundo del alma, el dolor que produce la herida fundamental. Los aspectos sombra son todos los mecanismos que ayudan a huir de la herida y que ayudan también a sobrevivir. Dentro de la sombra además se pueden esconder aspectos negativos de la persona, pero también aspectos positivos que no se quieren mostrar a la sociedad. La herida fundamental y la sombra pueden tener zonas en común, pero no son exactamente lo mismo.

Algo que aparentemente parece estar mucho más relacionado con la herida fundamental es la presencia de las llamadas personalidades. Estas entidades, estas formas de vida pulsantes, corresponden a recuerdos que se mantienen vivos en alguna dimensión y que aparecen entorpeciendo la vida normal de una persona y que le hacen actuar de una manera extraña, poco habitual. Si la herida fundamental se ha reproducido en varias vidas, el mismo dolor puede haber generado distintas personalidades a lo largo de las distintas encarnaciones. Su presencia en la vida del humano se puede haber dado en circunstancias muy distintas y en historias de vida que parecen no tener un denominador común, excepto el tipo de dolor, que es el mismo, que se presenta con matices muy distintos y que pueden hacer difícil reconocerlo aun siendo el mismo porque la historia, las circunstancias del ser que lo vivió pueden ser muy distintas.  Es decir, una misma herida, puede hacer detonar distintas personalidades, diferentes vivencias y situaciones de vida que arrastran el mismo problema vestido de un color o de otro. Y ese tipo de dolor en algunas vidas se puede recibir o en otras infligir, pero es el mismo dolor, la misma situación.

En cualquier caso, con este juego que hemos comentado de traspaso de pelotas, de dolores, se alimenta el poder negativo, el poder oscuro. Y a la sombra le gusta contemplar todo este juego de transmisión de dolor. Los humanos somos expertos es traspasar heridas. Un ser herido, terriblemente dolido, descarga su dolor en el otro.  Repite de esta manera lo que ha vivido. Lo lanza y si el que está delante lo integra y lo instala dentro de sí mismo, ese mismo dolor lo proyecta a su vez en el otro y en el otro…y de esta manera, el dolor circula continuamente por todo el planeta.

Todas estas impresiones dolorosas quedan escritas en el gran libro de aspectos para sanar y se transportan a nivel celular, glandular y del sistema inmunitario, generando angustia, stress, condicionando la propia vida, separando al humano de su camino, propósito, anhelo y de aquello que ha venido a desarrollar. La actitud saludable consistiría en no apropiarse de la herida del otro ya que con esta acción se genera un gran dolor y un bloqueo de la propia fuerza vital.   Al contrario, amando a la herida del otro, la propia herida se cura y sanando la de uno, también se repara la del otro.  Queriendo y amando el odio que tiene una persona, curamos también el propio odio. Si cada uno pudiera sanar su herida, su pena y su dolor, se retiraría karma del planeta. Pero no es nada fácil amar el dolor del otro. Requiere un gran aprendizaje de sabiduría, humildad y compasión. Estos valores son muy importantes para poder entrar en el amor profundo y verdadero que disuelve las heridas y hace que se manifieste la rueda evolutiva que despliega las alas del humano, la manifestación de la creación humana y la creación universal. El acceso a ese estado mental está ya dentro de la 6º dimensión, más allá de la 5ª dimensión. 

EL ALMA DESDE LA PERSPECTIVA DEL ROMBO

El alma es una estructura emanada desde la Fuente. Al estar manifestada, el alma habita en las siete dimensiones y es lógico pensar que, en cada una de estas dimensiones o planos de conciencia, se halle una función específica del alma.

Dentro del alma hay recuerdos, pautas de actuación, de comportamiento y facultades que están grabadas en los planos y en las dimensiones. Las formas de pensamiento más elementales e instintivas que conserva el alma se adhieren a los planos inferiores, las actividades sociales, mentales y afectivas se hallan en los planos medios y las habilidades empáticas, amorosas, espirituales y místicas se ubican en los planos superiores. Las informaciones se graban en los planos y en las dimensiones según la densidad de su contenido y con más o menos fuerza, según la trascendencia del impacto.

Entonces, si imaginamos que el alma guarda una experiencia de tipo emocional que fue negativa, ésta puede quedar grabada en el primer o segundo plano de conciencia. Pero como que cualquiera de estos planos está en contacto con una dimensión (pongamos la segunda dimensión), es muy posible que, dentro de un subplano de esta misma segunda dimensión, quizás en un subplano donde el tiempo permanece en un constante presente, este recuerdo se encuentre allí vivo y palpitando, aunque haya sido grabado hace 2000 años. 

Los subplanos dentro de los planos

Los subplanos dentro de los planos

Y lo mismo sucede con los demás impactos psíquicos, experiencias y realizaciones. Todas estas impresiones positivas y negativas de la conciencia quedan grabadas en el eterno presente de determinadas subdimensiones dentro de las dimensiones. Estos recuerdos vitales, positivos y negativos, son los que pueden obligar o ayudar a reencarnar en determinado lugar, circunstancia y tiempo para poder ser subsanados, eliminados o amplificados.  Las acciones positivas, el karma positivo puede proporcionar una vida agradable, llena de posibilidades, de facilidades para la evolución y de ayuda a los demás.  Y el karma negativo puede hacer que se presenten situaciones difíciles para que se puedan corregir aspectos que no habían sido trabajados o resueltos. En cualquier caso, el alma ha de ir limpiando estas informaciones negativas presentes en todas las dimensiones hasta que vuelve a recuperar su luz, su colorido y su estado primordial. El tránsito por todos los planos de conciencia ha de ser fluido, recorrido por el camino central de la cuarta dimensión y libre de obstáculos, fijaciones y bucles no resueltos. De esta manera, los planos de conciencia brillan con más luz y más transparencia. En estas condiciones, el alma se encuentra bien y es feliz.

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