La evolución humana y planetaria
La evolución humana se produce gracias al ascenso y a la fluidez de paso que se da entre los diferentes planos de conciencia. El crecimiento personal, pone en marcha el ascenso y la evolución colectiva y planetaria. En este artículo hablamos de estos fenómenos y teorizamos acerca de cómo podría ser la vida humana en planetas más evolucionados.
Se piensa que el planeta Tierra puede tener unos 4.500 millones de años, que las formas de vida compleja empezaron a aparecer hace unos 550 millones de años y que, según la enseñanza del Rombo, hace unos 150 millones de años, empezaron a originarse las primeras formas de vida con conciencia individual, con conciencia humana. Desde entonces y a lo largo de millones de años, muchas civilizaciones de humanos han surgido y han desaparecido después de un tiempo más o menos largo de existencia.
La especie humana tal como lo conocemos ahora, con la configuración antropomórfica actual, tiene una antigüedad de unos 3 millones de años y es el producto evolucionado de una especie primitiva que necesitó utilizar sus manos para defenderse y buscar alimento. Desde un estado instintivo, en su evolución, el ser humano ha ido formando progresivamente centros cerebrales que le han permitido evolucionar y comunicarse gracias al razonamiento, el lenguaje, y la escritura.
La causa última de esta evolución ha sido la necesidad constante que ha tenido el ser humano de saber quién era, de dónde venía, hacia dónde iba y cómo se había creado el mundo y el universo. Todas estas preguntas sin una respuesta fácil son las que han posibilitado el desarrollo progresivo de estos centros cerebrales y su consiguiente evolución.
Pero el ser humano está aún lejos de ser un hombre evolucionado y en su camino, apenas ha recorrido la mitad de su trayecto. Vive aún en este planeta intermedio y tiene todavía grabado en su código genético toda la herencia instintiva y agresiva de sus etapas primitivas que no le permiten ser aún el ser perfecto de la creación del planeta Tierra. En su trabajo de ascenso evolutivo, el hombre se ha de librar de toda esta carga genética ancestral y formar nuevos centros cerebrales que no sean tan sólo intelectuales, que son los que le han llevado a esta era tecnológica, sino que, además, debe crear centros cerebrales de orientación espiritual que le permitan acceder a dimensiones superiores, a una nueva forma de vida, a un plano de conciencia superior y a una Nueva Era de desarrollo tecnológico y conciencial.
El ser humano vive en la Tierra, y su evolución, aunque en una parte muy importante esté relacionada con su trabajo interior, está muy vinculada a las interacciones constantes del mundo en el que vive. Un mundo civilizado y amable permite la aparición de un hombre evolucionado y las acciones de un ser humano así, permiten a su vez que el planeta mejore y se transforme. Hombre y planeta van juntos de la mano en su transformación y no se puede entender el progreso de uno sin la mejora del otro. Hombre, civilización y planeta caminan y evolucionan juntos por el mismo camino.
EL ASCENSO EVOLUTIVO A TRAVÉS DE LAS DIMENSIONES PLANETARIAS
El hombre, a través de los planos de conciencia, puede desplazarse por las diferentes dimensiones y ascender o descender por las mismas utilizando el vehículo conciencial.
Vivimos y nos movemos dentro de la tercera dimensión donde el tiempo y el espacio se concretan y donde todo ocupa un lugar. Nuestro cerebro, transmisor y receptor de la inteligencia, es un órgano tridimensional: tiene anchura, tiene longitud y tiene un peso específico. Asimismo, las células, las neuronas y todas las conexiones cerebrales tienen una estructura orgánica que ocupa un lugar en el espacio. Nuestro cuerpo es también tridimensional y se mueve en la tercera dimensión. Ahora bien, la inteligencia, el amor, la voluntad y el raciocinio son materia fluida que se encuentra ya dentro de los parámetros de la cuarta dimensión. Percibimos y sentimos todas nuestras facultades a través de la cuarta dimensión ya que está dimensión es la que permite que los impulsos corran, se dispersen y lleguen a sitios lejanos o que se desplacen desde el exterior y se concentren en el interior. La cuarta dimensión es un canal de paso que funciona en los dos sentidos y permite que se de al mismo tiempo la expansión y la contracción, la emisión y la recepción. En esta dimensión se mueven y viven todas las sensaciones afectivas, espirituales e intelectuales.
Trascendiendo y perfeccionando este estado de la cuarta dimensión, gracias al ascenso dimensional por los planos de conciencia, se puede alcanzar la entrada a la quinta dimensión. Es allí donde verdaderamente el hombre podrá hacer transmutaciones importantes en él mismo y en otras personas. Asimismo, se podrá transmutar la materia física. Si se está en la quinta dimensión, es posible realizar lo que se llaman milagros, milagros físicos, como pueden ser curar con el pensamiento o con la mera presencia. También se pueden mover objetos, materializar o disolver materia compuesta por moléculas, u organismos compuestos por células.
Si desde allí se accede a la sexta dimensión se puede actuar sobre el tiempo y el espacio, pudiendo retroceder o avanzar en el tiempo. Si desde la sexta dimensión, se entrara en la séptima dimensión, los seres que lo hicieran podrían formar y detener la creación de elementos primarios y crear ellos mismos universos y vida.
Durante un día, o una hora, podemos ascender y descender continuamente por las diferentes dimensiones, dependiendo del tipo de acción, trabajo, pensamiento u enfoque conciencial, pero este desplazamiento es muy fluctuante y poco estable. Otra situación bien distinta es el plano conciencial o la dimensión en la que descansa y reside continuamente la conciencia.
Desde esta perspectiva más sólida, podemos decir que las personas y el mismo planeta pueden sufrir un ascenso evolutivo progresivo y lento que les puede llevar de una dimensión física inferior a una superior a través de un cambio de conciencia progresivo, global y generacional.
Al realizar este cambio energético, la energía y la estructura del planeta cambian, los elementos que lo constituyen también y lo mismo les sucede a los seres que lo habitan.
Hemos adoptado desde hace tiempo la idea de que los planetas, pueden cambiar de dimensión, pues ellos, evolucionan al igual que sus habitantes y cada cierto tiempo, si las circunstancias lo propician, pueden saltar de dimensión y entrar en un lugar donde todas las leyes que se dan son distintas. Esto haría que, según el Rombo, se pudieran representar en un esquema las diferentes dimensiones o estados evolutivos por los que puede pasar un planeta.
La evolución del planeta dentro de las 7 subdimensiones de la 3ª dimensión
Resulta difícil pensar cómo podría ser la vida humana en otros planetas y cómo pudiera ser la estructura del planeta mismo, pero con un poco de imaginación, podemos pensar que es lo que hay de malo en nuestro planeta (un planeta intermedio evolutivamente hablando), sacarlo de la ecuación presente para no ponerlo en las características propias de ese futuro planeta evolucionado y ver cómo de ese modo, con esa sustracción, cambiaría la situación y la evaluación planetaria. Además, con un poco de imaginación y conociendo las características de la 5ª dimensión, se podría crear un mundo que se acercara a estas propiedades.
UN HIPOTÉTICO PLANETA DE LA 5ª DIMENSIÓN
Este tema era uno de los favoritos de Jaume, uno de los miembros fundadores del grupo y uno de sus pilares más carismáticos. Él a menudo, tenía largas conversaciones con un gran amigo suyo, Otus, con quien mantenía diálogos muy enriquecedores acerca de cómo podría ser la vida en un mundo situado en una dimensión superior. Jaume y Otus hablaban y se recreaban en las posibilidades de cómo podría ser la vida en un hipotético planeta llamado May que estaría situado en una dimensión superior a la nuestra, en una dimensión ya no tan material, sino con un componente más energético, más etéreo o espiritual, como podría ser por ejemplo la quinta dimensión. Una dimensión por cierto de la que conocemos sus cualidades y que se deberían ver reflejadas en la descripción teórica del planeta y en las características y habilidades de sus habitantes.
En este hipotético mundo, no deberían existir las guerras ni los conflictos bélicos, ni esta dualidad tan evidente entre el bien y el mal que vemos en nuestro planeta. Todos los seres humanos podrían vivir dignamente en sus casas, y en condiciones adecuadas. Todo el mundo tendría acceso a la comida, al trabajo, al estudio y a las actividades de recreo. El planeta tendría una atmósfera limpia y un suelo sin contaminar pues la fuente de la energía sería 100% limpia y no crearía deshechos. El planeta formaría parte de una serie de planetas que girarían alrededor de un sol central. La orientación del eje del planeta podría situarse a 90º respecto al sol y esto haría que no existieran apenas estaciones y que no se sintiera ni calor ni frio excesivos, ni aparecieran tempestades u huracanes. La atmósfera del planeta sería más sutil que la del planeta Tierra, con menos concentración de gases, y esto provocaría que la refracción de la luz del sol no fuera tan evidente, lo que haría que el color del cielo y del mar fueran diferentes y no tan azulados. La vida en este planeta estaría libre de catástrofes inducidas por las fuerzas naturales, pues el equilibrio de la naturaleza sería perfecto y no tendrían lugar estos fenómenos naturales tan destructivos que se ven en nuestro planeta.
En este mundo, los seres humanos seguirían diferenciados en dos sexos y se podrían unir sexualmente para formar un nuevo ser. Esta unión sería el amor humano llevado a una escala también espiritual, pues en el acto sexual se conjugan estos dos conceptos: el carnal y el espiritual. El nacimiento de un hijo sería sin ningún tipo de dolor y el parto sería un momento de gran gozo, alejado del miedo, el temor o la incertidumbre. Las familias podrían tener hijos sin temor a que estos vivieran en un mundo que les fuera hostil y, por otro lado, tendrían asegurada la manutención, la escolarización y el acceso al mundo laboral.
En este mundo de 5ª dimensión, todos los seres humanos serían bastante bellos, sin grandes diferencias en cuanto a su grado de belleza. Asimismo, su progreso mental y espiritual les haría poseedores de una inteligencia y una bondad con pocas diferenciaciones personales. Pero a pesar de esta aparente uniformidad, todos estarían enfocados hacia una determinada inclinación personal y laboral, que los llevaría a tener diferentes gustos y aficiones.
El hombre encarnado necesitaría exteriorizar los sentimientos amorosos que su espíritu tendría, y su manifestación sería a través de los valores positivos que se darían en las relaciones de la familia y en la amistad. El amor a los hijos, a la familia y a los amigos sería el cauce más seguro por donde todas estas cualidades como el amor, la empatía y la ayuda al prójimo fluirían y buscarían dar salida al ansia de perfección evolutiva que subyace en el alma.
El ser humano trabajaría para el bien de la colectividad y no únicamente para el beneficio propio. El trabajo no sería un castigo, sino una forma de hacer el bien a la colectividad. Habría como es lógico una alternancia entre los días de trabajo y los de descanso, que serían los suficientes como para que el organismo estuviera dispuesto a trabajar de nuevo, de buen grado y sin acumular fatiga.
El sistema de vida podría ser muy sencillo, pues en estos humanos no habría ambiciones ni deseos de poseer lo que es de otro hermano. La preocupación precisamente residiría en lo contrario, en dar de lo que se posee para que lo acumulado no enturbiara la dicha de trabajar para poder conseguirlo. La vida discurriría en un tranquilo cauce de perfeccionamiento que haría de los habitantes del planeta, seres siempre ocupados, pero sin prisas y tendrían la certeza de que su tarea tendría su recompensa ya que estaría hecha con amor.
Cada individuo tendría libertad absoluta de obrar según sus deseos y criterio, siempre y cuando no dañara ni perjudicara a sus semejantes. No es posible que en una sociedad haya orden y paz cuando se pierden los derechos del individuo. Todo ser evolucionado sabría qué lugar ocupa dentro del concierto social y universal y no tendría ninguna gana de que el engranaje al que está unido se rompiera y causara daños colaterales por causa de su comportamiento inadecuado.
No existiría prácticamente la Justicia tal como la entendemos, ni una policía ni unas leyes de comportamiento dictadas por una legislación humana, sino que todos los hombres obedecerían las leyes naturales dadas por el Dios Creador. Habría libertad de ideas y de pensamientos, y el propio código moral interno haría casi innecesaria la intervención de la Justicia humana para el arreglo de los problemas, pues la propia conciencia es la que enseñaría a cada uno si un acto es correcto o reprobable. De hecho, el auto alejamiento de la sociedad sería una conducta auto punitiva bastante común en aquellas personas que hubieran cometido errores y sintieran vergüenza de sus acciones. Pero sus compañeros, amigos o conocidos son los que le intentarían integrar de nuevo en la sociedad a la persona que hubiera cometido el error de conducta para que pudiera llevar de nuevo una vida normal y no se sintiera marginado.
El sistema de vida podría ser de tipo familiar, en el que la gente se agrupara por comunidades y aunque existiera una división territorial en departamentos, no existirían fronteras, y los humanos podrían circular libremente entre todos ellos. En este mundo, existiría un valor de intercambio parecido al dinero que sería una unidad de valor material vinculada al esfuerzo realizado. Ninguna persona ni nación tendría interés en acumular este dinero, pues no se podría almacenar el esfuerzo. El comercio no sería más que el intercambio de todos los bienes materiales de que se dispusiera en el planeta para que de ellos se beneficiaran todos sus habitantes. No existiría el lucro personal o empresarial, pues el dinero o moneda no se podría acumular. La vida de trabajo y ocio se sucedería envuelta de paz y alegría, sin demasiados problemas de tipo personal o social.
Es posible que el mismo idioma se compartiera en todo el planeta. En este mundo de la 5ª dimensión, todo se repartiría equitativamente, tanto los bienes naturales como el conocimiento. El ser humano siempre estaría ayudado y acompañado por toda la sociedad, por lo que la soledad y el abandono humano no existiría.
Los padres no tendrían que enseñar necesariamente las normas de conducta correctas a sus hijos, pues éstas se hallarían presentes y grabadas ya en toda la sociedad y en todo el alrededor del seno familiar.
La alimentación podría ser a base de frutos de la tierra o de los árboles y se consumirían de una forma sencilla, sin demasiada elaboración y sin abuso. En este mundo, podrían existir determinados animales no racionales, que estuvieran en un grado inferior de evolución, para los que el hombre no fuese un riesgo para su vida, ni ellos mismos fueran un peligro para los humanos. Estos animales vivirían libres, dispondrían de su espacio y no serían para el consumo humano.
La tecnología sería algo más avanzada que la nuestra, y podría permitir desplazar objetos, comida, material de construcción o maquinaria desde una parte a otra del planeta a través de unos ingenios técnicos capaces de transportar material sin necesidad de que se tuvieran que trasladar físicamente por carreteras y a grandes distancias.
Todas las artes estarían muy desarrolladas y las personas tendrían una habilidad innata muy grande para escribir, tocar instrumentos musicales, danzar, realizar representaciones teatrales y realizar dibujos de bella factura. La belleza, el arte, la luz, el color y todas las expresiones artísticas y comunicativas estarán muy extendidas por el planeta y formarían una parte muy importante del sistema educativo.
Sabemos que el ser humano cosmobiológico está sujeto al engranaje morfológico de la especie animal a que corresponde su cuerpo. A medida que el hombre progresa espiritualmente y asciende a dimensiones superiores, su cuerpo se va modificando atómica y celularmente alcanzando unas propiedades de fluidez cada vez mayores hasta llegar en la 7ª dimensión, donde tendría lugar la total sutilización y espiritualización de la materia. Es por eso por lo que la estructura corporal de un humano de la 5ª dimensión sería mucho más ligera y estaría menos sujeta a las leyes de la gravedad que en la Tierra, por lo que los desplazamientos personales se podrían realizar sin demasiada dificultad. La densidad del cuerpo sería inferior a la del agua, y esto permitiría jugar y desplazarse por la misma sin ningún peligro. Esta cualidad corpórea de poca densidad permitiría hacer todos los ejercicios físicos sin demasiado esfuerzo ni entreno, así que posiblemente, la práctica del deporte tanto en el aspecto de lucha, confrontación o superación personal de habilidades físicas quedaría muy relegada dentro de la sociedad. Debido a esta libertad corporal y mental, el ser humano, tendría la posibilidad de desdoblarse y trasladarse al punto en que, en un momento determinado, alguien le llamara o si de pronto, sintiera la necesidad de hacerlo para ir a un sitio.
No existirían enfermedades por virus ni microbios parasitarios del organismo, pero el cuerpo estaría expuesto a accidentes traumáticos, pues la materia de que estaría hecha sus cuerpos sería aún susceptible de sufrir lesiones que podrían llevarlo incluso a la muerte. Pero en cambio, si a causa de un traumatismo, se perdiera un miembro o parte de éste, podría ser regenerado en su totalidad por el mismo cuerpo.
Existiría el envejecimiento y habría residencias especiales para personas de gran edad donde recibirían tratamientos psicológicos y físicos, pues el desgaste natural de sus órganos conllevaría perturbaciones importantes de su organismo. La muerte sería vista como un proceso natural y no sería vivida con carácter de tragedia como sucede en la Tierra, pero, así y todo, siempre se lamentaría estar separado de los seres queridos seres, aunque todo el mundo sabría que la separación sería momentánea. Los cuerpos de los difuntos pasarían por un proceso de incineración antes de ser devueltos al planeta.
En un planeta de la 5ª dimensión, vivirían humanos evolucionados, pero no serían humanos perfectos todavía. Tendrían errores y faltas que todavía se habrían de purificar encarnando una y otra vez en el mismo planeta o en otro similar. En un planeta así de bello y casi perfecto, la unión del humano con el Creador sería constante, y esto tendría un claro reflejo con el amor hacia sus semejantes, ya que nada como esto acerca tanto al humano a su Creador.
A este planeta de 5ª dimensión, los humanos, en su ascenso evolutivo, llegarían para acabar de purificar el alma, y las pocas penas que en un planeta así se sufrirían, serían las necesarias para seguir adelante en la evolución.
Este sería uno de los millones de los hipotéticos planetas de la 5ª dimensión. Pero dentro de la 5ª dimensión, existen 7 subdimensiones, así que tendríamos que, dentro de esta gran familia de planetas de la 5ª dimensión, aparecerían todo tipo de manifestaciones distintas y más o menos evolucionadas.
Después de los planetas de 5ª dimensión, aparecerían los de 6º dimensión, donde todos los colores de la luz tonal se irían difuminado al igual que irían variando las características físicas del planeta y de sus habitantes.
Y después de estos planetas de 6ª dimensión aparecerían los planetas de 7ª dimensión, que corresponderían a los planetas más evolucionados del universo, donde vivirían los humanos más puros de este mundo tridimensional, en un planeta de unas cualidades difíciles de imaginar y que supondrían el último paso en el escalón evolutivo del ser humano antes de fusionarse y hacerse uno con la Divinidad.
UN HIPOTÉTICO PLANETA DE LA 7ª DIMENSIÓN
Un planeta de 7ª dimensión tendría como no, un sol, que formaría el núcleo central alrededor del cual girarían todos los planetas del sistema. Su atmosfera sería purísima y transparente porque ya carecería totalmente de ella. El sol, se podría observar con toda su magnitud y su belleza. De noche, se podrían ver perfectamente a los otros planetas del sistema solar y su galaxia que brillaría con todo su esplendor y belleza,
El suelo del planeta estaría hecho de cristal frío, purísimo, maravilloso y en él, se reflejarían los cuerpos de energía de los humanos que vivirían allí porque su cuerpo ya no sería sustancial, no tendría una forma definida, ya que sería puramente energético y proporcionaría al mismo planeta vida, luz y calor con las vibraciones de los cuerpos en movimiento de sus habitantes.
El cuerpo de estos humanos estaría compuesto de distintas vibraciones que oscilarían alrededor de los 600.000 GHz, que es la frecuencia luminosa de la luz del sol lo que haría de estos humanos unos seres luminosos capaces de desplazarse y de trasladarse a voluntad en el espacio sin que para ello hiciera falta ningún soporte material. Su cuerpo podría tener infinidad de formas porque se podría adaptar siempre a la manifestación más apropiada para la misión a realizar o al pensamiento del cerebro de otro humano que viviera en cualquier otra parte del cosmos y que los imaginara.
Estos humanos, seguirían siendo hombres porque tendrían aún un cuerpo, pero habrían ido perdiendo a través de su evolución, todo lo que individualiza al ser humano, todo lo que caracteriza y que hace de él un ser diferente. Habrían ido dejando atrás la materia grosera corpórea y sólo les quedaría el envoltorio de energía purísima que haría de ellos seres que vivirían sin las exigencias del cuerpo. Se habría ido deshaciendo la forma física que hace a los hombres guapos, feos, jóvenes o viejos. Todos serían hermosos, desprenderían una luz purísima que variaría del blanco al violeta pasando por todos los colores. Su cuerpo estaría formado por la energía necesaria para sustentar a su espíritu. También habrían perdido el sexo porque no tendrían ya necesidad de reproducirse. El amor que los otros seres humanos necesitan para la reproducción, ellos lo emplearían para amar a todos sus semejantes, a todo lo creado, al Creador, a la fuerza suprema.
Aun así, estos humanos se diferenciarían un poco unos de otros porque tendrían un pequeño matiz vibratorio que los diferenciaría y que poco a poco deberían dejar para llegar hasta la homogeneidad perfecta. Todos aún llevarían el recuerdo de las características humanas de las evoluciones de las existencias pasadas y así habría algunos de ellos que estarían más vinculados al circuito de la ciencia, otros al de la técnica y otros al del amor.
Su sistema de vida sería en grupos. Siempre realizarían su labor asociándose a otros hermanos, pues su misión requeriría una gran capacidad de adaptación y un solo miembro no podría realizar esta tarea tan amplia. La comunicación de ideas y pensamientos y el amor más puro uniría a estos humanos en todos sus trabajos de ayuda, de tal manera que nada podría ensuciar ni enturbiar esta relación, y esto los haría muy felices.
En sus trabajos de ayuda a la evolución a otros grupos de humanos de otros planetas, galaxias o universos, podrían desplazarse siguiendo un circuito natural por unas ondas de vibración desde el punto más alejado del cosmos hasta cualquier otro lugar en unos pocos instantes o minutos.
Estos hombres estarían muy cerca ya del punto final de su evolución como humanos. Aún deberían perder esa pequeña parte de individualidad antes de convertirse en espíritus puros. Representarían pues el último grado de la evolución del ego. Después de esta fase, habría otro período intermedio de despersonalización antes de la entrega total a la fuerza creadora, a Dios, centro radial. Al desaparecer la energía cósmica de la que están compuestos, ésta no se destruiría ni se perdería, sino que quedaría en la energía cósmica para ser adaptada a otro uso. Estos humanos sabrían y sentirían que el universo entero estaría hecho y regido por una ley inalterable de armonía y amor y que nada de lo creado quedaría fuera de esa ley.
EL ASCENSO EVOLUTIVO A TRAVÉS DE LAS DIMENSIONES HUMANAS
El Rombo propone una teoría evolutiva de la estructura humana fácil de entender y en resonancia con todos los otros aspectos de la enseñanza de la figura. Al igual que sucedía con el ascenso evolutivo a través de las dimensiones planetarias, se podría hacer una lectura del ascenso evolutivo a través de los cambios en la estructura del ser humano. Es decir, los seres humanos que estuvieran en consonancia con la 1ª dimensión tendrían un cuerpo muy denso, fuertemente cohesionado, con una estructura material muy densa, consistente y con un psiquismo prácticamente grupal, primario e instintivo. Los humanos de la 2ª dimensión dispondrían de una estructura física un poco más refinada, con algo más de movilidad. Tendrían un psiquismo dotado de capacidades emotivas más elaboradas y dispondrían de un psiquismo inferior más individualizado. Los humanos de la 3ª dimensión dispondrían de una estructura física un poco más alejada de las primitivas formas de vida humana, estarían dotados de una movilidad más fina, más precisa y su pensamiento sería más elaborado. Los humanos de la 4ª dimensión tendrían mucha más libertad de movimientos, de pensamiento y utilizarían mecanismos más refinados para captar con precisión el entorno e influir en él. Vivirían más en contacto armónico con el grupo, con el amor y empezarían a sentirse situados dentro del contexto cósmico. Los humanos de la 5ª dimensión gozarían de un cuerpo mucho más ligero y sutil, con mucha más libertad de movimiento, con gran capacidad de ayudar y proyectarse sobre sus semejantes, con capacidades psíquicas superiores que incluirían la capacidad de transmutación y de movimiento de objetos materiales. Los humanos que vibraran en la 6ª dimensión tendrían un cuerpo mucho más libre, casi incorpóreo, más luminoso, con predominio de la luminosidad sobre la materia, una gran sabiduría, podrían realizar transmutaciones atómicas, moleculares y tendrían la posibilidad de desplazarse conciencialmente en el tiempo accediendo así a la grabación de la Historia Universal de todos los tiempos y lugares. Los humanos que vivieran en la 7ª dimensión tendrían un cuerpo totalmente luminoso, libre de movimientos, sin forma, casi totalmente espiritualizado, con el poder creador de los mismos rayos cósmicos, con la capacidad de crear materia, vida y su propio planeta. Vivirían en un estado de máxima sabiduría y amor y estarían prestos para dar el último paso evolutivo para entrar en fusión con la Divinidad. Serían el último eslabón de la evolución humana y el estado previo a la Deidad.
EL ASCENSO EVOLUTIVO A TRAVÉS DE LOS PLANOS DE CONCIENCIA
Es un máxima dentro del Rombo la frase que dice que lo sutil penetra lo grosero, lo denso y lo material. La conciencia es una de las representaciones de este aforismo, y gracias a esta particularidad, a esta sutiliza estructural, la conciencia es capaz de cambiar la estructura física de un cuerpo y al hacerlo, hacer que una estructura corpórea pase de una forma a una nueva, de una dimensión a otra dimensión, o de una subdimensión dentro de una misma dimensión a otra subdimensión distinta.
Sabemos que, dentro de la tercera dimensión, que es la dimensión por donde nos movemos los humanos, hay siete subdimensiones por las cuales la criatura evolutiva puede ascender. La manera de subir por ellas es cambiando la estructura corporal, la cual cambia por las acciones de los planos de conciencia y su repercusión en el cuerpo físico. Un cambio en un plano de conciencia o en varios planos de conciencia, se traduce inevitablemente en cambios y transmutaciones a nivel físico, aunque muchas de ellas, no sean evidentes desde el punto de vista macroscópico. Recordemos que de los 144 elementos que existen en el cuerpo, 30 de ellos son sutiles, subatómicos y con toda seguridad, dada su volatilidad y sutilidad, son los primeros en experimentar cambios estructurales. Esta transmutación física sería observable en todos los cambios psíquicos que se experimentan al pasar de una subdimensión a otra y que conllevarían cambios en los estados mentales, proporcionando mayor libertad, comprensión de la realidad, y bienestar.
La aparente finalidad de la mayoría de las filosofías y religiones que han aparecido en el mundo a lo largo de todas las civilizaciones ha sido ayudar al ser humano a comprender la realidad que subyacía en cada una de las manifestaciones de la vida. También han procurado hacer posible que se pudieran entender los pensamientos, sentimientos y emociones que emergían del contacto con la vida para hacer que todas estas expresiones del psiquismo pudieran ser manejadas correctamente con el fin de evitar el sufrimiento, el dolor y alcanzar así a paz y la felicidad.
Para ello se han usado todos los métodos a los que el ser humano ha podido tener acceso y ha imaginado. Existen en la Tierra centenares de escuelas filosóficas bien diferenciadas y unos 4.200 tipos de religiones distintas. Todos estos métodos, tienen como finalidad el acercar al hombre a la comprensión del mundo fenoménico y a su Creador.
Cada una de estas escuelas filosóficas o religiosas, ha nacido en el seno de una etnia, de una cultura y de un tiempo planetario. Todas ellas tienen algo de cierto y la visión que aportan puede estar muy cerca o muy lejos de lo que desde un punto de vista actual nos aporta el Rombo. Pero en cambio, la mayoría de estas estas religiones y el Rombo tienen algo en común: existe un Dios y es posible acercarse a Él.
En este sentido, el Rombo participa también de esta premisa y para ello, para enseñar este camino, se han desarrollado los conceptos de las dimensiones, de los planos de conciencia, de la naturaleza y la importancia del deseo , de los Rayos de Energía cósmica, de los Elementos primarios, del Yin-Yang, de la Ideación Divina, de la Geometría Sagrada, del espacio interestelar, de la Esfera generadora de energía, de los Agujeros negros, de los circuitos energéticos, de las Jerarquías celestes, de los Maestros de Sabiduría, del Amor como sustancia fundamental de la vida, de la misma estructura Divina, del canal de la 4ª dimensión y de todas las actitudes positivas que el ser humano debe desarrollar en la vida para hacer más fácil su vida y la de los demás.
Todo este conjunto de ideas, conceptos y definiciones teóricas, se han de poner en práctica a través de un trabajo personal exhaustivo que puede seguir la vía técnica, la científica, la amorosa (o todas juntas a la vez) para conseguir que el tono cromático de cada Rombo de planos de conciencia se adecúe a las necesidades del momento y aporte en cada instante la coloración y el tono adecuados para realizar la tarea del mejor modo. De esta manera, se puede actuar correctamente en cada momento y se puede llegar a armonizar la situación personal y colectiva que se presenta en cada instante de la vida.
No hay una única vía para andar por este camino de crecimiento personal y en este caso se ve claramente que, aun teniendo los mismos medios, conceptos y creencias, cada una de las personas que está en el sendero del Rombo, hace su camino particular y único por donde poder transitar de la manera que considere más oportuna y con el grado más alto de libertad que precise. La enseñanza del Rombo no es dogmática. Todos los temas que se desarrollan en él, pueden ser debatidos, entendidos, sentidos e integrados de una manera total, parcial o incluso negados sino se pueden integrar conceptualmente porque no se está en resonancia con ellos.
Cada uno es como es, siente lo que siente, vibra con lo que le es afín, y admite lo que sus conceptos, su educación, su conciencia, sus límites y sus vivencias personales le permiten asimilar. No todo concepto dentro de la Enseñanza ha de ser aceptado por obligación, ni toda verdad admitida, ni toda oración, frase o saludo debe ser integrado si por algún motivo no resuena en el interior de una manera clara.
El ascenso por las dimensiones a través de los planos de conciencia
Cada uno entiende, acepta y asimila lo que puede, aquello que es capaz de integrar, y el Rombo aporta muchos conceptos nuevos que, en ocasiones, precisan de una mente muy abierta y alejada de dogmas, de creencias ancestrales o contemporáneas para poder ser asimilados con la amplitud que precisan. La rigidez, la parcialidad y la inmovilidad de conceptos separa y aleja a los humanos. La flexibilidad, la capacidad de adaptación, la apertura de la mente y la comprensión de que cada persona es única y puede asimilar solamente aquello para lo que está preparado o que está en consonancia con su manera de ser, permite entender que hay millones de Rombos, de vías diferentes, todas válidas y ninguna más cierta que la otra. Esto no es un defecto ni un error del sistema de aprendizaje. Es más bien un acierto el hecho de que los caminos por los que se transita puedan ser múltiples, paralelos, y adecuados a la idiosincrasia de cada individuo.
Por otro lado, es cierto que cuando alguien por algún motivo no resuena con algún tema, con alguna aseveración o con alguna idea, si quiere ser honesto y transparente consigo mismo, debería hacer un análisis interior muy profundo y alejado de cualquier mecanismo de autoprotección para ver si dentro de él, hay ideas preconcebidas que puedan hacer que ciertos temas estén ya prejuzgados, declarados como nulos o rechazados sin un motivo ni un razonamiento profundo. Todo obstáculo que suponga un prejuicio para el entendimiento de una cuestión y que no permita la libertad de afrontar nuevas ideas o posibilidades, ha de ser revisado para ver si se sustenta sobre una realidad irrefutable y bien razonada o si, por el contrario, se basa en fijaciones conceptuales que se han instalado en algún momento a causa de algún acontecimiento no resuelto y que no se ha revisado en profundidad. Todo obstáculo mental que suponga una limitación para la comprensión de otras realidades debería ser estudiado con seriedad y ver si se origina merced a un estudio serio, respetable y profundo o si arranca desde experiencias o fijaciones enraizadas en el subconsciente por motivos vivenciales, históricos, tradicionales o ancestrales que no soportan un análisis pormenorizado y detallado. La mente debiera ser libre y no estar expuesta a prejuicios o a conocimientos previos que le impidieran acceder a nuevas verdades. Si el pasado, los conocimientos pasados o ancestrales se instalan y se fijan definitivamente en el presente, pueden hacer que el presente no se pueda manifestar ni entender. El trabajo de indagar sobre estos aspectos de la sombra es necesario para permitir que la luz del nuevo conocimiento se abra paso entre las tinieblas del pasado. El Rombo va a demandar sin decirlo explícitamente ampliar la mente y adquirir nuevas visiones de la realidad, nuevas posibilidades de entender la vida y va a poner sobre la mesa, en algún momento los arquetipos mentales caducos o deteriorados que se han de revisar para permitir que un plano de conciencia se libere y adquiera mayor luminosidad y transparencia. Esta revisión y liberación de viejos conceptos, permitirá que el ascenso y el descenso por los planos se aligere y la información presente en cada una de las dimensiones pueda llegar a ser captada e integrada por la conciencia. La libertad de pensamiento, la abertura mental y la capacidad de abrirse a nuevas visiones de la realidad, marcan el camino de la Enseñanza del Rombo. No es una tarea que sea menor y que esté exenta de dedicación y trabajo, pero el resultado es muy enriquecedor y aporta claridad y comprensión, cualidades necesarias para vivir en paz en nuestro mundo y en nuestra dimensión.