Big Bang
La creación del Universo
Hablar del principio de los principios, de la raíz sin raíz, es complicado, porque el intelecto precisa de pares de opuestos para poder razonar y el Absoluto, no ha tenido nunca ni un momento inicial ni tendrá jamás un instante final, así que la mente que intenta discernir desde la dualidad sobre la unidad se encuentra frente a una situación difícil.
El Absoluto es apolar, eterno e inmutable. Pero si en cambio, queremos hablar de lo finito, de lo relativo, de lo perecedero, como por ejemplo del nacimiento de nuestro Universo, la cuestión filosófica se vuelve más sencilla, porque como todo lo manifestado y polar, el Universo tuvo un inicio y tendrá un final.
Pero quizás antes de abordar como fue el inicio de la creación, deberíamos hablar acerca de cómo eran aquellos instantes previos al momento de la Creación.
La Física no puede hablar de este tema porque al hacerlo, se situaría en el terreno de la Metafísica, que es la rama de la filosofía que estudia los aspectos de la realidad que son inaccesibles a la investigación empírico-analítica basada en la experimentación y el análisis estadístico. Pero tanto en el mundo de la Física teórica especulativa como en el de la Metafísica, no hay límite para la imaginación, no existe ningún marco restrictivo que oprima al pensamiento, así que expondremos lo que pensamos que sucedió en los momentos previos al nacimiento del universo.
Antes de la Creación de nuestro universo, existía el Caos, un estado originario y confuso en que se encontraba el universo aún sin materializar y al que, a menudo se asocia con el vacío. Ese vacío inicial, no era un vacío real, ya que estaba lleno de vibraciones infinitas y todas de una frecuencia vibratoria diferente. Estas vibraciones, estaban perfectamente diferenciadas en dos polos: unas vibraciones eran de alta frecuencia y otras, de baja frecuencia. Pero estas dos familias infinitas de vibraciones no creaban, sino que estaban juntas, pero sin mezclarse ni atraerse, condensadas y expandidas, manifestando, pero sin manifestar. Estas vibraciones lo llenaban todo; eran el Absoluto, el Cero infinito, el Todo condensado, y la Nada expandida.
Entonces, desde el Absoluto, desde el mismo sitio del que habían emergido ya estas dos familias de vibraciones (Yin-Yang), emergió una tercera Fuerza, llamada Rayo Creador, una Fuerza materializadora que impulsó a todas estas distintas vibraciones a combinarse, a iniciar un movimiento rapidísimo y frenético de atracción de las unas hacia las otras.
Esta atracción polar es posible porque dentro del mismo Yin, existe algo de Yang y viceversa. De tal manera que dentro de una fuerza está el potencial anclaje de la otra. Gracias a estos puntos de agarre que se encuentran en cada porción del Yin y del Yang, se crearon los puntos de unión virtuales, pero su enlace definitivo se realizó gracias a la presencia de esta tercera Fuerza.
Esta tercera Fuerza, puso en marcha el movimiento inherente a la fuerza de atracción de la polaridad, hasta entonces sólo potencial e inerte. Esas vibraciones infinitas empezaron a fusionarse, y en su combinación, en su fricción, crearon un calentamiento puntual hasta que aquel Absoluto, aquel Todo, aquella Nada, creó un punto ígneo que se fue comprimiendo más y más, hasta que la misma presión interna de la compresión, lo llevó a sobrepasar un punto crítico y lo hizo estallar, salir de él mismo, escapar de la cohesión del vacío y crear el Universo manifestado.
A este momento de creación, de inicio de lo manifestado, lo conocemos hoy en día con el nombre de Big Bang. Un nombre curioso porque este acontecimiento contrariamente a lo que propone su nombre, fue muy pequeño y sin ningún tipo de ruido de explosión ya que tuvo lugar en el vacío, pero históricamente le conocemos de esta manera y así nos referiremos cuando hablemos de él.
La ley de la conservación de la energía afirma que la cantidad total de energía en cualquier sistema físico aislado permanece invariable con el tiempo, aunque dicha energía puede transformarse en otra forma de energía. En resumen, la ley de la conservación de la energía afirma que la energía no se crea ni destruye, solo se transforma. Pero nuestro universo no sigue las leyes que definen a un sistema cerrado porque es un sistema abierto, ya que está en contacto con el Absoluto y de una forma cíclica, cada 24.000 años, el universo crea un átomo nuevo. En este pequeño ciclo de Creación, (que recuerda a un Big Bang en miniatura), un átomo nuevo aparece en el universo y ello conlleva cambios energéticos en todo el universo manifestado.
La Creación de materia es continua y sigue las mismas leyes que rigieron a nuestro Big Bang y a las de los muchos otros anteriores que le precedieron. En este sentido, pensamos que la Teoría del Universo oscilante, es correcta, y que los universos como el nuestro, pueden pasar por ciclos continuos de nacimiento y muerte.
Hasta hace pocas décadas, teníamos la idea de que existía solo un universo creado, pero ahora, desde la llegada del concepto de multiverso, pensamos que la realidad es algo muy diferente y que coexisten dentro de la Creación distintos universos. En la idea que manejamos actualmente, desde un punto único creador, emergen líneas de creación que desembocan en un universo determinado. Cada universo creado es particular y tiene sus pequeñas diferencias respecto a los otros universos. Cada uno de ellos se ha creado en un momento distinto y en unas circunstancias energéticas diferentes por lo que, aun siendo muy parecidos, los universos tienen algunas peculiaridades que los hacen diferentes entre sí.
La creación de un nuevo universo está basada en un modelo universal previo en el que permanecen escritas todas las informaciones del árbol genealógico de las creaciones universales anteriores. Cada universo es una nueva creación evolucionada del conjunto de universos anteriores de su misma línea evolutiva. Todos los distintos universos que proceden de las diferentes líneas de creación evolucionan y lo pueden hacer de distinta manera, introduciendo peculiaridades funcionales en cada uno de ellos. Todos han partido del mismo lugar y están hechos con los mismos principios, más en su evolución, han creado su línea propia, se han diferenciado, y ha sucedido lo mismo que ha acontecido con la evolución del género humano. Todas las razas humanas, aunque partieron del mismo origen, han evolucionado según sus necesidades y las condiciones con las que se han encontrado y por ello, han desarrollado características peculiares y propias que las diferencian.
Del mismo modo, los universos son algo distintos entre ellos, pero entre los universos que son adyacentes, y que mantienen un cierto tipo de relación energética y de similitud, existe la posibilidad de que se pueda transferir materia o energía de una forma bilateral gracias a una estructura excepcional que existe entre ellos, una barrera energética que actúa como un impulsor y un filtro y que posibilita que materia o energía de un universo, pueda pasar al otro después de un proceso previo de transformación. De esta manera, cada universo, aunque evoluciona según sus características, interactúa y precisa al mismo tiempo de los universos adyacentes para su propio mantenimiento, equilibrio y evolución.
Dibujo. El multiverso con sus distintos universos en conexión
Cada universo transcurre dentro de su propia columna de creación, en la que se pueden producir creaciones sucesivas de universos que serán distintas según el Espacio y el Tiempo en que se produzcan.
Como que existe una comunicación entre la Energía pura Creadora y lo creado, toda la información del universo creado, una vez este ha finalizado su ciclo de creación, es transmitida de nuevo a la Energía pura, que enriquece su carga intrínseca de vida con información existencial del universo. De esta manera, cuando ha de crear un universo nuevo, la Energía Creadora está enriquecida con toda la información de todo lo creado en cualquier momento del tiempo y del espacio de cada una de las columnas de la Creación. Su carga es doble: Vida pura y Conocimiento.
Si un universo, finaliza su ciclo y entra en un proceso de contracción progresiva, acaba con su disolución completa dentro del magma creador. Toda la vida, la experiencia y la información pasan a enriquecer la carga de la luz Creadora. Nada se pierde. Todo muere y renace de nuevo.
LA VOLUNTAD CREADORA
La Voluntad Creadora es la más elevada manifestación del Absoluto. Esta Voluntad se manifiesta en el macrocosmos, en los reinos de la Naturaleza, en el microcosmos y en cada uno de estos niveles impregna a todas las manifestaciones y a todos los seres de la misma esencia.
Si miramos a nuestro alrededor, veremos a la Voluntad Creadora actuando en todos los lados, pero, sobre todo, donde mejor comprobaremos esta Voluntad es en la creación de las formas cristalizadas. La ordenación geométrica de sus estructuras, sus ángulos, ejes, planos y relaciones matemáticas, nos da una idea del plan de la Voluntad Creadora. Esta Voluntad va liberándose a medida que recorre los distintos niveles evolutivos de la vida, y así, por ejemplo, después del reino mineral, en el reino vegetal, vemos como la Voluntad busca la manera de multiplicarse y adaptar su vida al medio ambiente que le rodea. En este nivel, ya observamos la presencia de una inteligencia elemental.
Después de este reino, pasamos al reino animal donde desde las formas biológicas más simples hasta las más compuestas, son capaces de mantener su estructura, reproducirse, adaptarse al medio transmutando constantemente su biología y desplazarse en su entorno para permitir y mejorar su perpetuación y evolución.
En todos estos reinos vemos como la Voluntad Creadora del Absoluto se va liberando progresivamente, permitiendo a las diferentes especies actuar cada vez con más libertad, movilidad e inteligencia creadora. Esta Voluntad, sólo adquiere el verdadero sentido de evolución consciente cuando en su camino llega al ser humano, la criatura evolutiva más desarrollada del planeta Tierra.