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La evolución del hombre a través de la reencarnación

(Extraído de la reunión del 15/12/1990)

En la reunión del 23/8/88, se dice:

“En esta dimensión, la quinta de la tercera, el hombre puede realizar transmutaciones importantes en sí mismo… También puede transmutar la materia en sus estructuras moleculares y celulares… puede materializar o disolver materia compuesta por moléculas, u organismos compuestos por células…”

Es en esta dimensión, donde creo yo que se ubica el cuerpo semi-denso, el cuerpo astral, después de su paso por la Tierra.

“Este cuerpo, para volver a encarnar debe desaparecer, pero su color queda impregnado en la capa más externa de lo que para vosotros es el espíritu. A esta capa yo le encuentro una palabra mucho más concreta: peri-espíritu. Es lo que obliga a encarnar en determinadas circunstancias porque, escuchad bien, en este peri-espíritu está el código genético del ser humano que debe encarnar.”

Este peri-espíritu contiene el código genético que el hombre ha conformado a lo largo de su existencia en la Tierra. Este código genético se une al código genético de los padres en el momento de la reencarnación.

“Cuando encarna, lleva el código genético del peri-espíritu, que es el que encuentra en los padres para reencarnar…”

Los dos códigos genéticos se juntan y se fusionan “en el momento de la unión de las dos células fecundantes, cuando existe la combinación de los cromosomas. Es una acción rápida, podríamos decir que los egos que están esperando para volver captan la vibración que suelta y que se ajusta exactamente a la suya. En ese momento quedan unidos.”

¿Dónde va a parar toda esa información que hay en el peri-espíritu?

Cuanto más primario es el hombre, esa información más incide en él. Cuanto más evolucionado es el hombre, esta información no le afecta tanto. Cuanto menos evolucionado, más primario es un ego que se encarna, menos consciente y voluntario es su vuelta. Viene dictado por unas leyes marcadas por las Leyes del Karma. La impregnación de su karma pasa a través del cuerpo astral al peri-espíritu de forma fuerte y potente, incidiendo. No es consciente de ello, ha venido. Cuanto más evolucionado es un ser, o un mundo, menos leyes obedece. A medida que este ego va evolucionando, menos leyes obedecerá y volverá de forma más consciente. En el momento en que él se dé cuenta de lo que había ido errado, sentirá la necesidad de volver.

Podemos considerar al planeta Tierra como una etapa intermedia en este proceso evolutivo del hombre hacia el Hombre Cósmico.

«El hombre, ser cósmico, con una evolución tecnológica y espiritual, no puede dejar de lado, no puede rehuir de su condición de ciencia y técnica. Existen otros mundos en los que su evolución va por caminos más inmateriales y espirituales. El planeta Tierra es un planeta llamado para avanzar entre los demás planetas con una tecnología avanzada. Ahora bien, este planeta Tierra es un planeta intermedio aún con un karma importante, donde existen todavía las dos partes muy definidas de los pares opuestos como lo positivo y lo negativo. Esta separación tan material entre lo positivo y lo negativo hacen de él un planeta en el que los valores morales se exaltan, y el hombre puede llegar a ser un místico, un sabio, un científico con una inteligencia suprema, o también puede llegar a ser un ladrón, un asesino o un mentiroso. Todo lo que el hombre, mediante su inteligencia, voluntad y amor, ha descubierto de la ciencia, el arte y la técnica, es una forma de manifestación natural de las absolutas Leyes del Cosmos. Si al hombre no le fuera lícito manipular estas leyes, por el bien del propio hombre, no las habría descubierto”.

«Las Leyes Cósmicas Universales son las leyes que rigen en todo el Universo conocido. Leyes universales, leyes físicas, químicas, biológicas, gravitacionales, todas las leyes que están en el seno del Universo y que rigen de forma perfecta la marcha del espacio sideral. Las leyes no han sido hechas por los hombres, sino que han sido descubiertas por los hombres. Todas las leyes existentes se pueden manipular para el bien o para el mal del hombre, pero algo es cierto: el hombre con su inteligencia puede manipularlas; si esto no le fuera lícito no podría hacerlo».

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