La sombra
Este artículo habla de la sombra, un concepto psicológico introducido por Jung y que hace referencia a toda la carga psicológica individual y colectiva que tiene el ser humano y que es la cara oculta de la personalidad.
EL CONTENIDO DE LA SOMBRA
El concepto actual de la sombra, parte del trabajo de Jung, quien consideraba que la psique tenía además del aspecto consciente, conocido, notorio y mostrado en sociedad, otros rasgos de naturaleza inconsciente (individuales y colectivos) caracterizados por inclinaciones y actitudes que el yo consciente no reconocía como propios por ser incompatibles con la personalidad y por tanto eran relegados a una parte oculta del psiquismo donde quedaban escondidos y alejados de la luz de la personalidad.
El hecho de que estas cualidades no aceptadas queden ocultas y aparentemente invisibles en la parte oculta de la psique no significa que dejen de existir, sino que, al contrario, siguen viviendo y pulsando de la misma manera que lo hace la parte visible de la personalidad. Allí, en la sombra se guardan las experiencias, facultades, impresiones, emociones (de esta vida o de vidas anteriores), traumas, heridas, defectos, frustraciones y otras cuestiones tanto personales como transpersonales que no se pueden mostrar en público porque su contenido puede no estar bien aceptado por uno mismo, la familia o la sociedad.
Pero no todo lo que hay en la sombra es negativo, dañino y perverso. Allí también se guardan dones, virtudes o cualidades positivas que por algún motivo personal, familiar o social no se pueden exponer porque sus manifestaciones no están demasiado bien vistas. Estos contenidos pulsantes, escondidos o rechazados no desaparecen nunca y viven con la misma intensidad que los contenidos conscientes, así que continuamente pulsan por salir y manifestarse de la manera en que les es posible. Si los componentes activos de esta parte no manifestada no se encuentran reconocidos y aceptados por la persona, entran en conflicto directo con la personalidad y en el momento en que se hacen manifiestos y se dan a conocer, hacen que la persona reaccione de una manera no esperada, desproporcionada o poco habitual en ella, ocasionando sorpresa, espanto, vergüenza o indignación a la misma persona o a las que están a su alrededor.
La sombra personal se desarrolla cuando nos identificamos con las características ideales de nuestra personalidad y vamos desterrando a la sombra aquellas otras cualidades que no se adecuan a nuestra imagen ideal. De esta manera, el ego y la sombra se van edificando simultáneamente a partir de las mismas experiencias de la vida, pero en dos sitios distintos y aparentemente incomunicados entre sí.
Son muchos los factores que ayudan a la formación de nuestra sombra y determinan que es lo correcto y lo que no lo. En el proceso de su formación contribuyen los padres, los maestros, los amigos y la sociedad, quien nos indica lo que es una conducta adecuada y lo que es un comportamiento reprobable y que ha de ser eliminado. Todos los sentimientos y capacidades rechazados por el ego y desterrados a la sombra alimentan el lado oscuro de la persona.
Al no estar en el lado visible, sólo se puede ver actuar a la sombra indirectamente cuando, por ejemplo, nuestra admiración o rechazo ante una determinada acción o una cualidad de un individuo o de un grupo de personas es desproporcionada y sorprendente. De este modo, con esta reacción explosiva, pretendemos expulsar a la sombra de nuestro interior proyectando determinadas cualidades nuestras a los demás en un esfuerzo vano por desterrarlas de nosotros mismos.
La sombra contiene todo tipo de capacidades sin manifestar, cualidades que no hemos desarrollado ni expresado. Ella constituye una parte que complementa al ego y que representa aquellas características que nuestra personalidad consciente no desea reconocer, no quiere recordar y oculta en las profundidades de su psiquismo. Si la sombra no está de algún modo integrada en el consciente, ésta se hace más oscura y compacta.
Todo lo que tiene materia, posee también una sombra. El ego se yergue ante la sombra como la luz ante la oscuridad. Ella forma aquella parte del psiquismo inconsciente contiguo a la conciencia, pero no aceptado por ella. La personalidad de la sombra, opuesta a nuestras actitudes y decisiones conscientes y formales, representa una parte nuestra negada a la que mantenemos aislada en el inconsciente donde termina configurando una especie de personalidad oculta y rebelde, porque cuando nos negamos a aceptar a una parte de nuestra personalidad, ésta al final, termina aislándose y tornándose hostil.
Si la persona ha sido educada en un entorno cristiano y rígido en el que el modelo ideal era ser amoroso, amable, pacífico, correcto, púdico y generoso, ha debido reprimir todas aquellas cualidades que se oponían a esa imagen como el poder decir no, el defender el propio territorio con cierta agresividad, el tener relaciones sexuales sin fines procreativos, el ser egoísta, no tolerar las afrentas humillantes y desear el poder. Finalmente, todas esas cualidades de las que se ha despojado totalmente al individuo se fusionan en torno a una especie de personalidad secundaria que, en el caso de que se condense fuertemente y quede encarcelada, totalmente reprimida y sin posibilidad comunicarse con el consciente, puede terminar originando una personalidad con mucha fuerza e identidad propia, de tal manera que puede llegar a parecer que el individuo tiene lo que se llama una doble personalidad.
Figura. La personalidad y la sombra
La sombra es lo opuesto al ego. Ella no es mala por naturaleza y, de hecho, Jung dijo que la sombra contenía un noventa por ciento de oro puro.
Lo que se ha reprimido y está enquistado y prisionero, encierra una tremenda cantidad de energía retenida y contiene, un gran potencial positivo que, si es liberado de una manera correcta, puede proporcionar mucha más energía vital a la persona. Así pues, por más perturbadora que pueda parecer, la sombra no es nociva. Es más, se puede decir que la negativa del ego a comprender y aceptar la totalidad de la personalidad es mucho más responsable que la misma sombra en la etiología del mal. La sombra tiene al mismo tiempo el lado oscuro que se niega a cambiar y el redentor que puede cambiar nuestra vida y modificar nuestros valores.
Cuando una persona tiene una identidad, una aspiración y la oculta y destierra totalmente a la sombra, posiblemente si esta no emerge de alguna manera, estas mismas pulsiones que quieren satisfacerse, emerger y no lo pueden hacer, pueden buscar gratificaciones sustitutorias y es posible que la persona se entregue a actividades que le permitan desinhibirse, soltarse, traspasar los límites del ego y poder liberar así los impulsos escondidos con la ayuda del alcohol o de las drogas.
Todas estas generalidades de la sombra se recogen muy bien en la letra de una canción de Serrat, que aparece en el disco “Cansiones”, en un tema titulado Tarrés, en la que habla de su otra parte, la que convive con él, que no le gusta demasiado, pero a la que necesita para vivir y ser feliz.
Ese tal Tarrés que camina p'atrás,
escribe del revés y nunca tiene "prou".
Que usa el calcetín derecho en el pie izquierdo
por verse distinto de mí.
Cuando viene no estoy.
Donde llego se fue
y si vuelve no sé
si se queda o se va.
Me daría igual si no fuese porque
él no es nada sin mí
y yo no soy nadie sin él.
Ese tal Tarrés, no me cabe en la piel
y saca a mi animal de parranda con él.
Le basta con que el Sol reparta fuego y luz
y Dios nos dé salud
para poder beber.
Y al amanecer con cuatro copas de más
abomina de mí y me niega donde va.
Me daría igual si no sufragase yo
las deudas que Tarrés
en la noche olvidó.
Pero cuando él no está
se atraganta el licor,
los amigos se van,
y no me quiere mi amor.
Si no está Tarrés
llueve en el corazón,
no baila mi mujer
y se calla la canción.
Sin el tal Tarrés,
que camina p'atrás,
escribe del revés
y nunca tiene bastante.
Ese tal Tarrés, que camina p'atrás,
escribe del revés
y nunca tiene "prou".
CÓMO RECONOCER LA PRESENCIA DE LA SOMBRA
Existe la posibilidad de observarnos a nosotros mismos y aprender a reconocer la presencia de la sombra a través de la utilización de algunas habilidades como, por ejemplo:
- Escuchar la opinión que tienen de nosotros los demás.
- Entender el contenido de nuestras proyecciones en las personas.
- Estudiar los «lapsus» verbales y conductuales que cometemos.
- Observar nuestro sentido del humor (el tipo de chistes que utilizamos)
- Mirar nuestras obsesiones, manías y tics.
- Analizar nuestros sueños y fantasías.
A través del estudio y del desarrollo de todas estas habilidades, la persona puede empezar a ver aquellos aspectos de su personalidad que le resultan extraños, obsesivos y desmesurados. Todos estos indicios, pueden ser estudiados y con la ayuda de procesos introspectivos, es posible llegar a algunas conclusiones, a algunas pistas que pueden sugerir determinados aspectos pulsantes de la sombra.
EL TRABAJO DE LA SOMBRA
Sólo podremos llegar a recuperar completamente nuestro Yo y alcanzar la totalidad reconciliándonos con la sombra. El descubrimiento de la sombra tiene por objeto fomentar nuestra relación con el inconsciente, expandir, abrir y horizontalizar nuestra identidad, juntando y equilibrando luz y oscuridad, consciente e inconsciente. Cuando mantenemos una relación correcta con la sombra, el inconsciente deja de ser una fuerza maligna, ya que la sombra sólo resulta peligrosa cuando no le prestamos atención y la negamos. Cuando mantenemos una relación adecuada con la sombra, la apreciamos o incluso la amamos, reestablecemos el contacto con nuestras capacidades ocultas. De esta manera, el reconocimiento y el trabajo con la sombra nos permite:
- Aceptarnos de una manera más completa.
- Aprender a encauzar las emociones exageradas que irrumpen en nuestra vida.
- Liberamos de la vergüenza y la culpa asociada a la aparición de nuestros sentimientos y acciones supuestamente negativas.
- Reconocer las proyecciones que surgen de nosotros y que parecen teñir nuestra opinión de los demás.
- Curar y reestablecer las relaciones con los demás mediante la observación sincera de nuestra realidad.
Debemos entrar en un dialogo con la sombra y reconocer que tenemos dos partes dentro de nuestro ser: una parte presente, conocida y expuesta al exterior y otra parte desconocida, escondida y abierta sólo al interior y a la profundidad. Ambas partes se intentan conocer en el llamado trabajo de sombras, en el que, hablando metafóricamente, la persona debe descender a los infiernos para salir regenerada, permitiendo dar reconocimiento y salida (aunque sea en forma de válvula de escape o de explosiones controladas) a lo que palpita en el interior y pugna por salir y hacerse visible.
En terapia psicológica se asume la necesidad de la coraza como armadura protectora y el objetivo de la terapia de sombras no es eliminar la coraza sino aprender a flexibilizarla y a hacernos conscientes de esa rígida estructura defensiva inconsciente. La sombra jamás podrá disolverse por completo y tampoco podrá ser totalmente acallada. El objetivo del trabajo de sombras es aprender a contactar con ella, reconocerla e integrarla dentro de la personalidad.
LA METAFÍSICA DE LA SOMBRA
Todo procede del Absoluto. De él emergen los dos aspectos polares: Yin y Yang, sol y luna, luz y oscuridad. El Absoluto tiene como misión equilibrar los aspectos luminosos y oscuros de la existencia, pues la naturaleza de lo manifestado es polar y en esta dualidad, la vida busca el equilibrio.
La Fuente vela continuamente por el equilibrio del Yin-Yang, y regula los aspectos oscuros y luminosos manteniéndolos en armonía como si se tratara de una balanza en la que en sus dos lados están colocadas las dos fuerzas de la vida. Y el ser humano, que tiene también dentro de sí mismo el Absoluto, se encuentra en la misma tesitura. Desde su centro, ha de procurar abrirse en horizontal y situar en cada uno de los dos lados de la balanza, a la luz y a la oscuridad, al ego y a la sombra, a lo visible y lo oculto.
Toda luz produce sombra y no hay luz sin que la propia luz pueda emitir una sombra. Incluso en los mismos seres de luz, la sombra duerme en la base. Para que el equilibrio sea total, la luz necesita también de la sombra porque a través de esa sombra, el humano puede observar su propia luz. La luz mira a la sombra, y la sombra mira a la luz. De esa manera, observando y amando a la sombra, se descubre a la propia luz que la manifiesta.
La sombra existe, al igual que la luz, pero ha existido la creencia en la filosofía y en la religión de mirar sólo a la luz y de negar y no reconocer a la sombra. Si la mente se decanta sólo mirando a un lado, el equilibrio se pierde. Cuando el equilibrio entre las dos polaridades se manifiesta, hay amor.
Hay seres humanos que necesitan en su vida experimentar la sombra, y otros requieren sólo vivir en la luz, pero la misión del hombre, al igual que la del Absoluto es reconocer a las dos partes, situarse en el centro y vivir en equilibrio, en el reconocimiento, en la comunicación de los dos polos y en el amor.
Figura. El equilibrio entre la luz y la sombra
El ser humano es poseedor de estas dos fuerzas que arquetípicamente han parecido batallar y luchar en una guerra sin fin entre ellas dos para ver cuál era más poderosa e importante que la otra. Esta confluencia ancestral de las dos fuerzas antagónicas, esta lucha, se puede dar en el humano sin que haya ningún tipo de relación o comunicación pacífica entre ambas partes. Sólo hay combate y lucha, sin diálogo ni entendimiento. Pero se ha de considerar la posibilidad de que la sombra en vez de ser un enemigo tenga cosas que enseñar y de las que se pueda aprender algo. Quizá si se habla y se recoge la enseñanza y el mensaje de la sombra, aparezca la suficiente fuerza para curar los aspectos heridos de la experiencia vital, pero no siempre sucede esto así y a veces, el ser humano en su vivir diario puede quedar atrapado por las heridas de las experiencias y quedar engullido y encallado por la misma sombra.
Pero incluso en este difícil caso, el trabajo de sombras da la posibilidad de poder ir más allá, salir del atrapamiento, liberar progresivamente a la sombra, curar las cicatrices y retornar a la comunicación de las dos partes. Gracias al aprendizaje en el manejo del contenido de la sombra, se puede conectar con valores positivos que residen allí, porque la sombra es también una gran maestra, una entidad que tiene mucho que enseñar.
Imaginemos a un niño que conoce el miedo nocturno, que vive aterrado por él, y por esa sombra que se presenta de noche. Si el niño convive con el temor, se hace valiente, se vuelve guerrero y la vence, cuando sea mayor podrá enfrentarse a otros miedos, a otras sombras más elaboradas, podrá superarlas y vivir en paz. De hecho, algunos rituales de iniciación en determinadas culturas exigen que el niño se enfrente a los peligros de la noche, de la oscuridad y del hambre para que conviva con el temor, y que de este encuentro aparezcan desde la sombra las cualidades necesarias para que se convierta en un guerrero y pueda hacer frente a todos las adversidades mucho más complejas que aparecerán posteriormente en su vida.
La sombra está llena de situaciones que se enlazan con valores que se han de desarrollar en las personas. La sombra que casi siempre ha sido juzgada, menospreciada, puede enseñar. No se trata de una experiencia dulce y maravillosa, pero tiene mensaje y puede enseñar. Se ha de entender su diálogo y comprender lo que quiere enseñar, porque allí están las soluciones que harán reencontrarse con los valores del corazón. La sombra es un maestro.
TERAPIAS CON LA SOMBRA
A veces, como hemos comentado, la sombra se puede manifestar bajo la forma de exabruptos, de sensaciones repentinas y desagradables que no parecen tener cabida dentro de una lógica de comportamiento. Cuando sucede eso, en ese momento, la sombra está hablando. En ocasiones, se puede entender el mensaje que está dando y actuar en consecuencia, pero en otros momentos no se sabe que es lo que está sucediendo. Pero, en cualquier caso, es posible que, aunque no se entienda perfectamente el contenido detallado del mensaje, ni la situación en concreto que la originó hace 20 o 200 años, se pueda hacer algo terapéutico con esa sensación. Basta con reconocerla, envolverla en amor con una luz rosada-plateada y enviarla de nuevo de regreso al lugar, a la dimensión espaciotemporal de donde llegó o en cambio, se puede optar por deshacerla, sin más, según sea el caso.
De esta manera, si con entrenamiento y constancia, somos capaces de percibir la llegada de estas pulsiones y se las puede entender, canalizar y darles una salida, regresándolas al lugar de donde partieron o deshaciéndolas, según la persona sienta, las sensaciones molestas pueden ir perdiendo poder y estructura, haciendo que su llegada sea de menor intensidad y cause menos trastornos.
A veces si el tamaño y la presión de la sombra son muy grandes, ésta puede instalarse en el cuerpo y ocasionar desórdenes mentales localizados y fijados en los planos de conciencia, en estructuras cerebrales, o en cualquier otra parte del cuerpo, incluidas las estructuras microscópicas que forman el ADN, haciendo que la sombra se perpetúe incrustada dentro de un linaje familiar y viaje de generación en generación hasta que pueda ser suavizada por algún tipo de trabajo personal.
En algunas condiciones, la presión de las ondas de forma generadas por las emociones y los sentimientos que emergen de la sombra, adquiere una gran consistencia, se cristaliza y materializa en cualquier lugar de la estructura psicosomática haciendo muy difícil su movilización. Si la concreción de la sombra es muy grande y no hay manera de movilizarla porque la mente no tiene las herramientas suficientes o no se está en situación de hacer demasiados esfuerzos intelectuales, se puede hacer un ejercicio respiratorio basado en realizar respiraciones conscientes pránicas, oxigenadoras en las que la misma respiración moviliza y desincrusta a la estructura de la sombra a través del movimiento rítmico y suave de las estructuras torácicas vinculadas con la respiración. Al movilizarla y liberarla progresivamente de su anclaje corporal, disminuye su presión y su consistencia, y el cuerpo puede manejar mejor esa sensación opresiva. La respiración, la oxigenación y la movilización del Yin-Yang aflojan el anclaje somático de la sombra y permiten que se libere y pueda expresarse y movilizarse con suavidad en el mismo acto respiratorio que une inspiración y expiración, luz y oscuridad, consciente e inconsciente, ego y sombra.
El ser humano se puede mover entre el consciente y el inconsciente, entre el ego y la sombra, entre la luz y la oscuridad y en este viaje por ambos mundos, no está sólo, pues muchas de las entidades que le ayudan en su evolución, en su ascenso, como los mismos ángeles, pueden viajar indistintamente entre la luz y la sombra, pues su misión es cooperar y ayudar a la evolución del ser humano, y esta ayuda se puede encontrar tanto en un lugar como en el otro. Todos buscamos la solución en la luz, pero a menudo, una parte de la respuesta se encuentra escrita en la sombra. A ella no hay que temerla. Hay que respetarla, conocerla y amarla.